viernes, 31 de marzo de 2017

CARACTERÍSTICAS RACIALES, CULTURALES Y ETNOHISTÓRICAS DE LOS INDÍGENAS DEL PARAGUAY - ADELINA PUSINERI

ATENEO DE LENGUA Y CULTURA GUARANI
Maitei horyvéva opavavépe
David Galeano Olivera


CARACTERÍSTICAS RACIALES, CULTURALES Y ETNO-HISTÓRICAS DE LOS INDÍGENAS DEL PARAGUAY
Por la Lic. Adelina Pusineri, Directora del Museo Etnográfico Andrés Barbero
Leer original (hacer clic) en: http://www.museobarbero.org.py/resumen_ii.htm

I. Racialmente, los indígenas del Paraguay pertenecen a tres tipos humanos:
1.1. El Paraguay Oriental, hacia la ribera del Río Paraná Alto y Medio, habitaban los proto-pobladores de esta región antes de la inmigración dispersiva de los guaraníes. Pertenecían al grupo humano racialmente láguido-melanesio, de estatura baja y dolicocefalía con bóveda craneana alta; sus representantes eran los Kaingages-Gé.
1.2. En la Región del Chaco, los indígenas pertenecen al tipo racial pámpido-australiano, de alta estatura, con cabeza dolicoide, alta bóveda craneana, a veces con formación de carena. (Los Chané-Arawak no pertenecen a este tipo racial, siendo inmigrantes amazónides de la región de la Cordillera Andina)
1.3. En la Región Oriental, se asentaron los Guaraníes, de tipo racial amazónide, protomalayo-mongoloide, con típica braquicefalía, estatura baja y tez amarillenta.
Desde la época colonial y hasta hoy día, los cruces dejaron sus huellas. Los primeros “mancebos de la tierra” del siglo XVI eran los mestizos hispano-guaraníes, continuando tal mestizamiento, si bien más limitadamente. Entre los Guaraníes sobrevivientes hay mestizos notorios, pero viviendo en las comunidades indígenas, son considerados Guaraníes. Entre los chaqueños, la convivencia con el “ambiente blanco” ocasionó mestizamiento frecuente, siendo la proporción diferente según la conciencia étnica de los grupos tribales. En la época prehistórica era frecuente la plasmación interétnica, y en la época colonial habían uniones guaraníes con mulatos y negros.
2. La tipología cultural, indica tres áreas culturales en el Paraguay.
2.1. Los pueblos del área Chaqueña, de patrón cultural esencialmente paleolítico; subsistencia basada en la caza, pesca y recolección, movilidad migratoria en busca de cazaderos, algarrobales y pesqueros.
La manufactura se caracteriza por un inmediato aprovechamiento de los recursos naturales, con tecnología mínima. Las comunidades se hallaban en frecuente y continua fragmentación grupal según las necesidades de subsistencia. La conciencia etno-tribal se expresa a través de la identidad de la lengua y costumbres.
Las tribus del Chaco en época de la pre-conquista española mantenían contactos con vecinos de cultura neolítica, ya sean hostiles, pacíficos o por trueque, difundiéndose rápidamente nuevos elementos culturales que integraban a la cultura material. También las culturas andinas dejaron algunas huellas culturales. Los contactos periféricos con los focos de difusión cultural de Chiquitos, Chané-Arawak, Chiriguano-Guaraníes y Xarayes influyeron en cierta heterogeneidad cultural de las etnias chaqueñas.
El contacto cultural hispano-chaqueño dio origen en la época colonial a la formación de sociedades ecuestres, “mediando” la adopción indígena del caballo, la introducción del ganado lanar y el desarrollo de la manufactura del tejido. Con la moderna colonización blanca de la región chaqueña, el ambiente de recursos naturales aprovechables por los indígenas cambió substancialmente, iniciándose el proceso de aculturación y adaptándose los indígenas para sobrevivir subsistencial y culturalmente, de donde se producen importantes cambios en su cultura material.
2.2. Los grupos Kainganges-Gé, del área del Paraná e interiores. Son culturalmente paleolíticos, con préstamos culturales por influencia de los Guaraní y por la similitud del acondicionamiento ecológico-ambiental.
2.3. Los Guaraní y los Chané-Arawak, pertenecen al complejo cultural neolítico. Sus características principales son la orientación esencialmente agrícola a través del cultivo de túberos y de maíz, el gran dinamismo migratorio siguiendo el rumbo de los ríos, en busca de tierras apropiadas para ir abriendo nuevas rozas y la caza, que es la fuente de provisión de proteínas. La cocción de los vegetales va estrechamente ligada a la nueva manufactura: la cerámica. Sus viviendas eran grandes casas comunales que albergaban treinta o más familias y constituían unidades cooperativas. Una tipología de seres sobrenaturales orienta la expresión religioso-ceremonial (Maestro cultivador – Sol – Lluvia)
El entierro en urnas funerarias, hasta hoy día, puede arqueológicamente identificar el límite de la antigua expansión de los pueblos Guaraní neolíticos. La antropofagia era generalizada como parte del ritual tribal, del nuevo sembradío de maíz, como expresión de la victoria sobre el enemigo o también como medio de imposición de la autoridad parcial o tribal.
Socio culturalmente, los Guaraní prehistóricos se caracterizaban por su antropodinamismo y su incansable búsqueda de “tierra buena” para el cultivo, empero no constituían una unidad cultural compacta. Los Avá-Guaraní de la primera ola migratoria manifestaron una cultura proto-neolítica: pequeñas comunidades exclusivistas con jefes-chamanes, manufactura utilitaria, urnas funerarias con típica decoración por impresión digital. Los inmigrantes de la segunda ola ya atestiguan influencias culturales amazónicas y una cultura neolítica abierta: comunidades aldeanas integristas, con jefes guerreros y líderes socio religiosos-chamanes, manufactura utilitaria y ceremonial, urnas funerarias con decoración pintada y ornamentada, con producción agrícola sobrante y con el dominio canoero de  los ríos Paraná y Uruguay.
Las tribus Guaraní que entraron en contacto con conquistadores y con misioneros manifestaron todas un básico patrón cultural neolítico, pero cada una con sus propias variaciones culturales. Los Guaraní emigrantes del siglo XVI, Chiriguanos, asentados en la cordillera, llegaron a una simbiosis cultural de sus patrones tradicionales y patrones Chané preandinos. En la época colonial, los Guaraní provinciales se identificaron con la cultura rural criolla, y los Guaraní misionales vivían dentro de una homogénea cultura reduccional. Los Guaraní que desde la conquista quedaron independientes en la zona boscosa no colonizada del río Paraná, aún cuando adoptaron el “hacha de metal” y el “lienzo”, conservaron su cultura básica hasta finales del siglo XIX. Los representantes actuales son las tribus Mbyá, Chiripá y Pay Tavyterá, si bien exteriormente aculturados, conservan algunos elementos culturales tradicionales, aferrándose a sus tradiciones religiosas y luchando por la “tierra-roza” como símbolo de su etnicidad.
3. Etno-historia de los Chaqueños: desde antes de la conquista española los Guaycurú y Payaguá, chaqueños cazadores nómadas, representaban un peligro constante para los Guaraní cultivadores de la orilla oriental del río Paraguay robando sus cosechas. Cuando se asentaron los españoles en la comarca asuncena, estos Guaycurú y Payaguá proseguían con su táctica de “frontera chaqueña” hostil, interrumpida periódicamente por la “paz de trueque”. Los Guaycurú aprendieron la ventaja de poseer caballos y cautivos, se volvieron ecuestres y hasta fines del siglo XVIII constituían un verdadero peligro para el Paraguay colonial, asaltando estancias y poblados criollos y sembrando el terror entre los Provinciales, quedando ineficaces las expediciones punitivas y presidios erigidos en los “pasos de entrada” de los malones indígenas ecuestres.
Los Mbayá-Guaycurú ocuparon la zona norteña del Paraguay Oriental hasta el río Jejuí, provocando con sus periódicos asaltos la despoblación criolla y Guaraní. Recién durante el gobierno de Pinedo, Melo de Portugal y Lázaro de Ribera, los criollos recolonizaron el área norteña obligando a los Mbayá a emigrar a Matto Grosso, desde donde aún en la época del Dr. Francia (primer tercio del siglo XIX) asaltaban estancias formando tropillas de cuatreros.
Los Guaycurú del Sur, Abipones, Mocovíes y Tobas, también ecuestres, mantenían la zona sureña desde Villeta hasta Corrientes bajo constante amenaza de asaltos,, siempre en busca de caballar y del ganado, hasta fines del siglo XVIII, desintegrándose a causa de sus luchas intertribales.
Los canoeros-piratas Payaguá dominaban el río Paraguay hasta convertirse en el siglo XIX en vigías del río, al servicio de los criollos. Mientras que tribus antiguas, como los Lengua-Cochaboth, antecesores de los actuales Makás de Remanso Castillo, y la Maskoy, atacaban a los pobladores de la región oriental con el mismo fin de los Guaycurú, contra los que el gobierno colonial también tuvo que enviar expediciones punitivas.
Otras tribus chaqueñas entraron en contacto con el ambiente blanco recién en el siglo XIX, siendo la cultura material de estas tribus y de las que aún sobreviven las que el Museo expone y que se describen en este Sitio.
4. Etno historia de los Guaraní. Los Avá-Guaraní prehistóricos, en su avance hacia el sur de los Llanos Venezolanos, marginaban indudablemente a muchos pueblos, pero también ocurrirían plasmaciones raciales formándose nuevos grupos mediante la imposición lingüística y sujeción social “gentío que tiene dueño”.
Al iniciarse la conquista española, los Guaraní ocupaban las tierras entre los siguientes límites: en el antiguo Guayrá entre el río Tieté y el río Yguazú; la zona entre el río Uruguay y la Laguna de los Patos en la costa atlántica; la zona del río Uruguay y el río Paraná; la zona oriental entre el río Paraguay y el río Paraná, llegando al lago Miranda en el norte, y ocupando las mismas islas del río Paraná hasta El Tigre, en el sur.
Cuando los españoles establecieron sus asientos en Asunción, los Guaraní buscaban con ellos un pacto de alianza, pues su frontera ribereña (río Paraguay) estaba amenazada constantemente por los Guaycurú y Payagúa. Dieron su maíz a los españoles, prestaron sus flecheros como servidores y acompañante y pretendieron mantener la alianza por medio de la pauta “cuñado-tovayá”, que implicaba la reciprocidad y solidaridad a base de alianzas matrimoniales.
Desde el año 1555 los españoles aplicaron el reglamento de las “Leyes de Indias” y se introdujo el sistema de mitazgo, debiendo los Guaraní servir con su trabajo a sus “señores encomenderos” por tres o másmeses anualmente, cumpliendo de esta manera con el “tributo de vasallos del rey”. Los Guaraní que se rebelaban con armas eran condenados al status de “siervos perpetuos y hereditarios”, reunidos en las encomiendas de “yanacona”. Las encomiendas – suspendidas en Paraguay recién en 1863 – significaban un opresivo vasallaje económico y un cambio social profundo de los Guaraní; los indígenas reaccionaron con varias revueltas armadas pero sin éxito por falta de unidad socio política en las parcialidades rebeldes. Desde el siglo XVII en adelante, los Guaraní “hispanizados” constituían la principal masa de braceros-peones al servicio de los criollos particulares y para las obras públicas de la provincia.
A base de la premisa de la “incivilidad” y falta de economía de los indígenas, las Leyes de Indias exigían la formación de “tava-pueblos” exclusivos para los indígenas con fines de una rápida aculturación regional. Las antiguas aldeas Guaraní fueron anuladas y los indígenas aglomerados en los pueblos de Guaraníes “tava”, algunos de estos fueron Yaguarón, Altos, Atyrá, Tobatí, Guarambaré, Ypané, Arecayá, Caazapá, Yuty. En estos pueblos vivían bajo un sistema comunal corriendo la administración a cargo del gobierno provincial. Los “tava” perduraron hasta 1848, cuando Don Carlos Antonio López proclamó al Guaraní del pueblo como ciudadano paraguayo, y por ende, libre del sistema comunal denigrante.
Los jesuitas comenzaron su acción misionera entre los Guaraní que a principios del siglo XVIII no fueron colonizados. A causa de la amenazante búsqueda de esclavos de parte de los bandeirantes paulistas, los jesuitas tenían que translocalizar las reducciones de los antiguos Guaycurú, de los Tapes riograndenses y de algunos uruguayenses, aglomerando las reducciones en la zona de los ríos Paraná y Uruguay. Su sistema de “aculturación cristiana” fue impositivo y controlado, logrando una homogeneización cultural de los Guaraní. Rechazaron el sistema español de encomiendas, considerándolo atentatorio al derecho de “libertad natural” de los indios; no obstante aplicaron en las reducciones le sistema económico comunal, considerando a los indígenas”incapaces socioeconómicos”. También se negó a los Guaraní misioneros la comunicación directa con los criollos, viviendo en un encierro misional, aunque formaron una verdadera milicia Guaraní que con frecuencia intervenía en beneficio de las provincias vecinas.
Después de la expulsión de los jesuitas en 1767 y con la introducción del nuevo régimen civil, se inició una rápida decadencia de los Guaraní misioneros acostumbrados al absoluto dirigismo reduccional. Cuando la visita de Don Carlos Antonio López en 1846, pocos Guaraní aún quedaban en los pueblos: la famosa “Guerra Guaranítica”, la participación indígena en las tropas de Artigas y luego en las luchas argentinas, provocaron el desbande Guaraní  y su final mestizamiento con la población criolla.
Los Guaraní libres monteses, “salvajes”, “Kaynguá”, constituían el tercer núcleo, divididos en dos grupos: los Caremas de la zona Mbarayuense y los Apyteré de la zona Tarumá. Habitaban en la época colonial en la zona de yerbales explotados por los criollos; establecían con la peonada yerbatera algunos contactos de trueque, buscando hierro y lienzo, recurriendo esporádicamente a los asaltos violentos apeligrando los caminos del tráfico de la yerba.
Las tribus Guaraní que hoy sobreviven en el Paraguay Oriental son los Mbyá, los Chiripá-Avá y los Pay Tavyterá, quienes tiene estrecha filiación con los Guaraní monteses.
Entre los movimientos migratorios de los Guaraní debemos destacar dos: el del siglo XVI y el del siglo XIX. Los Itatines-Guaraní de la zona entre el río Apa y el río Miranda, emigraron hacia los Andes, constituyendo el núcleo de la tribu luego conocida con el nombre de Guarayú-Itatines. Mientras los inmigrantes Chiriguanos, oriundos de diferentes parcialidades Guaraní del Paraguay Oriental, se ubicaron en la zona pre-cordillerana, desde el río Guapay hasta el río Pilcomayo, manifestando una gran conciencia étnica y luchando por su independencia hasta el año 1888.
Otro movimiento migratorio tuvo lugar en la zona Altoparanaense, en el siglo XIX, con la ideología de la búsqueda de la mítica “Tierra sin Mal”. Emigraron de la zona Mbaracayuense y Amambayense tres tribus Guaraní: Apapocuva, Tañyguá y Oguaguiva, hacia la costa del mar y hacia “el centro de la tierra”, en Matto Grosso, Brasil. Tampoco faltaron luego simples migraciones de los grupos Guaraní paranaenses.


ADELINA PUSINERI
“Con rigor científico”, por Javier Yubi, publicado en ABC: 26 de julio de 2006
Adelina Pusineri tiene el doctorado en Historia por la Facultad de Filosofía de la UNA. Y en mayo cumplió diez años como directora del Museo Etnográfico Andrés Barbero. Una mujer de bajo perfil, pero de alto valor intelectual.
-¿Cuál es para usted el objetivo de la historia?
-Maestra de la vida, sin historia no hay futuro cierto.
-¿Qué heredó de la doctora Branislava Susnik?
-Un gran compromiso. Custodiar su gran obra, tanto intelectual como el museo mismo. Fue mi maestra y amiga, lástima que no se pueda heredar su sabiduría.
-¿Y de su padre (Carlos Pusineri Scala)?
-Creo que la pasión por la historia, pero lo más importante es que nos enseñó a amar, tanto a la familia como a la patria. Nos enseñó a conservar, guardar, pero por sobre todo a dar, a enseñar, sin mezquindades.
-¿Qué es lo peor y lo mejor de ser directora de un museo?
-No siento que pueda decir lo peor de ser directora. Al contrario, me dio todo lo mejor: ser continuadora de la doctora Susnik y el Museo Etnográfico Dr. Andrés Barbero es mi día a día, enseñando, atendiendo a investigadores y estudiantes. Y me dio la oportunidad de relacionarme con otras instituciones y universidades de América y Europa. Además, poder participar de congresos y seminarios y presentar mis modestas investigaciones.
-¿Con qué personaje de la historia se siente identificada?
-Me es difícil identificarme con un solo personaje. Me gustaría haber vivido en tiempo de los López.
-¿Quién es la verdadera Adelina Pusineri?
-Mamá, ama de casa, cocinera. Una mujer que sale mucho.
-¿A qué le tiene miedo?
-A la vejez.
-¿Un don de la naturaleza que le gustaría tener?
-La claridad del agua, la solidez de un árbol y las alas de un pájaro.
-¿De qué omisión se arrepiente?
-De muchas. Siempre quedan cosas pendientes en la vida, pero no me angustian.
-¿Piensa que durante la Conquista se cometieron aberraciones contra los indígenas?
-Es que conquista es violencia. Y siempre el conquistador es el vencedor, impone, domina, etc.
-¿Qué cosas le provoca la risa?
-Soy de risa fácil, así que casi todo lo que sea agradable: ver, sentir, comer, compartir y, sobre todo, viajar. ¡Pasear!
SEÑAS PARTICULARES
Adelina Rosario Pusineri de Madariaga nació en Asunción el 7 de mayo de 1950. En 1986 recibió su título de licenciada en Historia. En diciembre de 1988 entró a trabajar como secretaria de la antropóloga eslovena Branislava Susnik. A su muerte, en 1996, pasó a ocupar el cargo de directora del museo.
Participó de incontables seminarios y simposios, nacionales e internacionales, de su especialidad. Es divorciada, mamá de Santiago (28) y Luján (27).

Rehecha ha rehendusérô Mbo’ehára Adelina Pusineri-pe, ehesakutu ko’ápe:http://www.youtube.com/watch?v=64wBZ0Tal_0

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