Estimado David Galeano Olivera
Tengo el agrado de hacerle llegar en attach un trabajo de mi autoria titulado Migración de cabotaje y sincretismo cultural en el circuito amazónico-platino.
Le ruego lo haga circular entre sus colegas y de ser posible considere su publicacion.
Cualquier comentario le sera agradecido
Un abrazo
Eduardo R. Saguier Ph.D.
Museo Roca/CONICET
MIGRACIÓN DE CABOTAJE Y SINCRETISMO ETNOCULTURAL EN EL CIRCUITO AMAZÓNICO-PLATINO (*)
Por
Eduardo R. Saguier
Museo
Roca-CONICET
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original (hacer clic) en
(http://lenguaguarani.blogspot.com/2015/08/migracion-de-cabotaje-y-sincretismo.html)
Indice
I.-
Introducción. Hipótesis historiográficas y análisis geológicos
II.-
Utopía de integrar las cuencas hidrográficas y las expediciones de
Tabares,
Rodrigues
Ferreira
y Humboldt
III.-
Lucha entre tesis geopolíticas e integración de cuencas fluviales
IV.-
Desplazamiento de los límites fronterizos y fragmentación del
espacio amazónico
V.-
Dualismo geográfico en un continente hidrográficamente desintegrado
VI.-
Congresos de ingenieros latinoamericanos para integrar las cuencas
fluviales
VII.-
Intentos de romper la dualidad geográfica y mudanza de la capital
brasilera
VIII.-
Rivalidad entre opciones
integradoras y mutiladoras: operación
“Fitzcarraldo”
IX.- Integración
hidrográfica pan-amazónica en oposición al modelo continental.
X.-
Migración
de cabotaje y sincretismo etnocultural en el circuito amazónico
XI.-
Circuito amazónico-platino
XI-a.-
Primer
tramo o corredor paraguayo de la peregrinación mística
XI-b.-
Segundo
corredor brasilero meridional o frontera populista
XI-c.-
Tercer
tramo o corredor boliviano de la especialidad artesana nativa
XI-d.-
Cuarto
tramo o corredor peruano multi-étnico
XI-e.-
Quinto
tramo o corredor colombiano multi-lingüista
XI-f.-
Sexto
tramo o corredor septentrional brasilero y caboclo
XII.-
Obras hidráulicas y comparaciones históricas mundiales
XIII.-
Esterilidad de la pugna entre Argentina y Brasil, malversaciones del
BID-
Banco
Mundial y caracterización de las Hidrovías de América Latina
XIV.-
Bibliografía
Eduardo R. Saguier
I.-
Introducción. Hipótesis historiográficas y análisis geológicos
En
la histor iografía política, económica y sociológica que debate
el origen del subdesarrollo latinoamericano ha prevalecido una vieja
y problemática hipótesis geopolítica que subestima la
contradictoria realidad etnohistórica, hidrográfica y orográfica
del continente y le resta fuerza a una conciencia común, a un
destino manifiesto, y a un imaginario de expectativas
transformadoras a construir entre todas las naciones de América
Latina.
Esta
vieja hipótesis, inspirada en José Martí --cuando elaboró Nuestra
América—y
en cierto determinismo geográfico (Ratzel, Mackinder),
en la Escuela de los Anales, y en la obra de Fernand Braudel Felipe
II y el Mediterráneo,
sostiene que a diferencia de Europa, que por contar con el Mar
Mediterráneo, pudo despegar del atraso y el subdesarrollo y alcanzar
altos grados de cultura y civilización (con la exclusión del
Maghreb en la margen sur del Mediterráneo), Sudamérica en la
América Latina, como el África, al carecer de mares interiores,
con cursos de agua que comuniquen entre sí sus regiones más
profundas, se han convertido en complejos archipiélagos políticos,
demográficos y sociales, sin puentes, túneles ni viaductos pero
poblados con múltiples Robinson Crusoes (últimamente tuve
oportunidad de consultar fructíferamente la obra de Emil Ludwig
sobre el Mediterráneo).
Estos
archipiélagos están compuestos por islotes-naciones o ínsulas,
entre sí incomunicadas en materia etnohistórica, geográfica,
geopolítica, económica, cultural y lingüística, y transformados
en inmensos cotos de caza donde prevalece en cada uno la endogamia,
la corrupción y el atraso intelectual, científico y tecnológico.
Por cierto, ese atraso se extiende a múltiples políticas en una
diversidad de temas, tales como la etnográfica (estudios de las
relaciones entre costa, sierra y selva), la geológica (estudios de
suelos y lechos rocosos), la geomorfológica (estudios de relieve y
topografía), la hidrográfica (estudio de cuencas, humedales,
meandros, desecamientos, inundaciones, y vaguadas o thalweg),
la socio-económica (globalización interior, reciprocidad en las
redes sociales amazónicas, ver Hooper,
DeDeo, et.al.),
la geopolítica (dualismo geográfico), la demográfica (migraciones
e hibridaciones internas hispano-lusitanas, guaraní-arawak), la
lingüística (para
la reconstrucción de identidades lingüísticas y para las
difusiones lingüísticas, ver Hornborgy Hill, 2011),
la ecológica (cultural, antropológica, sistémica, histórica), la
etno-teológica (sincretismos chamánicos), la etno-botánica
(farmacopea), la agronómica (meteorización
química
de nutrientes en suelos y plantas amazónicas, en Ibáñez, 2006), la
diplomática, de relaciones internacionales y derecho internacional
público (internacionalización de hidrovias), y la ingenieril
hidráulica (canalización en istmos o varaderos y en humedales
previniendo desecamientos, controlando inundaciones
y
erosiones
y reteniendo sedimentos),
centrales para la integración continental. En materia
comunicacional, estos archipiélagos han obligado a implementar un
costoso transporte marítimo costero de larga distancia entre dos
océanos conectados sólo por el Cabo de Hornos, y más luego por el
Canal de Panamá; y en el caso de África, por el Cabo de Buena
Esperanza y más luego por el Canal de Suez; pero que perpetuaban
sus mutuas y estériles rivalidades, chauvinismos, y sectarismos
chamánicos.
Nuestro
trabajo pretende entonces refutar las hipótesis etnográficas,
geológicas e hidrográficas mencionadas, por cuanto en Sudamérica
las relaciones entre la sierra y la selva fueron milenarias, al
extremo de sostenerse que la población serrana no procede de Eurasia
o la Polinesia sino de su interior amazónico. Y a semejanza de
África, que posee en su interior grandes lagos (Chad, Victoria,
Tanganyica) que son la naciente de los ríos Nilo, Níger y Congo,
Sudamérica detenta al menos tres cuencas hidrográficas
perfectamente conectables entre sí (la del Orinoco, el Amazonas y
el Plata), separadas por cuatro macizos orográficos intermedios
(macizos andino, charqueño, platino y guyanés) que operan entre sí
como barreras o cuñas y cuyos orígenes arrancan desde hace
millones de años. Viene al caso referir, geología histórica
mediante, que hace diez o veinte millones de años, el Amazonas
desembocaba en el Océano Pacífico, y que cuando un millón de años
después; mediante choque, separación y deslizamiento de la placa
tectónica de Nazca, emergió la Cordillera de los Andes, se fue
formando simultáneamente una inmensa cuenca o mar interior (Than,
2006).
Este
mar, cuando Sudamérica se separó de África, fue buscando su
salida primero al Caribe (Golfo de Maracaibo), y luego al Atlántico,
hasta que en tiempos geológicos lejanos, entre el cretácico tardío
y el pleistoceno, hubo al menos seis fases de alza y quietud
tectónica, época en la cual el enorme espacio se fue desecando
(para la tectónica andina como causa de los cambiantes patrones de
drenaje en el mioceno del norte de Sudamérica, ver Horn;
Guerrero; Sarmiento y Lorente, 1995; y
Guerra-Turín, 2011).
En esa compleja epopeya geológica se fueron produciendo crecientes
zanjeados naturales de cuencas hídricas, con inundaciones,
avalanchas, aludes de rocas, minerales procedentes de erupciones
volcánicas, desprendimientos de laderas y polución
química natural o eutrofización,
y acompañadas
por la resistencia del sustrato geológico
para descomponerse y formar suelos, donde las cuencas mayores fueron
capturando y decapitando a las cuencas menores, y donde los suelos
fueron escoltados por múltiples aportes de sedimentos y
nutrientes (nitrógeno, fósforo, calcio, zinc, manganeso). El
escurrimiento de aguas y
consecuente floración y proliferación de algas y larvas fueron
drenando la vida acuática, formando películas
bacterianas, humedales, pantanos y ciénagas, y suelos ácidos, y fue apareciendo vegetación emergente dando lugar con el correr de los milenios a inmensos sistemas forestales y muy posteriormente a primitivas faunas silvestres (Cleary, 1990; Albergaria de Queiroz, 2013).
bacterianas, humedales, pantanos y ciénagas, y suelos ácidos, y fue apareciendo vegetación emergente dando lugar con el correr de los milenios a inmensos sistemas forestales y muy posteriormente a primitivas faunas silvestres (Cleary, 1990; Albergaria de Queiroz, 2013).
Para
el propósito de estos análisis historiográficos, etnográficos,
geopolíticos, geológicos e hidráulicos nos hemos propuesto indagar
los proyectos pioneros de canalización comenzando con las
expediciones de Tabares, Fritz, La Condamine, Rodrigues Ferreira, y
Humboldt, y siguiendo con la lucha entre tesis geopolíticas opuestas
para el análisis de la integración de las cuencas hídricas. Entre
esas tesis hemos jerarquizado el dualismo
geográfico, el desplazamiento de los límites fronterizos, y la
consecuente fragmentación del espacio amazónico en un continente
hidrográficamente desintegrado.
Como derivación de esa disputa y esa fragmentación estudiamos los
frustrados congresos
de ingenieros latinoamericanos que se convocaron para estudiar la
integración de las cuencas fluviales y sustituir los planes
ferroviarios. Para
analizar los intentos de romper la dualidad geográfica estudiamos
la
globalización y el cabotaje interior del circuito amazónico
desagregado en seis (6) grandes tramos o corredores y sus respectivos
afluentes, y su impacto en el mercado interno sudamericano
(migratorio, laboral, productivo, educativo, cultural, etc.), la
operación
“Fitzcarraldo” y
la faraónica mudanza de la capital brasilera a Brasilia, seguida por
el enfrentamiento entre las opciones integradoras
y las mutiladoras.
Para
investigar la integración
hidrográfica pan-amazónica analizamos las obras de ingeniería
hidráulica
y las ponemos en contraste
con varios ejemplos históricos mundiales. Y como conclusión
tomamos conciencia de las malversaciones del BID-Banco Mundial, de la
esterilidad de la pugna entre las ínsulas mayores (Brasil y
Argentina) y de la necesaria internacionalización de las hidrovías
interiores de América Latina.
II.-
Utopía de integrar las cuencas hidrográficas y las expediciones de
Tabares
Rodrigues
Ferreira
y Humboldt
La
utopía de integrar las cuencas hidrográficas del Orinoco, del
Amazonas y del Río de la Plata comenzó muy lenta y esporádicamente.
Se inició con la aventura expedicionaria del bandeirante portugués
Antonio Raposo Tabares (que violaba la línea fronteriza del Tratado
de Tordesillas), a través de los ríos Guaporé-Madeira hasta la
boca o estuario del Amazonas luego de producida la rebelión de
Portugal contra la dominación Habsburga (1648); y siguió con las
expediciones cartográficas del jesuita Samuel Fritz en el Amazonas
de fines del siglo XVII, y de la llegada al Ecuador del hijo de la
Ilustración Francesa el explorador Charles Marie de La Condamine en
1735; la expedición amazónica del portugués Alexandre Rodrigues
Ferreira (1783-1792), patrocinada por la reina María I, y los
descubrimientos en Venezuela del naturalista prusiano Alexander von
Humboldt en 1799.
Humboldt
conocía los intentos de construir canales en Grecia, Egipto, China
y Rusia. En la Grecia antigua, el Canal de Corinto conectaba el Egeo
con el Golfo de Corinto. En el Antiguo Egipto, el canal de los
Faraones ligaba el Río Nilo con el Mar Rojo a través de la
depresión
de Wadi
Tumilat, y la obra fue comenzada por Darío el Grande cuando Egipto
estuvo invadido por los persas (510 A.C.), y más tarde desarrollada
por Ptolomeo II Filadelfio (282 A.C.), nieto de Alejandro el Grande,
luego por el emperador romano Trajano (117 D.C.), y finalmente en el
siglo XIX por el ingeniero francés Ferdinand de Lesseps (1869). En
China, el Gran Canal de 1800 kilómetros, que venía de Pekin y unía
los ríos Amarillo y Yang-Tsé, construido por los emperadores a lo
largo de sucesivas dinastías había sido mencionado por Marco Polo
y el sinólogo jesuita Matteo Ricci (Needham, 1986; Avarello, 2015).
Como
Humboldt también estaba al tanto de los avances en Rusia del Canal
Mariinsk,
que ligaba el Río Volga con el Mar Báltico (de 368 kilómetros de
largo),
habría querido emular esos antecedentes históricos y remontando el
Orinoco y las bifurcaciones del Casiquiare, en la Amazonía,
descubrió la función natural de este último (esta expedición fue
repetida dos siglos más tarde por otro alemán Klaus Reckling).Y en
un intento de extender sus investigaciones hidrográficas (Del
Orinoco al Amazonas. Viaje a las Regiones Equinocciales del nuevo
continente),
Humboldt envió a su socio y colega, el botánico y naturalista
francés Aimée Bonpland al Paraguay, para que explorara la
integración fluvial de la cuenca del Plata y el Alto Paraguay con el
Río Amazonas, lo que se frustró por la anacrónica actitud del
dictador José Gaspar Rodríguez de Francia, crudamente retratado por
Augusto Roa Bastos en Yo
el Supremo (Kohlhepp,
2005).
III.-
Lucha entre tesis geopolíticas e integración de cuencas fluviales
En
el siglo XIX, la Convención Preliminar de Paz (1829) precipitada por
la denominada Guerra Cisplatina entre las Provincias Unidas del Río
de la Plata y el Imperio de Brasil, logra la creación de la
República Oriental del Uruguay (ROU) y con ella la libre navegación
del Plata. Y en la segunda mitad del siglo XIX, en
1851, la Cancillería brasilera a través del Tratado de Comercio,
Navegación y Límites otorgó al Perú, a instancias de Ramón
Castilla, la facultad de comercializar y navegar (incluso sus barcos
de guerra) a través de las naciones amigas, la misma política
exterior que venía impulsando en la Cuenca del Plata contra el
monopolio de la misma por el Dictador de la Confederación Argentina
Juan Manuel de Rosas. Dos años después, en 1853, el
presidente peruano Ramón Castilla, emulando al presidente boliviano
José Ballivián y su gestación del departamento de Pando, creó en
el oriente peruano la provincia de Loreto, y ocho años más tarde,
en 1861, el propio Castilla designa como su capital a Moyobamba
(antigua sede de la Comandancia General de Maynas)
y actualmente sede de la Escuela de Justicia Intercultural, la que
recoge
las expresiones idiomáticas y costumbristas practicadas en las
Comunidades Nativas de las etnias Awajún, Quechuas, Aguarunas,
Lamistas, Chayahuitas, Shawis, Kandoshis, Shipibos y
Cocama-Cocamillas.
Pero
sólo a partir de 1866, una vez capturada la boca del río Putumayo,
los ríos amazónicos fueron definitivamente liberados a los barcos
de otras banderas que quisieran navegarlos. Este reclamo venía
siendo cultivado por la burguesía mercantil peruana para romper el
monopolio comercial de Belén que tenía atenazado a los comerciantes
de Iquitos y al departamento de Loreto (a semejanza de la lucha
librada por la burguesía mercantil de Asunción y Corrientes contra
el monopolio comercial de la burguesía porteña). Diez
años más tarde, en 1876, se repitió la operación librecambista
con la Colombia amazónica, pues se firmó el Acuerdo de Libre
Navegación del Río Putumayo, cuando Colombia había perdido ya el
control de su desembocadura. Más a fines de siglo, cuando Colombia
se encontraba envuelta en la Guerra de los Mil Días, los
comerciantes colombianos --a diferencia de los de Iquitos—demostraron
carecer del mismo empuje burgués.
Más
luego, finalizada
la Guerra de Crimea, en Europa se concertaba el Estatuto de los Ríos
Internacionales y se firmaba entre Francia, Alemania, Suiza, Bélgica
y los Países Bajos el Convenio de Mannheim (1868), que vino a
revisar el Convenio de Mainz de 1831 y a internacionalizar los ríos
Rhin y Danubio (Álvarez,
2000).
El emperador Pedro II, que había sido apremiado por las
dificultades para aprovisionar sus ejércitos en la Guerra de la
Triple Alianza, tanto desde el Alto Paraguay como desde el Alto
Paraná, ordenó actualizar los proyectos de integración de las
cuencas fluviales. Estos proyectos fueron promovidos desde la década
del sesenta del siglo XIX por Domingo F. Sarmiento y por el Ingeniero
militar brasilero Eduardo Jose de Moraes, y consagrado en su libro A
Junccao Do Amazonas Ao Prata: E Estudo Sobre O Rio Madeira (1890).
A
punto de terminar la guerra de la Triple Alianza, como respuesta a la
creación en el oriente peruano de la provincia de Loreto (1853) con
su capital en Moyobamba por parte del presidente Ramón Castilla y
para que no se repitieran las tristes experiencias que ocurrieron en
los Fuertes Coimbra y Corumbá (que desataron la guerra), el
emperador Pedro II buscó afianzar la frontera amazónica brasilera
capturando las bocas de los ríos Caquetá y Putumayo, y ordenó
para ello en 1867 reforzar
el fuerte de Tabatinga a orillas del Amazonas, ubicado a siete días
de navegación río arriba de Manaos y tres días río abajo (por el
Tratado de Madrid este fuerte debió haber sido devuelto a la corona
española, Zárate Botía, 2001, 254). Como réplica, el Presidente
Peruano Mariano Pardo creó ese mismo año la Comisión Hidrográfica
del Amazonas y envió desde Iquitos ahora de hecho la capital del
Departamento de Loreto (recién es designada capital en 1898, ver
Stanfield, 2009) al Ingeniero
Manuel Charón para que funde frente mismo a Tabatinga una fortaleza
en donde antes había estado el Fuerte Ramón Castilla, antiguo San
Antonio de las Amazonas, copando de esa forma la boca del río Napo
(ver Sevilla Pérez, 2013, 111).
Charón
rebautizó el lugar con el nombre de Leticia, en recuerdo de su amada
Leticia Smith Buitrón, hija del cónsul británico en Iquitos. Medio
siglo más tarde Leticia pasó a poder de Colombia por obra del
Tratado Salomón-Lozano (1927). Pero cinco (5) años después de
ratificado el Tratado, en 1932, el dictador peruano Sánchez Cerro se
plegó a la toma de Leticia por parte de pobladores de Iquitos
desatando con ello una guerra con Colombia, que fue una guerra aérea,
y que finalizó una vez que fue asesinado en 1933 (ver
Camilo
Restrepo, 2001). Como simple antecedente histórico a tener en
cuenta, la guerra por el control de los ríos interiores es lo que
habría llevado en un remoto pasado --a juicio del arqueólogo Arthur
Demarest— al colapso de la civilización maya, en especial los
conflictos por el dominio del río La Pasión, afluente del
Usumacinta.
También,
para esa época de fines del siglo XIX--en que trascendían las
noticias sobre la aventura de David Livingston y Henry Stanley de
intentar conectar el Nilo con el río Congo (1874-75), y en que las
compañías navieras inglesas, usufructuando la libre navegación de
los ríos, sacaban sin límite la goma de las amazonías boliviana,
peruana y ecuatoriana, pagando tributo en la Aduana de Iquitos-- el
cauchero peruano Carlos Fermín Fitzcarrald López descubrió en
1891 el istmo o varadero (retratado por el cineasta Werner Herzog)
que comunica las cuencas de dos ríos alto-amazónicos paralelos, el
Apurimac-Ucayali y el Madre de Dios-Manu (o
río Amarumayo).
Este pionero hallazgo circunvalador le permitió sacar el caucho
por el río Madeira y por medio de ese arduo rodeo eludir la gravosa
aduana peruana de Iquitos, en lo que damos en denominar la operación
“Fitzcarraldo”. Pero lo que lamentablemente no pudo eludir
Fitzcarrald fue la Aduana de Belem do Pará, en la boca del Río
Amazonas.
Contemporáneamente
con Fitzcarrald López, y una vez caído Pedro II e inaugurada la
República del Brasil (1889), el poder político se descentralizó, y
la
fiebre o boom del caucho (látex o leche
maldita)
en el mercado mundial desplazó la frontera brasilera aún más hacia
el oeste y consolidó su frontera con el Chaco paraguayo y boliviano.
La Fortaleza Principe da Beira (Matto Grosso) —fundada en el
siglo XVIII por el Ministro Pombal-- era el mojón principal de esa
nueva frontera cuyo influjo se extendió hasta alcanzar las mismas
estribaciones de la cordillera andina (El Acre). Las fortalezas o
fortificaciones eran entonces verdaderos “marcos de frontera”,
más por su valor simbólico que por su persuasión militar (Zárate
Botía, 2001, 238). Este desplazamiento de la frontera interna generó
en Brasil una identidad geográfica dinámica, caracterizada por una
marcada dualidad entre la inmensa amazonía occidental y el macizo
oriental platino (denominado
de esa forma por desembocar sus ríos en el Plata),
y paralelamente una desintegración hidrológica continental entre
dos grandes ríos con afluentes y estuarios políticamente
asimétricos pero de necesario curso internacional.
Pero
sin perjuicio del avance de la frontera occidental, multitud de ríos
localizados en el centro del Brasil quedaban aún cartográficamente
vacíos, sin conocerse sus nacientes y desembocaduras. A comienzos
del siglo XX, en 1914 (tan solo tres años después que Hiram
Bingham descubriera Macchu Pichu), el ex presidente norteamericano
Teodoro Roosevelt (invitado por el Presidente del Brasil Hermes da
Fonseca), fascinado con la exploración de territorios desconocidos
de África y América Latina, implícitamente interesado en la
interconexión de las cuencas fluviales del Plata y el Amazonas, y
siguiendo las huellas del bandeirante Raposo Tabares, del topógrafo
inglés Percy Harrison Fawcett (demarcador de la frontera entre
Bolivia y Brasil) y
del explorador Arnold Savage-Landor (descubridor del río Juruena
afluente del Tapajós),
se integró a una expedición científica encabezada por el militar
caboclo Cándido Rondon destinada a la búsqueda de la desembocadura
del Río de la Duda. La expedición partió desde Puerto Cáceres
(Mato Grosso) en el Alto Paraguay (pues Roosevelt había llegado vía
fluvial procedente de Buenos Aires donde estaba de visita informal),
luego atravesó la meseta o chapada
dos
Parecis (en
el altiplano o planalto del
estado
de Mato-Grosso del Norte), donde
nacen desde distintas serranías los ríos Aguapei, Alegre, Xingú,
Araguaia, Juruena y Ji-Paraná o Machado, buscando el río
Tapirapué o de la Duda (afluente del río
Aripuaná),
posteriormente bautizado Roosevelt, y desembocando en el curso bajo
del Madeira y luego en el Amazonas, epopeya en la que como Raposo
Tabares en el siglo XVII casi pierde la vida y aceleró su muerte
temprana (Wasserman, 2009). Recientemente, un bisnieto de Roosevelt
vino a celebrar un homenaje prestado a su abuelo por numerosos grupos
étnicos del Xingú en Cuiaba (Mato Grosso), seguramente anhelantes
de integrar las cuencas fluviales de Sudamérica, tal como
tácitamente lo soñara Thedy Roosevelt, quien no podía comprender
la rivalidad existente entre Brasil y Argentina. En el caso del río
Juruena (rama
madre del río
Tapajós),
este fue hábitat del grupo étnico Nambikwara, el escenario de las
investigaciones practicadas más tarde por el antropólogo belga
Claude Levi-Strauss.
Efectivamente,
las fronteras y límites políticos varían con la estructura
hidrográfica, alcanzando en esto relevancia el dominio de los
estuarios y de las nacientes o cabeceras de los grandes ríos. En el
caso del Amazonas, si bien el estuario corresponde a Brasil, sus
afluentes o tributarios más occidentales le pertenecen en
forma
de
estructura arbórea o dendrítica
a
los países andinos (Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia) y a Venezuela
y las Guayanas. Y en el caso del Plata, si bien sus afluentes
(Paraná, Paraguay, Iguazú, Uruguay) pertenecen a Brasil, y otros de
sus afluentes corresponden a Bolivia (Bermejo, Pilcomayo), el
estuario les pertenece a la Argentina y a la República Oriental del
Uruguay (ROU), en forma compartida, desde la Convención Fluvial de
1857 (Greño Velasco, 1972, 103).
Sin
embargo, en el caso del Plata, la particularidad geológica es que el
thalweg,
vaguada,
o
línea de agua más profunda, pasa
por la costa oriental del río y beneficia a los puertos uruguayos
(Nueva Palmira, Montevideo). Por ese motivo, las autoridades
argentinas, resentidas por su inferioridad portuaria y por la
instalación de la Pastera Botnia frente a Gualeguaychú (Entre
Ríos), arguyeron recientemente excusas sanitarias para clausurar el
amarradero de la Isla La Paloma, en territorio argentino, donde una
larga fila de buques paraguayos espera el turno para transferir su
carga (soja y manganeso) en el puerto de Nueva Palmira a buques
graneleros de alta mar. Moraleja, los exportadores paraguayos se
encuentran expuestos a los caprichos políticos del gobierno
argentino para sacar su producción al Atlántico.
IV.-
Desplazamiento
de los límites fronterizos y fragmentación del espacio amazónico
La
desarticulación física y política del espacio latinoamericano como
prolongada secuela de las Reformas Borbónicas (Tratado de Madrid,
1750), de la expulsión de los Jesuitas (1767), de las revoluciones
de Independencia (1810), de la formación de los modernos
estados-naciones (1862), y de la fiebre cauchera sin duda colaboró
en fracturar también el espacio amazónico.
Sin
embargo, este espacio geo-hídrico ya venía partido en dos mitades
asimétricas por obra de la antigua voluntad papal, donde el borde
occidental de la mitad geográfica más reducida, la oriental
portuguesa, se fue corriendo incesante y progresivamente hacia el
oeste. En efecto, la Bula Inter
Caetera
de 1493 fijó la frontera a 100 leguas al oeste de las Azores; el
Tratado
de Tordesillas
de 1494 lo estableció a 370 leguas al
oeste de las Islas del Cabo Verde; y se corrió aún más al oeste
con la fundación de Manaos en 1667, y quince años después, con la
fundación de la Colonia del Sacramento en la Banda Oriental (1680).
Más tarde, el Tratado de Madrid de 1750, ratificado por el Tratado
de San Ildefonso (1777), al ceder España a Portugal el territorio
del Mato Grosso a cambio de la Colonia del Sacramento, la frontera
interior se corrió aún más al oeste hasta el extremo oriental del
río Guaporé, donde el Ministro Pombal estableció la fortaleza
Principe da Beira (1750), que aún hoy subsiste como museo y dos años
después declara a Vila
Bela da Santissima Trindade
como capital de Mato
Grosso.
Y la frontera con el espacio platino también se acentuó por cuanto
la fortaleza Principe da Beira impuso una barrera artificial entre la
Amazonía y el Gran Chaco boliviano y paraguayo.
La
fragmentación de la Amazonía se profundizó al ordenar Pedro II en
1867 reforzar el Fuerte de Tabatinga en el Amazonas, pues de esa
forma Brasil capturó las bocas de los ríos Caquetá y Putumayo.
Como represalia, Perú ordenó refundar el puerto de Leticia, pero
sorprendentemente el gobierno de Tomás Cipriano de Mosquera, en
Colombia, no actuó en defensa de la boca del Putumayo. Estas
mudanzas geográficas sumadas a los efectos de la Fiebre del Caucho
hicieron que la burguesía peruana de Iquitos centralizara las
actividades de los frentes caucheros amazónicos, verdadero
instrumento de la peruanización del Oriente (ver Esvertit, 2001,
253; y Sevilla Pérez, 2013, 111). Dicha explotación y
centralización generó toda suerte de migraciones forzadas, de
refugiados, de desertores entre la población autóctona y de
resistencia a la sedentarización y al trabajo esclavo dada su
naturaleza bifurcada, marcada por las épocas de creciente y bajante
de los ríos y por la diferencia entre tierra firme (de población
sedentaria) y zonas de várzea (de población nómade). Por otro
lado, merced a los siringueiros (una migración interior de origen
caboclo procedente predominantemente de Ceará, sugerida por Euclides
da Cunha, secretario del ministro Rio Branco, en lugar de una
vulnerable migración europea), la frontera brasilera se corrió
desde los puertos de Manaos, Tabatinga y Corumbá–que eran la
última línea de defensa
de la mítica “costa interior”-- hasta
las estribaciones de la cordillera oriental peruana y las tierras
bajas de la Amazonía boliviana (el Acre).
Este
desplazamiento de la frontera (semejante al que encaró Argentina en
la Patagonia austral) incidió para que Bolivia y Brasil se
enfrentaran entre sí en la Guerra Acreana (1902-1903); y para que
Perú, luego de una serie de incidentes armados (1903) ocupara
territorios del Acre que habían perdido los bolivianos, y que luego
consiguió retenerlos mediante negociaciones diplomáticas aduciendo
la “legítima propiedad de los espacios no explorados” (Tratado
Velarde-Rio Branco, 1909, en Garay Vera, 2009). Más luego, el
Canciller Rio Branco se benefició de la confrontación desatada
entre Perú y Bolivia, así como del enfrentamiento entre Colombia y
Perú, donde el
Fuerte Ramón Castilla, antiguo San
Antonio de las Amazonas,
había
sido rebautizado en 1867 por el ingeniero peruano Manuel Charón con
el nombre de Leticia. Finalmente, en 1908, el canciller Rio Branco
confrontó con el canciller argentino Estanislao Zeballos (que
aparentemente desconocía la obra de Eduardo Moraes). En esta
oportunidad el conflicto quedó circunscripto a la dimensión de las
respectivas flotas de guerra (cantidad y calidad de los acorazados),
con total desaprensión por la cuestión más determinante de la
integración de las cuencas fluviales.
En
conclusión, así como Brasil edificó su costa interior en la ribera
de la cuenca amazónica, copando la desembocadura de los ríos
afluentes (Negro, Caquetá y Putumayo), el Perú,
lindante
con el río Amazonas también fue construyendo su propia costa
interior, copando la desembocadura del río Napo en perjuicio del
Ecuador, y fue sacando la producción de su espacio por el único río
a su alcance, el Río Amazonas. Por el contrario, Colombia y Ecuador
vieron muy socavada la posibilidad de construir su propia costa
interior. No obstante, la prolífica cuenca del Río Amazonas ofrecía
afluentes alternativos que podían adoptarse acudiendo a verdaderos
istmos o varaderos, tal como fue el caso citado de Fitzcarraldo. Sin
embargo, pese a los trajines de una diplomacia burocratizada y
ritualizada, al tratar de disociar ambas costas interiores y
seccionar los ríos que eran contiguos y/o sucesivos (como los ríos
Putumayo, Caquetá/Japuré y Guainía/Negro) y pertenecientes a todos
los vecinos de la cuenca, sus antiguos pobladores mantuvieron
estrechos contactos sociales, económicos y culturales.
Pero
quienes controlan arbitrariamente la desembocadura de un río, ya
fuere el caso del Amazonas, el Plata, el Putumayo o el Napo,
monopolizan la cuenca. Ese fue el secular y trágico caso del
Danubio, en la Europa oriental, a lo largo de todo el siglo XIX,
pues fue poseído intermitentemente por la Rusia Zarista y el Imperio
Otomano en perjuicio de Rumania y Ucrania. El Imperio Otomano se fue
desflecando primero con la independencia griega, luego con la
conquista francesa de Argelia y se terminó desplomando con la Paz de
Versalles (1919), todo lo cual explicaría el fracaso interpretativo
de Braudel sobre el Mediterráneo, señalado al comienzo de este
escrito.
V.-
Dualismo
geográfico en un continente hidrográficamente desintegrado
Como
fruto de la post-guerra de la I Guerra Mundial (1919),
se
asiste al pasaje teórico y retórico de la homogeneidad étnica a la
heterogeneidad geográfica,
acentuada
por el influjo de autores como Friedrich Ratzel (1903), Rudolf
Kjellen (1916) y Camille Vallaux (1921), que
fue desplazando de la cartelera al pensamiento sociológico
(Durkheim, Weber). Así como para el Perú se desarrolló una
concepción geográfica triádica y estática con la crítica
combinación de costa, sierra y selva, donde la selva era un
territorio colonizado por pueblos primitivos, sin historia y sin
contacto alguno con la sierra andina (ver obra de Uriel García, en
Viola Recasens, 1993, 8); el
geógrafo español Carlos Badia Malagrida en El
factor geográfico en la política sudamericana
(Madrid, 1919) desarrolló para el Brasil la tesis de un dualismo
geográfico irresuelto entre las recientemente anexadas tierras bajas
de la Amazonía y el macizo sud-oriental platino. Más aún, el
geógrafo uruguayo Luis
Cincinato Bollo propuso el mismo año en su libro South
America, past and present (1919)
la integración de las cuencas fluviales sudamericanas, las del
Orinoco, Amazonas y el Plata.
Diez
años más tarde, el
geógrafo Clarence F. Jones levantó un mapa del Río Madeira
publicado en Agricultural
Regions of South America
(Worcester, 1928); y el ingeniero francés Roger
Courteville, alentado por la búsqueda de la ciudad perdida que
había explorado Fawcett (quien había desaparecido a orillas del
río Batoví, afluente del alto Xingú en 1925, a manos de indios
silvícolas
(caníbales o antropófagos) y en su rescate se habían practicado
una docena de frustradas expediciones, ver Hawke, 2009), investigó
dos años después, en 1930, una ruta fluvial integradora que iba
del Plata al Amazonas por el curso del Madeira, más arriba que las
ensayadas en el mismo río por exploradores victorianos, tales como
Fawcett, Savage-Landor y Rondon-Roosevelt. Esta nueva ruta iba por
el Río Guaporé, la misma vía contigua con las tierras bajas del
Alto Perú o Audiencia de Charcas (Bolivia) que el bandeirante
Antonio Raposo Tabares supuestamente surcara en 1648 (antes que se
fundara Manaos), que el Ministro Pombal amojonara en 1776 con la
edificación de la Fortaleza
Príncipe da
Beira (aún subsistente en Rondonia como reliquia arqueológica), y que el Mariscal Rondon demarcó en 1930 como límite fronterizo entre Brasil y Bolivia (Botelho Lucidio, 2013).
Beira (aún subsistente en Rondonia como reliquia arqueológica), y que el Mariscal Rondon demarcó en 1930 como límite fronterizo entre Brasil y Bolivia (Botelho Lucidio, 2013).
A
fines de la década del 30 prevalecieron las tesis geopolíticas
dualistas defensoras de las fronteras naturales (integración
política en el seno de las cuencas hidrográficas respectivas), que
encuentra como su promotor original a Badia Malagrida. Estas tesis
aventuraban una eventual secesión amazónica que se iba a
desprender del Brasil republicano --semejante a la fragmentación que
aconteció a partir de la independencia en el espacio
hispanoamericano-- si este país no encaraba fuertes políticas
públicas para contrarrestarla. Pero ello fue rebatido por la tesis
expansionista y realista del militar brasilero Mario Travassos
(1938), quien a contrapelo de Pedro II y de Moraes, centraba el motor
geopolítico del Brasil en la oposición sistemática entre las
cuencas del Amazonas y el Plata, y en el eterno conflicto entre ejes
geográficos opuestos, de los ejes transversales/horizontales contra
los ejes longitudinales/verticales, cuyo principal objetivo era
monopolizar la circulación del tráfico y de la producción del
hinterland
impidiendo
que ésta se filtrara hacia el sur (Zugaib, 2006; Varella Neves,
2013).
Paralelamente,
Travassos le atribuía a la cuenca
amazónica una potencialidad de naturaleza centrípeta, semejante a
la que poseía la cuenca del Plata, capaz de precipitar la
fabricación de un arborescente espacio geográfico de dimensión
nacional, que supuestamente desmentía la tesis de Badia Malagrida
acerca del dualismo geográfico, pero que no advertía sus fuertes
efectos regresivos.
El travassismo
estuvo entonces influido por las teorías del “área pivote” o
núcleo vital,
del
inglés Halford Mackinder (1904), que veía al Brasil como una
potencia continental, para lo cual privilegiaba la conexión del Mato
Grosso con el “Triángulo Estratégico” Boliviano (Santa Cruz,
Cochabamba y Sucre o más luego Tarija), y su eventual anexión a los
efectos de neutralizar el expansionismo ferroviario argentino, que
había llegado a su fin con la crisis del 30 y la II Guerra Mundial.
Con posterioridad, Regis Debray y el Che Guevara, bajo el influjo
de Mackinder, eligieron este triángulo (Valle Grande) para localizar
su “foco guerrillero” (Pfrimer & Roseira, 2009; Favaro
Martins, 2011).
Para
estos geopolíticos brasileros, las cuencas del Amazonas y del Plata
así como la hoya amazónica y el macizo boscoso del Chaco debían
estar fatalmente separados debido a las barreras geológicas de los
Macizos de Charcas (Boliviano) y Guyana, cuñas o barreras entre
las cuencas del Orinoco, el Amazonas y el Plata, que hacía que sus
caudales de agua se volvieran entre sí antagónicos y supuestamente
imposibles de modificar por la mano del hombre (Farias, 2004; Severo,
2012). Estas barreras geológicas eran semejantes al rol que cumple
en Europa la meseta ubicada al norte de los Alpes desde donde parten
las cuencas de los ríos Rhin y Danubio; en Asia, el macizo tibetano
como cuña entre las cuencas de los ríos Yang-Tsé (China
continental) y Lancang-Mekong
(Sudeste Asiático); y en Asia Menor, la Meseta Central de Anatolia
(Turquía) que da lugar a la media luna fértil, comportándose
como cuña (buffer
zone)
entre la Mesopotamia (ríos Tigris y Eufrates) por un lado, y el Río
Jordán en Palestina por el otro.
VI.-
Congresos
de ingenieros latinoamericanos para integrar las cuencas fluviales
En
la década del 40 y en medio de la crisis desatada por la II Guerra
Mundial, y la decadencia del costoso tráfico ferroviario financiado
por el golpeado capital inglés, diversos
congresos de ingenieros latinoamericanos alentaron los estudios
hidrográficos con el no oculto objetivo de integrar las cuencas
fluviales del continente. En efecto, la Conferencia Regional de los
Países del Plata, reunida en Montevideo a comienzos del año 1941
(con la participación de los cancilleres Alberto Guani, Alberto
Ostria Gutiérrez y Luis Andrés Argaña), el III Congreso Argentino
de Ingeniería, celebrado en Córdoba el 4 de julio de 1942, la V
Convención de la Unión Sudamericana de Asociaciones de Ingenieros
(USAI) reunida en Montevideo del 9 al 16 de marzo de 1947, y el I
Congreso Panamericano de Ingeniería, celebrado en 1949 en Rio de
Janeiro, resolvieron recomendar a los estados y asociaciones de
ingenieros que continúen y coordinen mediante comisiones técnicas
mixtas, los estudios ya existentes (Cincinato Bollo, Courteville)
sobre la posible conexión o integración de los tres grandes
sistemas hidrográficos de la América del Sur: el Plata, el Amazonas
y el Orinoco. El diplomático boliviano Ostria Gutiérrez se
hallaba muy prendado por la geopolítica. Por el contrario, el caso
del anfitrión uruguayo Alberto Guani, se trataba de un ferviente
antifascista de filiación política colorada; y en el caso del
paraguayo Luis A. Argaña (padre del asesinado vicepresidente Luis M.
Argaña), le
correspondió definir la posición paraguaya en favor de la alianza
democrática en la Conferencia de cancilleres de Río de Janeiro
(1942).
Y
el año 1947, otro geógrafo, Horacio Gallart, levantó la apuesta
de los Congresos y Conferencias citados registrando y publicando
numerosos mapas e ilustraciones de la misma ruta fluvial.
Como
consecuencia directa de estas investigaciones cartográficas,
exploraciones hidrográficas y recomendaciones de organismos
regionales y asociaciones profesionales, el ingeniero Gabriel del
Mazo, representante del Radicalismo argentino y ex presidente
de la Federación
Universitaria Argentina (1920), devenido desde hacía años en el vocero político de los ingenieros reformistas (La Línea Recta), y del pensamiento regenerador de la Reforma Universitaria de Córdoba, formuló en forma pionera en 1948, ante el Parlamento argentino, un proyecto de resolución
de integración fluvial a escala continental. Este proyecto cayó en saco roto, pues ambos bonapartismos, el brasilero como el argentino, tenían puestas sus miras en objetivos puramente proteccionistas e industrialistas.
Universitaria Argentina (1920), devenido desde hacía años en el vocero político de los ingenieros reformistas (La Línea Recta), y del pensamiento regenerador de la Reforma Universitaria de Córdoba, formuló en forma pionera en 1948, ante el Parlamento argentino, un proyecto de resolución
de integración fluvial a escala continental. Este proyecto cayó en saco roto, pues ambos bonapartismos, el brasilero como el argentino, tenían puestas sus miras en objetivos puramente proteccionistas e industrialistas.
No
obstante, estos ingenieros estaban vinculados a la ingeniería
hidráulica (diques, muelles, malecones, esclusas, canales,
endicamientos), y a los discípulos del Ing. Luis Huergo--enfrentados
a los ingenieros ferroviarios-- tales como los ingenieros Lifschitz
Jarco, Minervini, Fraga, Pollitzer, Galmarini, Rubinstein, y
Suasnabar (Candioti, 1920, 726-759).
Esta
fascinante formulación de política continental ocurría cuando
simultáneamente en Europa la Comisión Central para la Navegación
del Rhin y el Convenio de Belgrado de 1948 –fundados en el Convenio
de Mannheim de 1868-- posibilitaron la gestación de las regulaciones
que dieron origen a la Comisión del Danubio, destinadas a construir
una hidrovía internacional que uniría los ríos Rhin-Meinz con el
Danubio, y de esa forma liberar a los
productores austríacos, húngaros, búlgaros y croatas de la
condición de rehenes de quienes controlaban la boca del Danubio, ya
fueren los rusos o los turcos. Ese bloqueo debe haber sido la
verdadera razón de la ocupación austríaca del Véneto y la
Lombardía en el siglo XVIII (1713-1796),
es decir, la salida al Adriático.
Una vez construida la hidrovia--inaugurada en 1992-- los austríacos,
los húngaros, los checos y los rumanos han podido elegir la boca del
río que prefieran, ya se trate del Rhin o del Danubio.
Posteriormente,
el Ing. Del Mazo publicó un pequeño libro titulado Proyecto
de un Canal
Sudamericano
(1962) que abunda sobre lo expuesto en la Cámara de Diputados quince
años antes. Sin embargo, como Ministro de Defensa de Arturo
Frondizi (1958-62), Del Mazo –políticamente debilitado por el
conflicto universitario conocido como el de la Laica y la Libre--
careció del poder para introducir su proyecto en las reuniones de
gabinete, pues el Canciller Miguel Ángel Cárcano lo ignoraba. Los
cancilleres más significativos que le siguieron, como Zavala Ortiz,
De Pablo Pardo y Costa Méndez, tampoco reabrieron en el foro público
la discusión sobre el tema hidrográfico del Alto Paraguay, pues
estaban centrados exclusivamente en la cuestión Malvinas. Tampoco
los cancilleres de los países hispanoamericanos integrantes de la
cuenca amazónica (Bolivia, Perú, Colombia) reclamaron la
apertura de una ruta fluvial que conectara sus afluentes del Amazonas
con los afluentes de la Cuenca del Plata y el Gran Chaco ni tampoco
los afluentes del Madeira con los del Ucayali. Estas propuestas y
recomendaciones de obras públicas de infraestructura continental por
parte de asociaciones hemisféricas ligadas al pensamiento Reformista
y a las prédicas nacionalistas y latinoamericanistas de escritores
como Ricardo Rojas, Manuel Ugarte y Rufino Blanco Fombona, fueron
acompañadas por la intelectualidad hispanoamericana, en especial por
la boliviana (Carlos Montenegro), la paraguaya (Natalicio González)
y la uruguaya (Ardao). En el caso de la intelectualidad peruana llama
la atención el escaso interés que
despertaron las poblaciones amazónicas en el pensamiento de José
Carlos Mariátegui y en el contenido de sus
Siete Ensayos,
probablemente influido por el
desprestigio que causó la cesión de la región de Leticia a
Colombia, durante el gobierno de Augusto Leguía (Tratado
Salomón-Lozano, 1927), y que la guerra de 1932 intentó vanamente
reparar.
Sin
embargo, si bien en Brasil el bonapartismo Varguista desarrolló
programas colonizadores de la Amazonía (SPVEA en 1953, sobre la
base del cual se montaron los hermanos Villas Boas, el SUDAM en 1966,
y el INCRA en 1970), el desafío ingenieril procedente del Plata fue
acogido con recelo y animadversión, pues simultáneamente
denunciaba las supuestas ambiciones de Venezuela y Argentina para
adueñarse del espacio amazónico.
VII.-
Intentos de romper la dualidad geográfica y mudanza de la capital
brasilera
Desaparecido
Getulio Vargas por la fatalidad del suicidio, a fines de la década
del cincuenta, Brasil mudó por segunda vez en la historia su
distrito capital; influido por los nuevos paradigmas procedentes de
la adopción de las teorías geográficas del espacio vital
(Mackinder) y de la localización central (Kjellen), pero esta vez un
millar de kilómetros hacia el interior del territorio, de Rio de
Janeiro a Brasilia (dentro de los límites del estado brasileño de
Goiás, entre Mato Grosso al occidente y Mina Gerais al oriente).
Brasilia había sido propuesta como capital un siglo y medio antes
por el primer canciller de Brasil José Bonifacio (1763-1838) y fue
pensada como una plataforma para lanzar la colonización de la región
litoral interior. Para ello se abrieron también las rodovias de
Brasilia a Acre, y de Brasilia a Belem (Mickle Griesi, 2009), esta
última localizada en la misma zona donde tuvo su epicentro la
heroica Columna Prestes (1925-27).
La
faraónica mudanza de la capital tuvo su ejecutor en el presidente
Juscelino Kubitscheck (1956-61), pero pese a sus méritos
geopolíticos --por haber penetrado al interior del Brasil—no
alcanzó a romper el dualismo geográfico denunciado hacia medio
siglo por Badia Malagrida, ni a integrar las cuencas fluviales del
continente, perpetuando la partición xenófoba, el escaso
cabotaje
fluvial y los
resquemores de un pasado pleno de anacrónicas pugnas entre los
mismos países vecinos de la cuenca amazónica. Y últimamente, los
planes colonizadores del litoral fluvial continuaron pues se han
planificado varias hidrovías interiores, entre ellas las hidrovias
de los Ríos Purús, Branco, Madeira, Tapajós, Xingú, y
Tocantins-Araguaia, que va del Mato Grosso al puerto de Barcarena
(Pará), en el bajo Amazonas, y han construído puertos de aguas
profundas en el Atlántico Sur (Santos, Paranaguá y Rio Grande).
Pero la hidrovía que une el Guaporé-Alegre con el Aguapey-Alto
Paraguay sigue sin ser puesta en consideración por temores
económicos y políticos, e infundadas objeciones ambientalistas, que
incluso afectan a las mismas poblaciones brasileras del macizo
platino (Foz de Iguazú, Forte Coimbra,
Corumbá), y cuyas anacrónicas motivaciones se remontan a la trasnochada pugna entre Argentina y Brasil, y al miedo que inspira en las elites del poder brasilero la operación “Fitzcarraldo”. Esa misma pugna entre los Imperios Austro-Húngaro y Otomano fue la que en Europa había paralizado por décadas la construcción de la hidrovía Rhin-Mainz-Danubio o conexión Euro-Mediterránea (Clarke, 2009).
Corumbá), y cuyas anacrónicas motivaciones se remontan a la trasnochada pugna entre Argentina y Brasil, y al miedo que inspira en las elites del poder brasilero la operación “Fitzcarraldo”. Esa misma pugna entre los Imperios Austro-Húngaro y Otomano fue la que en Europa había paralizado por décadas la construcción de la hidrovía Rhin-Mainz-Danubio o conexión Euro-Mediterránea (Clarke, 2009).
Años
más tarde, agotado
el largo régimen bonapartista, la
larga dictadura militar brasilera (Castello-Branco, 1964-69;
Garrastazú Medici,1969-1974;
Geisel,1974-1978)
--como reacción a la indiferencia de los regímenes populistas
(Vargas, Goulart)-- intentó romper dicha dualidad mediante
carreteras viales o rodovias, destacándose la inter-amazónica y
la
carretera Cuiabá (Mato Grosso)-Santarem (Pará), enteramente
pavimentada, que se conecta con la trans-amazónica, y que se impulsó
a partir de la presencia del Che-Guevara en Bolivia (1974). La
trans-amazónica
fracasó por ignorar la estratégica relevancia de las cuencas y
puertos fluviales y la estacionalidad meteorológica, que afecta la
supervivencia de los caminos. Esto ha servido para corroborar que no
existe posibilidad alguna de integrar el Brasil sin la previa
integración de todos los países que componen la cuenca del río
Amazonas, y sin una integración que construya canales e
internacionalice las vías fluviales, tal como se hizo en Europa con
las hidrovías, que permitan vencer las dualidades y bifurcaciones
geológicas entre las cuencas del Amazonas, el Orinoco y el Plata.
Y
ese fracaso vial y fluvial se agrava en forma cada vez más alarmante
y escandalosa en toda la hoya amazónica pues las carreteras son
efectivamente vectores de deforestación (Fearnside, 2014). También
se agrava con el boom petrolero que ha contaminado el río Napo
(sobre los Mashco-Piros y la contaminación petrolera, ver Valdivia,
2007;
y Castro
Suárez, 2013);
con la fiebre del oro que contaminó con mercurio la región
amazónica
brasileña, entre los ríos
Tapajós
y Xingú;
y con el boom cocalero que viene contaminando los ríos Mántaro y
Apurimac (afluentes del río Tambo, y este del río Ene, a su vez
afluente del Ucayali) con precursores químicos, al extremo que en
ellos ha desaparecido la fauna ictícola y amenaza contagiar la
totalidad de la cuenca
con focos
de contaminación
microbiológica.Y
en cuanto a la deforestación del Mato Grosso y de la Amazonia,
recientemente Fearnside y Figueiredo (2015) han investigado y
publicado estudios donde denuncian la devastadora deforestación
provocada por las represas y por las vías rodoviaria y ferroviaria,
y la responsabilidad indirecta que le cabe a China en la expansión
de dichas vías de transporte.
www.bu.edu/pardeeschool/files/2014/12/Brazil1.pdf
Paralelamente
a estas propuestas y recomendaciones, en la historiografía
lusitana de la década del 50, se desató un intenso debate entre el
historiador portugués Jaime Cortesao y el brasileño Sergio Buarque
de Holanda sobre la veracidad del mito de la "isla Brasil",
donde se revela que los portugueses ya en el siglo XVII buscaban
intencionalmente “…definir las fronteras de la colonia portuguesa
a partir del Amazonas y la cuenca del Plata, pues percibían que a
través de esas dos entradas al interior del continente se llegaba a
un desconocido corazón del territorio sud-americano” (comunicación
de Shellard Correa, 2015). El representante más genuino de esta
pionera y auto-complaciente percepción de un fundacional “destino
manifiesto” y de una hipotética “costa interior”, fue según
Cortesao el bandeirante portugués Raposo Tabares. Luego de haber
participado en las malocas contra las Misiones Jesuíticas y en la
Guerra de Reconquista del nordeste brasilero contra los invasores
Holandeses, Raposo Tabares navegó en 1648 por más de diez mil
kilómetros a través de los ríos Paraguay, Grande, Mamoré, Madeira
y Amazonas, cuando aún no existía Manaos (fue fundada recién en
1669), alcanzando exitosamente Belén do Pará en la desembocadura
del río Amazonas, y falleciendo poco después de las enfermedades
originadas en la tropical aventura expedicionaria.
Posteriormente,
en la década del 60, circularon los trabajos del Arq. Paulo
Mendes da Rocha sobre la “costa
interior” del Brasil, aludiendo al mito insular y al comportamiento
vinculante y necesariamente integrador de sus ríos y cuencas
hídricas.
En
la década del ochenta, los hermanos Paul y Constantino Georgescu,
venezolanos de origen rumano, tras una larga travesía, recomendaron
la misma ruta fluvial que va del Plata al Amazonas por la ruta del
Guaporé-Madeira.
También
en esa época se ensayaron nuevas tesis geopolíticas por académicos
como Backheuser
(1952), y por militares
brasileros como Carlos de Meira Mattos (1980) y Golbery do Couto e
Silva (1981). Meira Mattos desarrolló su tesis en tres ejes:
espacio, fronteras y posición; y Golbery sostuvo que Brasil era
lamentablemente desde el punto de vista espacial un archipiélago, y
que
para que alcance influencia y liderazgo en Sudamérica debía cumplir
con cuatro objetivos: “…estar suficientemente articulado al
interior; efectivamente integrado; expandido en su extenso
territorio, y debe manifestar control sobre sus fronteras” (Romero
Gallardo, et. al., 2012).
Y
recientemente se ha resucitado el interés por historizar la dualidad
geográfica brasileña y la desintegración fluvial continental pues
el profesor ecuatoriano Leonardo Mejía publicó su libro Geopolítica
de la Integración Subregional. El
rol de Brasil (Ed.
La Huella, 2012); y el geógrafo-historiador brasilero Manoel
Fernandes de Sousa Neto,
investigando la frustrada iniciativa de Pedro II de integrar las
cuencas fluviales del continente con su tesis doctoral publicada en
2012, Planos
para o Império: os planos de viação do Segundo Reinado
(1869-1889);
y Perrier-Bruslé (2014), y haciendo hincapié en la triple frontera
meridional entre Bolivia, Perú y Brasil, abundaron sobre la anhelada
integración sudamericana.
VIII.-
Rivalidad entre opciones
integradoras y mutiladoras: operación
“Fitzcarraldo”
Como
respuesta al expansionismo rodoviario del Varguismo y del golpismo
militar brasilero en la Amazonía (Castello Branco, Garrastazú,
Geisel), los países del Pacífico sudamericano reaccionaron con la
convocatoria del denominado Pacto Andino. El programa conjunto de
integración económica fue plasmado en el Tratado de Cartagena y
firmado en 1969 por sus respectivos presidentes (Bolivia con Siles
Salinas, Chile con Frei Montalva, Ecuador con Velasco Ibarra, y Perú
con Velasco Alvarado), al cual se adhirieron Venezuela (con Caldera)
en 1973 y Colombia (con Turbay Ayala) en 1978. Simultáneamente, la
dictadura militar argentina había patrocinado el
Tratado de la Cuenca del Plata,
originado en la
Tercera Reunión Extraordinaria (y Primera Ordinaria) de sus
Cancilleres, realizada en Brasilia en abril de 1969 y convocada con
el objetivo de promover el desarrollo económico y la integración
física de la cuenca del Río de la Plata.
No
obstante las desavenencias, el mismo año de 1978, la diplomacia
brasilera (Itamaraty) no se arredró y logró el respaldo del mundo
andino (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam,
Venezuela) para la firma del Tratado de Cooperación Amazónica
(Bacchetta, 1984, 82). Fue en esa época, en 1983, que el ex
presidente peruano Fernando Belaúnde Terry, inspirado en la prédica
de Gallart y Del Mazo, promovió con su frustrado ejemplo la
factibilidad del traspaso del canal del Casiquiare entre las cuencas
del Amazonas y el Orinoco. Y a comienzos del siglo XXI, los países
integrantes de la cuenca amazónica resolvieron reformular dicho
Tratado de Cooperación creando en 1998 la Organización del Tratado
de Cooperación Amazónica (OTCA), y eligiendo en 2003 como sede a
Brasilia. De tal modo, los países de la margen occidental de la
cuenca amazónica no pertenecen a una sino a dos organizaciones, el
Pacto Andino y el Tratado de Cooperación Amazónica. Para amortiguar
el impacto geopolítico, la OTCA decidió entablar fluidas relaciones
con los países de la Cuenca del Plata (Mercosur) y con los del
macizo andino o Comunidad Andina de Naciones (Gudynas, 2005).
Paralelamente,
en el Cono Sur, y en especial durante el gobierno de Carlos Menem
(canciller Di Tella), los procesos de integración regional generaron
en 1991 el Tratado
de Asunción,
que introdujo
el concepto de “soberanía compartida” de los ríos contiguos; y
en 1992 el Acuerdo
de Transporte Fluvial de la Hidrovía Paraguay-Paraná,
sin que en ellos se trataran la conexión del Alto Paraguay con el
río Guaporé/Itenéz ni se venciera la vieja pugna entre Brasil y
Argentina. Cinco
años después, en
1997, los
gobiernos de la cuenca del Plata, reproduciendo el centripetismo
rioplatense, propusieron un plan auspiciado por la Comisión
Intergubernamental Hidrovia (CIH).
Este
plan se proponía convertir los ríos en hidrovías, es decir en un
sistema inteligente de vías navegables y de calados más profundos,
con el fin de ayudar a reducir los costos de exportación de
mercancías de la zona (en particular la soja), pero no trató de
discutir la naturaleza internacional de las hidrovías interiores
que corresponden a los ríos
de curso sucesivo ni discutieron la necesidad de construir canales y
acueductos y ahondar drenajes y dragados en aquellos casos en que
los ríos internacionales encuentran su vinculación física mutilada
por varaderos, istmos o humedales (pantanales). En el caso del
Pantanal matogrossense --el impedimento para continuar la
prolongación de la Hidrovía Paraguay-Paraná-- las objeciones
ambientalistas no fueron rebatidas ni discutidas con los ejemplos de
navegación fluvial que brindan la mayoría de los grandes deltas del
mundo sin que sus humedales se desequen ni pierdan su rol controlador
de inundaciones (Mississipi, Danubio, Volga, Níger, Nilo, Eufrates,
Ganges o Mekong).
El
istmo de once
(11) kilómetros
hallado en 1891 por Fitzcarrald
constituye un hito fundamental en la historia latinoamericana, pues
evidencia la posibilidad de modificar la realidad geográfica. Dicha
istmo separa el río Serjali,
afluente del Mishagua–a su vez afluente del Urubamba/Ucayali-- del
río Caspajali
afluente del Manu, a su vez afluente del Madre de Dios (que lo era a
su vez del río Madeira), con lo cual Fitzcarraldo pretendía
equivocadamente unir los ríos Ucayali y Purús cuando en realidad
estaban uniendo el Ucayali con el Madeira.
Diez años después, en 1901, Ernesto Laureano Rivero Mellán
descubre un nuevo varadero, que iniciándose en el pequeño río
Jimblijinjileri, afluente del Serjali y el Mishahua, culmina en la
quebrada Shahuinto del río Manu, afluente del Madre de Dios.
Estos
varaderos operaban como rodeos de circunvalación, entre fluviales y
terrestres, ideados para sortear un obstáculo fiscal. Los ríos
internacionalizados también pueden ser obstaculizados por calados
poco profundos que solo sirven para navegar convoyes de barcazas o
“trenes de empuje”. Los convoyes consisten en formaciones de
hasta veinte barcazas de escaso calado, propulsadas por un
remolcador de empuje (en donde cada una de las barcazas tiene
aproximadamente 12x48 metros, midiendo hasta 300 metros de eslora por
48 metros de manga; y tiene una capacidad de carga de 1500
toneladas y la totalidad del convoy de hasta 30.000 toneladas),
equivalentes a 1500 vagones de ferrocarril y a 1800 camiones. En la
Cuenca del Plata y la Hidrovía Paraguay-Paraná este tráfico de
bajada ha superado actualmente en cuatro veces al de subida, y en
este último, el 80 % del tráfico corresponde al rubro de
combustibles (Álvarez, 2000).
Los
gobiernos militares brasileros y sus intelectuales orgánicos
impulsaban –a juicio de Batista da Silva (1996)-- aquel modelo de
confrontación basado en objetivos geopolíticos nacionales
individuales priorizando la ocupación territorial y su
autosuficiencia económica, lo que llevó a inversiones muy
ineficientes y a estructuras latifundistas que condujeron a
insurrecciones rurales, reprimidas como en la Masacre del Dorado dos
Carajá, en el sur del estado de Pará (1996). Para evitar los
errores del modelo militar que desmentían las aspiraciones de Pedro
II, Batista da Silva (1996) propuso una fuerte sustitución de los
objetivos geopolíticos --centrados en contextos nacionales y en la
formación de polos económicos--por objetivos de cooperación que
superaran los resentimientos del pasado, orientados esta vez hacia
un paradigma más competitivo y menos gravoso consistente en la
primacía de una perspectiva regional geo-económica (Zugaib, 2006;
Padula, 2011). En ese sentido, el problema del excelente análisis de
Zugaib
(2006) es que desconoce la relevancia de la tesis geopolítica de
Badia Malagrida (1919) y no guarda el debido reconocimiento a los
hallazgos cartográficos de Gallart (1947) y Del Mazo (1962). Esa
primacía de una perspectiva regional supone tener que revisar todas
aquellas políticas que han impedido que la amazonías brasilera,
colombiana, ecuatoriana, peruana y boliviana se puedan conectar con
la cuenca platina, incluso la revisión de los informes técnicos que
esgriman la defensa del Pantanal Matogrossense como indiscutible
excusa para boicotear la prolongación de la Hidrovía
Paraguay-Paraná.
Retomando
en ese aspecto las posiciones liberales y cosmopolitas de Pedro II,
el Presidente brasilero Fernando Enrique Cardoso y su canciller Luiz
Felipe Lampreia,
formularon en el año 2000 la Iniciativa
para la Integración
de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA),
orientada con el apoyo del BID y la CEPAL hacia una integración
regional, tal como lo había planteado cuatro años antes Batista da
Silva (1996). En efecto, la Iniciativa IIRSA propuso cinco (5) grupos
de proyectos de infraestructura, fundados en un proceso de progresiva
liberalización económica y que otorga a la autoridad del estado
una jerarquía de menor relevancia. De esos cinco grupos de
proyectos de IIRSA los cuatro últimos contribuyen a la integración
del continente (optimización
del corredor brasilero Corumbá (MS)-São Paulo (SP)-Santos (SP)-Rio
de Janeiro (RJ); conexión Santa Cruz-Puerto Suárez–Corumbá;
conexión Santa Cruz–Cuiabá; y conexión
Ilo/Maratani-Desaguadero-La Paz e Arica-La Paz e
Iquique-Oruro-Cochabamba-Santa Cruz).
Sin
embargo, el primero de los cinco proyectos, el Eje Inter-Oceánico
Central (EIC) impulsado por el Consejo
Suramericano de Infraestructura y Planeamiento (COSIPLAN),
y acompañado por la Ferrovía Trans-continental entre Brasil y Perú,
hasta el puerto de Paita en el Pacífico, a financiar por el
gobierno Chino, es un proyecto malversador, pues ignora totalmente el
desarrollo integrador de la infraestructura hídrica del espacio
latinoamericano y por lo tanto se vuelve un costoso plan puramente
extractivista (Padula, 2011; Coelho Jaeger & Jurado Pretes,
2013). Para el caso del eje norte-sur, el primer proyecto mutila la
hidrovía Paraguay/Paraná (HPP) pues al jerarquizar el eje
transversal este-oeste para beneficiar los nuevos puertos de aguas
profundas de Río
Grande, Santos
y Paranaguá en menoscabo del eje norte-sur perjudica las costas
amazónicas de Colombia, Perú y Bolivia, que quedan privadas de la
conexión platina, y también perjudica la costa uruguaya y el puerto
granelero de Nueva Palmira, el
más competitivo de todos los puertos del Cono Sur, pues por
él pasa el thalweg,
vaguada,
o
línea de aguas más profunda de la Cuenca del Plata, que es de 35
pies (Greño Velasco, 1972). Al tornarse el comercio de exportación
e importación más competitivo, los intereses procedentes del
interior del circuito platino (Paraguay, Bolivia) contaban a su
favor con la operación
“Fitzcarraldo”,
para no estar sujetos a la condición de rehenes, es decir para no
ser monopolizados por las aduanas de Buenos Aires o Montevideo y
poder optar por otros puertos graneleros, como el de Nueva Palmira
(ROU).
Lamentablemente,
los subsidios del BID y el Banco Mundial han estado enderezados a
sobornar personalmente los mandarines intelectuales de los países
periféricos en lugar de destinar los subsidios a la infraestructura
científica, tecnológica e hidroviaria de África y América Latina.
IX.- Integración
hidrográfica pan-amazónica en oposición al modelo mutilador.
Los
autores, congresistas, profesionales y políticos aquí citados, con
la salvedad de unos pocos, concluyeron que mediante obras de
ingeniería hidráulica (dragado, drenaje, canalización, contención
de márgenes, rectificación
de meandros, extirpación de lechos rocosos, señalizaciones,
balizados, esclusas
, elevadores de barcos, etc.), complementadas con obras férreas y terrestres (caminos de sirga, terminales portuarias, puentes atirantados, escolleras, muelles, amarraderos, pantalanes, cargadores, y atracaderos flotantes), se podrían comunicar entre sí relevantes cuencas hídricas. Al no poder conectarse por motivos ecológicos con el río Guaporé, la Hidrovía Paraguay/Paraná se encontraría en los hechos mutilada.
, elevadores de barcos, etc.), complementadas con obras férreas y terrestres (caminos de sirga, terminales portuarias, puentes atirantados, escolleras, muelles, amarraderos, pantalanes, cargadores, y atracaderos flotantes), se podrían comunicar entre sí relevantes cuencas hídricas. Al no poder conectarse por motivos ecológicos con el río Guaporé, la Hidrovía Paraguay/Paraná se encontraría en los hechos mutilada.
En
efecto, la cuenca del Alto Paraguay y su afluente brasilero el Río
Jaurú (antiguo límite entre los dominios de Portugal y España,
pero removido con el Tratado de Madrid de 1750), podría llegar a
interconectarse con la cuenca del Río Guaporé (El
río Jaurú desemboca por margen derecha en el río Paraguay a unos
60 km al sur de Puerto Cáceres [Mato Grosso], de 85.274
habitantes, y
es navegable todo el año con calado de 0,50 m (o casi dos pies)
hasta Porto Limao [Mato Grosso] de 90.106
habitantes, en
el km 55, y en aguas altas hasta Porto Esperidäo [Mato Grosso] de
10.950
habitantes, en
el km 170). Cuando
el río Guaporé bordea la frontera de Bolivia, los habitantes
bolivianos lo conocen como el Río Iténez, que es afluente del
Mamoré, donde desagua también el río Madre de Dios (que se
origina en la cordillera oriental del Perú y cruza Bolivia). El río
Madre de Dios tiene en sus costas varios puertos entre ellos Puerto
Maldonado, y posee una conexión terrestre con un afluente del Alto
Ucayali, que lo lleva a Atalaya y a Pucallpa y más río abajo al
puerto de Iquitos. La
navegación
desde Atalaya (10.243
h.) a
Pucallpa,
y desde Pucallpa
a Iquitos,
puede
tomar
de 4 a 7 días por el río Ucayali, con paradas en Requena y Contamana (Para el dragado del puerto de Iquitos y los problemas derivados del thalweg o vaguada, y la restinga, ver Paredes Bravo, 2002).
de 4 a 7 días por el río Ucayali, con paradas en Requena y Contamana (Para el dragado del puerto de Iquitos y los problemas derivados del thalweg o vaguada, y la restinga, ver Paredes Bravo, 2002).
Por
otro lado, el Mamoré-Guaporé en su curso bajo se une a su vez con
el río Beni en el puerto de Vila
Bela da Santissima Trindade
(Rondonia), de
15.138 habitantes,
para desembocar
en el Río Madeira (un verdadero río internacional de curso
sucesivo), “donde salvando pequeñas
cascadas o saltos de agua llamados “cachuelas”, o rápidos
llamados “corredeiras”, con un descenso de 66 metros, a lo largo
de 300 km entre Guajará-Mirim (Rondonia, antiguo Territorio
Federal del Guaporé), de 41
646 habitantes, y
Porto Velho (capital de Rondonia), de 373.917
habitantes, circundado
por una vía férrea, para llegar finalmente al gran río Amazonas
(Buela Lamas, 2009).
Respecto
a las cascadas mencionadas se ha informado que se están programando
tres mega-represas,
dos en Brasil, las de Jiraú y San Antonio en el
estado
de Rondonia (Brasil),
y una en Bolivia, la de Cachuela Esperanza en
el departamento
del Beni, provincia de Vaca Díez, con fines meramente hidroeléctricos y para vender el excedente al Brasil, que afectarían la construcción de la hidrovía y contaminarían los ríos (Fearnside, 2014).
del Beni, provincia de Vaca Díez, con fines meramente hidroeléctricos y para vender el excedente al Brasil, que afectarían la construcción de la hidrovía y contaminarían los ríos (Fearnside, 2014).
Para
Buela Lamas (2009), la integración fluvial de ambas cuencas podría
darse entonces con un canal de doce (12) kms., en la llamada Chapada
dos Parecis al
suroeste del estado de Mato Grosso del Norte (donde desde distintas
serranías nacen los ríos Aguapei, Alegre, Ji-Paraná, Xingu,
Araguaia
y Juruena).
Navegando
el Alto Paraguay de sur a norte procedente del Río Paraná, y más
tarde remontando su afluente el río Jaurú, uno se encuentra, luego
de haber pasado la ciudad de Corumbá (capital del Pantanal
matto-grossense y límite fronterizo entre Bolivia, Brasil y
Paraguay), de 91.697
habitantes, con
la necesidad de un canal que conecte el río Aguapey (afluente del
Jaurú, que lo es a su vez del Alto Paraguay), con el río Alegre,
afluente del Guaporé, al que denominamos Canal Gallart/Del Mazo, en
homenaje al geógrafo y al ingeniero que más lo promovieron
(para el Gran Pantanal y las objeciones a la Hidrovía
Paraguay-Paraná, ver Heckman, 1998;
y Gottgens, 2000).
Ambos
ríos, el Alegre y el Aguapey, nacen en la margen norte de la misma
serranía, corren en forma paralela un largo trecho hacia el norte,
pero mientras el Alegre gira hacia el oeste desembocando en el
Guaporé, antes que este se constituya en el rio fronterizo entre
Brasil y Bolivia; el Aguapey gira hacia el sudeste en forma de U
invertida y desagua en el río Jaurú (este
río desemboca por margen derecha en el río Paraguay a unos 61 km al
sur de puerto Cáceres, y es navegable todo el año con calado de
0,50 m o casi dos pies hasta Porto Limao, en el km 55, y en aguas
altas hasta Porto Esperidäo, en el km 170),
perteneciente a la cuenca afluente del Alto Paraguay (Buela Lamas,
2009).
Los afluentes paralelos y el canal que los conectaría están
graficados en el mapa que se expone en el link siguiente:
X.-
Migración
de cabotaje y sincretismo etnocultural en el circuito amazónico
La
integración de cuencas y sub-cuencas, y de regiones chaqueñas y
amazónicas permitiría un creciente cabotaje fluvial que ayudaría a
romper con el antagonismo de las identidades nacionales, religiosas y
étnicas; y ampliar los mercados, las migraciones, las
multietnicidades, los plurilingüismos y los sincretismos internos a
una escala continental, abarcando una inmensa área geográfica, y
una enorme diversidad bio-física (ríos de montaña y de llanura,
tierra firme y tierra de várzea), etno-lingüística, etno-botánica
(flora, farmacopea) y etno-simbólica (chamánica), con una
recepción muy marcada y diferenciada de la civilización moderna, y
de la penetración del capitalismo y de la familia nuclear monogámica
en las economías y sociedades de subsistencia y totemismo
clánico-tribal (para los ríos de montaña, ver Castillo Rodríguez,
2013). En otras palabras, esta integración requeriría una revisión
muy totalizadora y abarcadora de las políticas exteriores
continentales de los países que componen el espacio amazónico,
chaqueño y platino.
Para
estudiar estas rupturas que hacen a la modernización y al cambio
estamos discutiendo teorías geográficas (teorías de la
localización, urbanización de frontera, y geografía cultural),
etno-históricas (sociedades con estado o sin estado, frontera o
continuum
cultural
entre ceja de selva y piedemonte andino, y entre la amazonía y el
gran chaco), geopolíticas (dualismo geográfico de Badia
Malagrida),
geológicas (Gilbert, 1880), y geomorfológicas (Hack, 1960; Sala,
1984), las redes de drenaje y dragado y los circuitos o flujos
hidrográficos (canales, viaductos, hidrovías), la orientación o
dirección de los ríos, y sus interacciones y articulaciones
geográficas. Para ello, estamos investigando los procesos
sociológicos y antropológicos de la urbanización, la migración
(y/o peregrinación), el mestizaje (hibridación multiétnica), el
parentesco (exogamia/endogamia, afinidad/consanguinidad),
el multilingüismo y el desplazamiento forzado; la estructura de
poder simbólico y el sincretismo de las redes etno-religiosas; la
naturaleza de la farmacopea de los distintos eco-sistemas; el
fomento, estímulo y galardonamiento del conocimiento nativo; el
número y la identidad de las cuencas y drenajes (embudos naturales);
la nómina y localización de puertos fluviales (chequeados con la
respectiva cartografía); y la estadística de la población
étnico-lingüística respectiva provista por los Institutos de
Estadística y Censos y del Instituto Lingüístico de Verano para
el período 2005-2010, divulgados en la web).
Y
para el estudio de las interacciones y articulaciones entre los
subsistemas que permitan la formación de mercados ampliados habremos
de recabar: las pautas de consumo moderno y el tráfico minorista y
mayorista de mercancías y bienes simbólicos (ferretería,
talabartería, náutica, etc.); el fomento de comunidades artesanales
nativas que sumen valor agregado a productos forestales maderables y
no maderables (tejido, talabartería, tapicería, policromía); el
aliento a especializaciones económicas (talleres de carpintería y
ebanistería en maderas macizas duras y blandas y sus derivados para
aglomerados
y contrachapados);
cooperativas horto-fruticolas (de hongos, abonos, mieles
y cacaos);
agencias bio-comerciales de productos forestales no maderables;
y cooperativas agroindustriales
rurales (acuicultura, piscicultura, apicultura, florística,
semillerías para tintes y pinturas, y ensilados
biológicos de residuos de pescado,
ver Padilla
Pérez, 1996).
También habremos de recabar
información
sobre la
inserción en el mercado de trabajo (asalariada, jornalera, aparcera,
a destajo, enganche, aviamento o habilitación), la adopción de
regímenes de escolaridad formal estatal y/o comunal; la inserción
de los medios de comunicación afines (fluviales, carreteros,
ferroviarios); y
la adopción del principio de mediterraneidad dinámica y sus
problemas de “…tránsito de mercancías, escasa cooperación
internacional y acceso inefectivo a los mercados” (Gyan Chandra
Acharya, nepalés representante de la ONU para los Países Menos
Adelantados, los Países en Desarrollo sin Litoral y Pequeños
Estados Insulares en Desarrollo).
Nuevas
formas de tráfico, comunicación, y producción (carreteras,
yacimientos mineros, empresas forestales) generaron contactos más
próximos entre poblaciones indígenas y culturas no indígenas. Y
nuevos regímenes jurídicos y nuevas instituciones políticas
locales están garantizando la combinación de identidades
religiosas, nacionales y étnicas, y con ellas mejores derechos de
acceso a la educación, la salud, la justicia y el respeto al
conocimiento simbólico vernáculo (chamánico) y a la sabiduría
etno-botánica. Amén de estas reformas, instituciones y tradiciones
identitarias, encaramos los contrastes con la estadística
biofísica y demográfica de los estados, departamentos, provincias y
distritos, más una explicación aproximada y sujeta a revisión de
las diferencias numéricas. Las razones de sus diferencias están
acompañadas en el mismo texto con referencias bibliográficas
específicas que abundan en temas referidos a la arqueología, la
etnohistoria, la lingüística, el chamanismo y la farmacopea
amazónicas (para los procesos de modernización en la Amazonia
brasileña, ver Virtanen, 2008).
Los
orígenes históricos del cabotaje interior amazónico y de los
vínculos entre la sierra y la selva y entre la amazonía y el chaco,
se remontan en su periodización a la época pre-hispánica de las
sociedades igualitarias sin estado y de los mesianismos
peregrinadores (arahuaco, caribe y guaraní) de la búsqueda de la
tierra
sin mal y
la
loma santa,
a la colonización hispano-lusitana y jesuítica, a las reformas
borbónicas y pombalinas (disolución de las Misiones y expulsión
de los padres jesuitas), a las etapas modernas de la recolección de
quina, caucho y siringa, y a las reformas bonapartistas (Vargas,
Velazco Alvarado).
Las
sociedades ágrafas, animistas y sin estado, propias de un
primitivismo anárquico cazador-recolector, que explicaría la
naturaleza del poder en el seno de las jefaturas mesiánicas fue
elaborada por Clastres (1974), un discípulo de Lévi-Strauss, pero
fundado en la obra de Lowie (1948), y fue replicado posteriormente
por Descola (1988), quien advierte la necesidad de incluir en la
noción de poder el rol de la autoridad religiosa-chamánica. En
el paradigma
de
Clastres los jefes titulados de la sociedad igualitaria guaraní
contaban con las virtudes de la conciliación, la generosidad y la
oratoria
(para
una crítica al planteo de Clastres, ver Santos Granero, 1986, 666).
Si bien Clastres no cita a Weber ni a los antropólogos africanistas
de las sociedades sin estado (Fortes, Evans-Pritchard), Andriolo
(1978) asoció el planteo de Clastres a las tesis de Hannah Arendt,
que disocian el poder de la violencia. Pero a su vez, Arendt fue
duramente cuestionada por Lukes (2005), quien vincula su planteo
disociatorio a una trasposición mecánica de la antigüedad clásica,
y por Banno (2009), quien nos recuerda la persistente existencia en
la sociedades animistas y sin estado de líderes místico-paganos,
tales como los que se dieron en el mundo guaraní, del pajé
y del ñanderú
en peregrinación al santuario de la loma
santa
(Banno, 2009). Ocho (8) años después de las críticas de Andriolo,
Santos Granero (1986) apoyado en la célebre obra de Foucault sobre
la prisión atribuyó las diferencias en el poder político de las
sociedades con estado y sin estado --que propone Clastres-- a la
cantidad de poder retenido por la mayoría; y fundado en la obra
entonces inédita de Overing y Kaplan (1986), lo político (poder e
ideología) y lo económico (ritual y producción) en estas
sociedades están inextricablemente ligados entre sí, por cuanto se
supone que la autoridad política que en ellas se genera detenta el
monopolio de los medios de reproducción místicos y rituales (ver
Santos Granero, 1986, 658-659).
En
cuanto a la
expulsión jesuítica, esta había alterado profundamente la
colonización amazónica, en especial la región de Maynas, donde se
asentaba una Misión de jesuitas quiteños (subordinada a la Real
Audiencia de Quito), que en tiempos del P. Samuel Fritz S.J. conocido
como el Atleta
de los Andes
(fallecido en 1725, ver Ramírez, 1997) se había extendido desde el
bajo Ucayali cerca de la desembocadura del Napo --donde a mediados
del siglo XIX tuvo lugar la fundación formal de Iquitos-- hasta la
zona alta
ocupada
por las “naciones de indios Campas o Cambas (para los misioneros
los Campas eran Ashaninka de la familia arawak (ver Descola, 2012,
504-513), o sea la bañada por los
ríos Paucartambo, Santa Anna, Urubamba, Apurimac y Jauja [luego
conocido como Mántaro], es decir, hasta
las fronteras de la Real Audiencia de Charcas”, es decir hasta las
Misiones de Moxos
(para el rol de los padres misioneros en la puesta en peligro de las
lenguas nativas en la Amazonia,
ver Epps, 2005).
La
forzada diáspora jesuítica fomentó como en zonas liberadas las
“correrías” bandeirantes para cazar esclavos indios (socabando
el circuito fluvial circular, las reciprocidades y los sincretismos
que se daban entre las Misiones de Maynas, Moxos, Chiquitos y
Paraguay) y logró que se desplazaran las fronteras lusitanas más
al occidente de Manaos hasta conseguir copar las bocas de los ríos
Caquetá y Putumayo, y dejar los territorios adyacentes librados a la
posterior puja entre los recolectores colombianos, peruanos y
brasileros, de cascarilla, quina y caucho (para un pintoresco relato
de la travesía de los padres expulsos por los ríos Marañón y
Amazonas rumbo al Pará y Lisboa, ver Ferrer
Benimeli, 2009).
Este desamparo y vacío de poder equivalentes a una sociedad sin
estado, es aprovechado luego, a fines del siglo XIX, por la peruana
Casa Arana y sus capataces negros de la Isla Barbados de nacionalidad
británica para terminar de monopolizar el dominio del área lo que
acrecentó las fusiones, migraciones y mestizajes internos de los
grupos étnicos entre los ríos de las respectivas cuencas. Más
tarde, superada la fiebre del caucho, las reformas bonapartistas
también alteraron la unidad amazónica (sobre
la política indigenista y amazónica de Velazco Alvarado y su ley de
Comunidades Nativas, ver Agüero, 1996).
Y actualmente, la fiebre del narcotráfico está haciendo estragos
vía la contaminación de ríos y arroyos.
Más
recientemente, para dar cuenta de la formación hidrográfica y de
los vínculos migratorios sierra-selva y chaco-amazonía, algunos
autores han
subrayado el rol de la cuenca de drenaje y no la de circuito de
cabotaje (migración o peregrinación fluvial interna) como eje
articulador de cuencas antagónicas y no antagónicas (García
Charría, 2002).
En
nuestro caso para poder diagramar un circuito de cabotaje fluvial
integrador hacemos hincapié en un sistema geológico complejo
compuesto por diversos circuitos hídricos, por tres (3) cuencas
fluviales mayores antagónicas (Orinoco, Amazonas, Plata), cuatro
(4) macizos orográficos intercalados (el andino, el oriental
platino, el altiplano de charcas y el escudo guayanés, donde los
macizos charqueño y guayanés operan como barreras entre las
grandes cuencas del Amazonas, el Orinoco y el Plata), y tres (3)
canales e hidrovías estratégicas que atraviesen los istmos de
Fitzcarraldo en Madre de Dios (Perú), el de Gallart/Del Mazo en la
Chapada
dos Parecis
(Mato Grosso), y el del Alto Paraguay a través del Pantanal
Matogrossense (este último posee una población de 200.000
habitantes con cabecera en Corumbá).
Casi
todos los grupos étnicos tuvieron una historia migratoria milenaria,
y en tiempos coloniales, pese a haber sido evangelizados o
catequizados por las diferentes órdenes religiosas, preservaron sus
respectivos credos animistas y místico-mesiánicos y sus rituales
chamánicos
(para la migración arawak en el inicio de la gran diáspora hace
cuatro mil años y desde el este hacia los andes y la costa del Peru,
y luego, durante los últimos mil años, de retorno hacia el este,
ver Smith,
2012).
Luego con las revoluciones de independencia y con la transición
brasilera de monarquía a república los grupos étnicos fueron
nacionalizados por los estados-naciones de la cuenca amazónica con
discursos urbanizadores, monogámicos y de sincretismo étnico, de
educación escolarizada con discursos moralizadores, de servicio
militar compulsivo con discursos chauvinistas, de códigos y
discursos jurídicos erosionadores de los rituales chamánicos y de
las prácticas endogámicas, y de panteones, calendarios, efemérides
y cantos patrióticos que desplazaban a los mitos y símbolos
pre-hispánicos, pero el impacto de los mismos resultaron ser
profundamente asimétricos y desiguales.
Las
identidades nacionales del siglo XIX estuvieron divididas por la
antigüedad de su instalación y por la intensidad de los procesos de
migración, sedentarización, mestizaje y sincretismo, y de
monopolización de la coerción religiosa (mística y ritual) y
política (ver Banno, 2009). Las primeras en hacerse presente en la
Amazonía fueron las nacionalidades peruana y brasilera, la última
en aparecer fue la colombiana con el Tratado Salomón-Lozano (1927) y
la guerra aérea con Perú de 1932 (López
Garcés,
2002, 98), y la ecuatoriana se postergó por enredarse en serias
disquisiciones geográficas (sobre la
incompleta nacionalización de la amazonía ecuatoriana, ver Sevilla
Pérez, 2013).
Posteriormente, se hizo presente en el debate político la relación
entre la justicia
indígena y el poder judicial estatal, la plurinacionalidad, la
interculturalidad y el pluralismo jurídico (para el caso de Bolivia,
ver Sousa
Santos y Exeni Rodríguez, 2012;
para el estado
de la relación entre la justicia indígena y la estatal en los
países andinos, ver
Comisión Andina de Juristas, 2009;
y para el
papel de los derechos indígenas en la amazonia ecuatoriana, la
inclusión simbólica en el imaginario nacional y los talleres de las
organizaciones indígenas, ver Truffin,
2009).
Sin
embargo, la distancia cultural de los grupos étnicos cruzada con el
impacto de las fronteras nacionales jugaba un rol crucial. Cuanto más
cerca de las fronteras de
Perú, Colombia, Ecuador o Bolivia se halla el grupo indígena, la
identidad de grupo étnico queda más debilitada o relegada haciendo
más factible las peregrinaciones o migraciones, los sincretismos y
los intercambios internos con sus secuelas lingüísticas,
simbólicas, laborales, y comerciales, incluidas las ferias y
mercados donde se comercializaba de todo incluso plantas medicinales.
En ese sentido, los pobladores de las regiones próximas a las
fronteras nacionales pertenecen a grupos étnicos que cuentan
con estructuras de parentesco exogámicas y por consiguiente
multilingües (donde el parentesco es una realidad no
sólo biológica sino también simbólica y mítica, ver Schneider,
1984 y Uzendoski, 2006). Son los casos, en el corredor
colombiano, de la familia makuna (con malocas
rectangulares), y de la familia
tucano oriental (tanimuca,
letuama,
cabiyari,
yuhup,
yauna,
con malocas circulares, ver Cayon, 2002; y Descola,
2012, 501); en el corredor peruano, de la familia Napo Runa en el
Alto Napo (ver Uzendoski, 2006); y en el corredor brasilero
septentrional, pese a estar lejos de la frontera, el caso de la
sociedad Xinguana (ver Vanzolini
Figueiredo, 2008).
En
cuanto a las identidades religiosas y sus procesos de sincretismo,
estas estuvieron siempre desde los tiempos coloniales en permanente
rivalidad, entre la identidad religiosa pre-hispánica hegemonizada
por el animismo politeísta y chamánico y la identidad religiosa
monoteísta moderna marcada por las órdenes religiosas (para las
territorialidades secretas
del mundo sagrado, ver Prada Alcoreza, 2003; y
para los chamanismos moderno y tradicional, ver
Perruchon, 2002; y Plotkin, 1994).
A su vez esta rivalidad se extendió al propio seno de la
evangelización cristiana, entre los catequizadores católicos
(franciscanos, salesianos y capuchinos) y los evangélicos y
pentecostalistas o salvacionistas (para el chamanismo franciscano en
las reducciones coloniales, ver Necker, 1990; y para
el análisis de la mutación religiosa producida por el
pentecostalismo en la Amazonía, ver Bastian, 1997, 2006).
Y últimamente, esa competición llegó incluso al seno de los
propios evangélicos, por cuanto entraron a proliferar pastores
indígenas dirigiendo las
propias iglesias conjuntamente con consejos de ancianos (para la
organización de los indígenas evangélicos en Ecuador, ver Guamán,
2006).
El
animismo chamánico, con sus rituales sagrados de magia, reciprocidad
y represalia fue lentamente desplazado por la medicina, el derecho
modernos y la taumaturgia protestante, por los médicos, los
hospitales y las universidades con el poder de la ciencia, por las
leyes y los jueces con su monopolio de la violencia, y por los
pastores y su monopolio del credo y la liturgia (para
chamanismo,
tiempos
y lugares sagrados, ver Barona
Tovar, 2007 y Walker, 2015). Sin embargo, los chamanes tendían a dominar las terapias medicinales y los rituales mágicos de sanación chamánica –que eran demandados incluso por los patrones y vecinos blancos-- para las cuales era esencial el conocimiento de la flora y la etnobotánica amazónica. En ese sentido, recientemente se han multiplicado las asociaciones y comunidades étnicas que han valorado la colaboración activa con los investigadores que proceden de centros científicos. En Colombia, en el piedemonte y la planicie amazónica del departamento del Caquetá, los biólogos William Trujillo-C. y Víctor H. González han relevado las plantas medicinales de mayor importancia cultural en tres resguardos indígenas (emberá-katío, coreguaje y uitoto), para lo cual del resguardo huitoto El Quince consultaron a Joaquín Herrera, un anciano reconocido como el mayor sabedor en el resguardo y a dos informantes reconocidos como médicos tradicionales: Delfín Muñoz y Gerardo Luna, encargados del mambeo de coca, de tocar los instrumentos tradicionales –como el maguaré– y de atender a los visitantes de la maloca (ver Trujillo y González, 2011). Y en Bolivia, en el plano científico se ha destacado la comunidad tacana de Santa Rosa de Maravilla, en el Beni, cuyo fundador es el sabio nativo Rogelio Chuqui Crespo, quien recientemente por su aporte al estudio botánico y farmacológico de plantas medicinales de la etnia amazónica Tacana fue distinguido por la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) con el grado de doctor honoris causa.
Tovar, 2007 y Walker, 2015). Sin embargo, los chamanes tendían a dominar las terapias medicinales y los rituales mágicos de sanación chamánica –que eran demandados incluso por los patrones y vecinos blancos-- para las cuales era esencial el conocimiento de la flora y la etnobotánica amazónica. En ese sentido, recientemente se han multiplicado las asociaciones y comunidades étnicas que han valorado la colaboración activa con los investigadores que proceden de centros científicos. En Colombia, en el piedemonte y la planicie amazónica del departamento del Caquetá, los biólogos William Trujillo-C. y Víctor H. González han relevado las plantas medicinales de mayor importancia cultural en tres resguardos indígenas (emberá-katío, coreguaje y uitoto), para lo cual del resguardo huitoto El Quince consultaron a Joaquín Herrera, un anciano reconocido como el mayor sabedor en el resguardo y a dos informantes reconocidos como médicos tradicionales: Delfín Muñoz y Gerardo Luna, encargados del mambeo de coca, de tocar los instrumentos tradicionales –como el maguaré– y de atender a los visitantes de la maloca (ver Trujillo y González, 2011). Y en Bolivia, en el plano científico se ha destacado la comunidad tacana de Santa Rosa de Maravilla, en el Beni, cuyo fundador es el sabio nativo Rogelio Chuqui Crespo, quien recientemente por su aporte al estudio botánico y farmacológico de plantas medicinales de la etnia amazónica Tacana fue distinguido por la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) con el grado de doctor honoris causa.
El
mesianismo chamánico contaba con el mundo invisible empíricamente
abierto al conocimiento por medio de las plantas, que le hacían
concebir una perspectiva holística del universo, el poder de
expresar sus sueños artísticamente a través de la pintura, la
danza, el canto y la música, y el poder de curar las enfermedades y
matar a sus enemigos (ver Chaumeil, 1983; y Chuecas Cabrera, 1996).
El
arte chamánico revelaba preocupación por la visión de los espacios
y los tótems y monumentos sagrados como las montañas, los lagos, y
los saltos de agua (para la pintura chamánica de los sheripiari
asháninka,
ver Belaúnde, 2011), por
los objetos rituales o máscaras ceremoniales (para el
Alto Rio Negro,
ver Vincent,
1986), por la pintura corporal, antropología estética o arte Kusiwa
(entre los Kayapó-Xikrin del río Cateté, afluente del
Itacaiúna, en el Pará,
ver
Vidal, 1992; y entre los índios
Wajãpi,
de
lengua tupí-guaraní, que viven entre los
ríos Oiapoque, Jari y Araguari,
en el estado de Amapá, ver Gallois, 2002),
y por las danzas, canciones (icaros), y música (flautas, maracas,
tambores, sonajeros), que expresan los poderes curativos y
liberadores de
los maestros vegetalistas (para la danza erótica con falos de madera
como rito fúnebre para ayudar a liberar el alma entre los Cubeos de
la amazonia colombiana, ver Soto Holguín, 1972;
para la
interpretación social
y
religiosa
de la música Amuesha revelada
en su historia oral y en sus cantos reverenciales, que en combinación
con la etnología, arqueología, etnohistoria, y lingüística
histórica pinta una migración milenaria,
ver Smith,
1977); para
el poder curativo de los icaros, ver Bustos, 2007;
y para los cantos sagrados de la Amazonía, ver Favaron, 2011).
Por
otro lado, para combatir la familia extensa poligámica los
misioneros salesianos intentaron erradicar la vivienda comunal o
maloca (rectangular o circular) sin tomar en consideración sus
ramificaciones simbólicas (ver Epps, 2005, 317). La maloca
funcionaba también como unidad ritual, la cual estaba internamente
parcelada en forma concéntrica en áreas centrales y periféricas,
donde se guindaban (colgaban) las hamacas, y se las construía con
“…altas columnas de madera, vigas y travesaños, unidos con
bejucos y lianas que hacen el armazón de un altísimo techo de hoja
de palma tejida”. Mientras el cosmos se concebía en platos
circulares superpuestos, el mundo real con sus distancias geográficas
y las visitas a parientes, ferias y mercados se medía en días de
canoa (ver el soberbio escrito de Hildebrand y Reichel, 1987). A su
vez, dicha flora y farmacopea variaba según su localización
geográfica ya se tratare de selva alta o baja, de tierra firme o
zona de várzea, y de la capacidad de los suelos, ya fueren
salitrosos, limosos, ácidos, arenosos, alcalinos o dulces, y
arcillosos o secos.
Aparte
del arte chamánico, paleóntologos brasileros y finlandeses han
descubierto recientemente en el Alto Purús (Brasil) una suerte de
escultura primitiva denominada geoglifo
(sobre trabajos de tierra geométricos pre-colombinos o geoglifos
descubiertos en el Acre, ver Pärssinen, Schaan y Ranzi, 2009;
y sobre el arte
rupestre del departamento de Santa Cruz, ver Querejazu
Lewis, 1991).
Y arqueólogos
peruanos hallaron hace unos meses pinturas rupestres de diseños
polícromo de tres milenios de antigüedad en la zona de Las
Juntas,
provincia de Bagua, y departamento de Amazonas, en el Perú (tanto en
Perú, Colombia como Venezuela existen Departamentos que llevan el
nombre de Amazonas, y Brasil lleva un estado con ese mismo nombre,
todo lo cual se presta a mucha confusión geográfica).
XI.-
Circuito
Amazónico-Platino
A
los efectos del análisis, los circuitos fluviales del espacio
amazónico los debemos
configurar en seis (6) corredores principales, que recogen las aguas de diecisiete (17) grandes afluentes (de mil km de longitud cada uno), y estos a su vez de más de un millar de nuevos afluentes, íntimamente ligados entre sí, pero muy diferentes en materia geológica, demográfica, étnica, artística y chamánica. Estos seis (6) corredores son sucesivamente de sur a norte y siguiendo las agujas del reloj, el circuito fluvial paraguayo-platino de la peregrinación mística, el circuito fluvial brasilero meridional o frontera populista, el tramo boliviano amazónico de comunidades artesanas nativas con sus cuatro (4) afluentes del Guaporé, el circuito amazónico peruano endogámico y monolingüe con sus tres (3) grandes afluentes (Tambo/Apurimac, Marañón/Ucayali, Napo), el tramo amazónico colombiano exogámico y multilingüe y el corredor brasilero septentrional con sus tres (3) grandes afluentes (Putumayo, Caquetá y Negro), y por último el circuito amazónico brasilero y caboclo, de la margen derecha del río Amazonas, con sus siete (7) grandes afluentes (Javary, Juruá, Purús, Madeira, Tapajós, Xingú, y Tocantins-Araguaia) que recogen el tráfico de los ríos procedentes de los macizos charqueño y platino. Asimismo, el circuito fluvial amazónico debe contemplar necesariamente itinerarios de ida y de vuelta, así como los trayectos locales río arriba y río abajo.
configurar en seis (6) corredores principales, que recogen las aguas de diecisiete (17) grandes afluentes (de mil km de longitud cada uno), y estos a su vez de más de un millar de nuevos afluentes, íntimamente ligados entre sí, pero muy diferentes en materia geológica, demográfica, étnica, artística y chamánica. Estos seis (6) corredores son sucesivamente de sur a norte y siguiendo las agujas del reloj, el circuito fluvial paraguayo-platino de la peregrinación mística, el circuito fluvial brasilero meridional o frontera populista, el tramo boliviano amazónico de comunidades artesanas nativas con sus cuatro (4) afluentes del Guaporé, el circuito amazónico peruano endogámico y monolingüe con sus tres (3) grandes afluentes (Tambo/Apurimac, Marañón/Ucayali, Napo), el tramo amazónico colombiano exogámico y multilingüe y el corredor brasilero septentrional con sus tres (3) grandes afluentes (Putumayo, Caquetá y Negro), y por último el circuito amazónico brasilero y caboclo, de la margen derecha del río Amazonas, con sus siete (7) grandes afluentes (Javary, Juruá, Purús, Madeira, Tapajós, Xingú, y Tocantins-Araguaia) que recogen el tráfico de los ríos procedentes de los macizos charqueño y platino. Asimismo, el circuito fluvial amazónico debe contemplar necesariamente itinerarios de ida y de vuelta, así como los trayectos locales río arriba y río abajo.
Para
consumar el cabotaje fluvial de ida desde Buenos Aires a Manaos y
viceversa es preciso remontar los seis (6) corredores amazónicos
mencionados siguiendo un
curso
de rotación fluvial
en el sentido de las agujas
del reloj,
que atraviese en dirección sur-norte los ríos de llanura selvática
del Alto Paraguay y el Brasil (Guaporé), los ríos de llanura de
Bolivia, los ríos de montaña del Perú, los ríos de llanura
selvática de Colombia, y los ríos de llanura selvática brasilera
de la vertiente meridional del Amazonas, o cortando camino bajando un
río de llanura brasilero, el río Madeira, en dirección a Manaos.
Y
en el circuito inverso, de vuelta o retorno, el cabotaje fluvial
circularía en sentido contrario a las agujas del reloj, desde Manaos
(Brasil) hasta el Alto Paraguay (Brasil), recogiendo en dirección
norte-sur el tráfico que baja de los ríos de llanura brasileros de
la vertiente meridional del Amazonas, el tráfico que baja de los
ríos de llanura de Ecuador y Colombia (Negro, Caquetá, Putumayo, y
Napo), atraviesa los ríos de montaña del Perú, los ríos de
llanura de Bolivia y los ríos de llanura del Brasil (Guaporé). O,
por el contrario, el cabotaje fluvial podría cortar camino
remontando ríos de llanura como los ríos Madeira, Guaporé y
Alegre, hasta alcanzar los ríos Aguapey, Jaurú y Alto Paraguay
mato-grossenses. A todos los que practican estos cursos de agua les
debería asistir los
derechos
soberanos de
libre
tránsito o circulación a través de ambos estuarios, el del Plata y el del Amazonas, garantizados por las normas del derecho internacional público que estipulan la libre navegación de los ríos, y el derecho a exigir la construcción de obras de infraestructura que viabilicen la interconexión entre cuencas fluviales antagónicas.
tránsito o circulación a través de ambos estuarios, el del Plata y el del Amazonas, garantizados por las normas del derecho internacional público que estipulan la libre navegación de los ríos, y el derecho a exigir la construcción de obras de infraestructura que viabilicen la interconexión entre cuencas fluviales antagónicas.
XI-a.-
Primer
tramo o corredor paraguayo-platino de la peregrinación mística
Subiendo
los ríos Paraná y Paraguay, y en especial desde la selva misionera
donde los guaraníes cultivaban sus yerbas chamánicas (Keller,
2011), hasta sus afluentes occidentales en el Mato Grosso del Norte
(Brasil) se iniciaba para los guaraníes la búsqueda de la tierra
sin mal,
la cual se practicaba migrando desde el naciente hacia el poniente,
alcanzando así todos los rincones del espacio amazónico sin que
ningún istmo, frontera terrestre o humedal (pantanal) fuera un
obstáculo para su milenario emprendimiento
(para
los
jefes de la sociedad Guaraní en el paradigma
de
Clastres cuestionado por Santos Granero,
ver Banno, 2009).
Banno
(2009) nos recuerda también la existencia en la sociedad guaraní de
líderes místicos, tales como el pajé,
y el ñanderú
(Banno, 2009).
Este
mecanismo fluvial ancestral recoge el tráfico de gran cantidad de
jurisdicciones chaqueñas, mesopotámicas y platinas, entre ellas las
localidades del Alto Paraná (Posadas [200.000 habitantes, de ahora
en mas h.], Foz de Iguazú [253.000 h.], Ciudad del Este [223.000
h.], Saltos
del Guayrá–Guayrá [100.000 h.], y Pedro Juan Caballero-Ponta Porá
[84.000 h.]);
del Bajo Paraná (Rosario [1.000.000 h.], Santa Fé [350.000 h.],
Resistencia [230.000 h.], Corrientes [258.000 h.]); del Uruguay
(Nueva Palmira [10.000 h.]); del Río de la Plata (Buenos Aires,
Montevideo); del Paraguay (Asunción [513.399
h.],
y Villeta [36.228
h.];
y de localidades brasileras como Forte Coimbra, en Mato Grosso del
Sur (259
h.), Corumbá (91.697 h.), y Cáceres (85.274 h.).
h.), Corumbá (91.697 h.), y Cáceres (85.274 h.).
De
esa forma el tráfico procedente del corredor paraguayo y chaqueño
que totalizan 3.500.000 h. podría llegar a diversos puertos,
primero a Iquitos (370.962 h.) en Perú, luego a Leticia (37.832 h.)
en Colombia; a Manaos (1.982.179
h.) en Brasil, y finalmente a Belém do Pará (2.146.000 h.) en la
boca del Amazonas,
beneficiando a una totalidad de más de veinticinco millones de
habitantes. Desde Manaos se puede iniciar el circuito inverso,
remontando el Amazonas llegando a Leticia, Iquitos, Pucallpa, Puerto
Maldonado y Guajará-Mirim, o cortando por el río Madeira río
arriba hasta entroncar con el Guaporé.
XI-b.-
Segundo
corredor brasilero meridional o frontera populista
Comenzando
con el segundo tramo del circuito amazónico-platino, el corredor
brasilero meridional se inicia en el
Pantanal boliviano (provincia Germán Busch del departamento de Santa
Cruz), a orillas del Canal Tamengo, afluente del Alto Paraguay,
alcanza Puerto Suárez (19.829
h.) y
Puerto Quijarro o Puerto Aguirre (16.000
h.), sumando en el Tamengo la totalidad de 35.829 h. Luego, bajando
la cuenca de los ríos Alegre y Guaporé, se alcanza sucesivamente
las ciudades
mato-grossences de Pontes e Lacerda (41.741
h.) y
Vila
Bela da Santissima Trindade
(15.138 h.),
antigua capital de Mato Grosso (desde el Tratado de Madrid en 1750 y
hasta 1835 en que la capital se trasladó a Cuiabá)
célebre
por ser la sede originaria de la Dança Do Congo o Congadas,
y las localidades rondinenses de Pimenteiras do Oeste (2.322
h.),
Rolim de Mouras (55.807
h.),
Costa Marques (13.700
h.),
y Principe da Beira (10.000
h.), sumando
en toda la cuenca del Guaporé 138.825 h.. Esta cuenca fue poblada
con criterios de frontera populista, consistente en pequeños
agricultores y garimpeiros mestizos y donde abundan espacios de terra
preta (Browder
& Godfrey, 1997).
Un
poco más al norte del Guaporé, en
la cuenca del río Ji-Paraná (estado de Rondonia), se alcanza la
ciudad de Ji-Paraná
(103.256 h.) a
orillas del río Urupá, afluente del Ji-Paraná. Y
en
la cuenca del río Madeira, estado de Rondonia, se alcanza su capital
Porto-Velho (373.917 h.), y a orillas del río Mamoré, en la
frontera con Bolivia, la ciudad de Guajará-Mirim (41.467 h.), y se
alcanza en ella una desactivada vía férrea de 300 km. conocida como
Ferrovia
do Diabo,
cuyo nombre obedece a la enorme cantidad de víctimas que llevó su
construcción a comienzos del siglo XIX (ver Rodrigues Ferreira,
1960; y Cooper, 2011).
XI-c.-
Tercer
tramo o corredor boliviano de la especialidad artesana nativa
Una
vez dejadas las localidades ribereñas brasileras del estado de
Rondonia, remontando el río Madeira, el tercer tramo del circuito
amazónico-platino, se alcanza la Bolivia amazónica, frontera que
se destaca por sus ríos de llanura (Madre de Dios, Mamoré, Beni,
Acre), su particular litología de suelos arcillosos y limosos, la
terra
preta
entre los indios Baures en el río Blanco, afluente del río
Itenéz/Guaporé (ver Erickson,
2000;
y
Erickson,
Alvarez, y Calla, 2008), y los
montículos o lomas de tierra prehispánicos
en los
Llanos de Moxos
para preservarse de las inundaciones (donde se han encontrado vasijas
de cerámica, urnas funerarias, hachas, figurines, fogones, hornos,
ver Durán Coirolo y Bracco Boksar, 2000).
También se destaca este tercer tramo por
el
mesianismo y el milenarismo de los grupos étnicos tupí-guaraní en
busca de la Loma
Santa
protectora del flagelo inundatorio (Riester, 1976), por
la inmigración cosmopolita que en el siglo XX incluyó colonos
japoneses (Siemann, 2012; Suzuki, 2010) y menonitas rusos (Hedberg,
2007); y por numerosos viajes de exploración practicados en el siglo
XIX (ver Jetté y Suárez, et.al., 2003, 25).
En
esta larga ruta fluvial se alcanzan varios destinos diferentes,
surcados por ríos de llanura paralelos entre sí y
cuasi-perpendiculares al Guaporé, como los ríos Mamoré, Beni, y
Acre, y un río como el Madre de Dios que desemboca en el Guaporé en
forma oblícua o en diagonal, con aguas procedentes de los Andes
meridionales.
A
orillas del río Beni
se crea en 1842, por el presidente
José Ballivián, el
departamento del Beni, luego de haberse
establecido
en
ese lugar colonias o fortines militares
(Jetté y Suárez, et.al., 2003, 28). En
ese departamento, en la
cuenca del río Mamoré, se llega a la
ciudad de Guayaramerín
(39.000 h.), antiguo
Puerto Palmira, fundada por los pioneros del caucho, en cuya Casa de
la Cultura se encuentra el Archivo de la afamada Casa Suárez (ver
Jetté y Suárez, et.al., 2003, 30, nota 10). Luego,
en la confluencia de los ríos Yacuma y Mamoré se llega a la localidad de Santa Ana del Yacuma (24.680 h.) donde persiste la etnía y la lengua Movima; y a orillas del río Ichilo afluente del Mamoré al Puerto Villarroel (1.778 h.), lo que suma en la totalidad del Mamoré 65.458 h. También, en la cuenca del río Beni, departamento de Pando (antiguo territorio de Moxos y hoy conocida como amazonía pandina), se alcanza la localidad de Rurrenabaque, donde como culto a la virilidad una población rural muy mestizada celebra torneos con jocheo de toros (también se celebra en San Ignacio de Mojos y en Trinidad ex Misión jesuítica de la Santísima Trinidad fundada en 1687); a orillas del río Acre (afluente del Purús) se llega al puerto de Cobija (42.200 h.), capital de dicho departamento; a orillas del río Orthon afluente del río Beni, la población de Puerto Rico (4.494 h.); en el punto tripartito Bolivia-Brasil-Perú la localidad de Bolpebra (400 h.), departamento de Pando, productora de frutos naturales de la moringa (árbol proteico), el asaí (palmera nativa), el majo (palmera que da leche) y el copoazú (fruta con propiedades cosméticas y
nutricionales)
; y en la confluencia de los ríos Beni y Madre de Dios la localidad de Riberalta (95.000 h.), sumando en el río Beni una totalidad de 100.000 h. (para la cultura reduccional-jesuítica de los Llanos de Mojos, ver Block, 1997; y Querejazu Lewis, 1991).
en la confluencia de los ríos Yacuma y Mamoré se llega a la localidad de Santa Ana del Yacuma (24.680 h.) donde persiste la etnía y la lengua Movima; y a orillas del río Ichilo afluente del Mamoré al Puerto Villarroel (1.778 h.), lo que suma en la totalidad del Mamoré 65.458 h. También, en la cuenca del río Beni, departamento de Pando (antiguo territorio de Moxos y hoy conocida como amazonía pandina), se alcanza la localidad de Rurrenabaque, donde como culto a la virilidad una población rural muy mestizada celebra torneos con jocheo de toros (también se celebra en San Ignacio de Mojos y en Trinidad ex Misión jesuítica de la Santísima Trinidad fundada en 1687); a orillas del río Acre (afluente del Purús) se llega al puerto de Cobija (42.200 h.), capital de dicho departamento; a orillas del río Orthon afluente del río Beni, la población de Puerto Rico (4.494 h.); en el punto tripartito Bolivia-Brasil-Perú la localidad de Bolpebra (400 h.), departamento de Pando, productora de frutos naturales de la moringa (árbol proteico), el asaí (palmera nativa), el majo (palmera que da leche) y el copoazú (fruta con propiedades cosméticas y
nutricionales)
; y en la confluencia de los ríos Beni y Madre de Dios la localidad de Riberalta (95.000 h.), sumando en el río Beni una totalidad de 100.000 h. (para la cultura reduccional-jesuítica de los Llanos de Mojos, ver Block, 1997; y Querejazu Lewis, 1991).
Finalmente,
para
el entero del tercer tramo se alcanza una totalidad de 165.000 h.
En el caso del tercer tramo o corredor boliviano, mientras la
población de la ribera del río Mamoré
es de 65.458 habitantes, y la del río Beni
de 100.000 h., en el departamento del Beni (Bolivia), sin tomar en
cuenta su ciudad capital Trinidad (130.000 h.), el total es menos del
doble, de 300.000 h.
Esta diferencia obedecería a que no se computaron las numerosos
grupos étnico-lingüísticos
tacanas
(ver Ponz
Sejas, 2005),
yuracarés y yukis (tupi-guaraní, ver Querejazu Lewis, 1991), y
baures (localizados en el río Blanco, afluente del Itenez, y
procedentes de Moxos), iténez (localizados en el río Guaporé),
chimanes, lecos, mosetenes (ver Gómez-García
Krust, 2010),
moxeños
ignacianos y trinitarios (arawak),
chamas, pacaguaras (ver Villar, Córdova, y Combés,
2013),
araonas (para el idioma araona, ver Emkow, 2012), reyesanos o maropas
(región
de Reyes y Santa Rosa, en la provincia
Ballivián,
departamento
del Beni),
chacobos (departamento del Beni), cavineños (cerca del río Beni),
sirionós o mbía (
sur del Beni), cayubabas (El Beni) e itonamas (El Beni), y de distintas familias lingüísticas, entre ellas la lengua chapakura (para las lenguas nativas de Sudamérica, ver Kaufman, 1994).
sur del Beni), cayubabas (El Beni) e itonamas (El Beni), y de distintas familias lingüísticas, entre ellas la lengua chapakura (para las lenguas nativas de Sudamérica, ver Kaufman, 1994).
Cabe
destacar, que en la comunidad Tacana, se registra la presencia de
asociaciones y comunidades excepcionalmente productivas. Entre ellas
se han hecho conocer la Asociación de Artesanos Tacanas del Madidi y
la Comunidad de Santa Rosa de Maravilla (provincia
Ballivián,
departamento
del Beni).
XI-d.-
Cuarto
tramo o corredor peruano endogámico y monolingüe
Dejando
las localidades bolivianas y remontando el río Madre de Dios, se
alcanzaría el cuarto tramo del circuito amazónico-platino, el
corredor amazónico peruano, que se inicia en el Urubamba y se
continúa con el Ucayali, se caracteriza por la
combinación de tres (3) grandes afluentes sucesivos de ríos de
montaña y llanura, alineados de sur a norte, donde el margen o
vertiente izquierda es occidental y la derecha oriental, que son el
Tambo/Apurimac, el Marañón/Huallagas, y el Napo, donde al bajar del
macizo andino dichos ríos y sus afluentes en forma dendrítica o
arborescente (son ríos más cortos, rectos y veloces) vienen
cortando los relieves cordilleranos a través de pongos (cañones o
gargantas), que separan a cada uno de ellos.
En
la frontera peruana con Brasil, departamento Madre de Dios, la
localidad potencialmente más rica, territorio que fue el espacio
frecuentado por Fitzcarraldo, y hoy por el narcotráfico, se
alcanza en la confluencia del
turbulento río
Tambopata con los
ríos
Madre de Dios
y las Piedras la localidad de Puerto
Maldonado (210.524 h.),
y más allá hasta la confluencia del Madre de Dios con el
río Beni está habitado por una población indígena del grupo
étnico Takana (sobre las plantas medicinales de los takana, ver
Desmarchelier, et. al., 1995). Más arriba, en la cuenca
del río Madre de Dios, se debería construir un
canal a través de un istmo de
once kilómetros
que conecte el río Caspajali
afluente del Manu, a su vez afluente del Madre de Dios con
el río Serjali,
afluente del Mishagua –a su vez afluente del Urubamba.
En
cuanto a diferencias estadísticas en Madre de Dios, estas fueron muy
marcadas, pues su población indígena está compuesta por más de
medio centenar de grupos étnicos que pertenecían a una docena de
familias lingüísticas. Mientras en la confluencia
del río
Madre de Dios
y el río
Tambopata la población
es de 210.524 h., la del departamento de Madre de Dios es inferior
en casi la mitad, un total de 109.555 habitantes. Esta
diferencia en menos obedecería a que no habrían sido computados los
grupos étnico-lingüísticos de las
familias harákmbet (arasaeri,
kishambaeri,
pukirieri,
sapiteri,
toyoeri,
wachipaeri,
amarakaeri),
y arawak
(piros y machiguengas,
ver Sánchez Vásquez,
2010), localizados a
orillas del río Urubamba, de 8.679 h. (para
el vínculo genético entre los Harakmbut y los Katukina, los mismos
que recrearon la Asociación
Katukina de Campinas-AKAC,
del Alto Juruá, ver Adelaar,
2000).
En
la cuenca del Urubamba, que nace en el nudo de Vilcanota, verdadera
fuente originaria del río Amazonas, tienen sus orígenes la nación
Piro (grandes remeros, navegantes y políglotas, pero cuya lengua es
de la familia arawak) que en la rebelión de Juan Santos Atahualpa
(1742) oficiaron de guías y colaboradores, y durante la fiebre
cauchera pasaron a residir en el río Alto Purús (ver Gow, 2006;
Ramírez Ponce, 2008). Al descender por el río Urubamba se da el
encuentro con los santuarios nacionales Megantoni y con el Parque
Nacional Otishi, y con el primer afluente de este tramo o corredor
peruano, el río Tambo. Pero al remontar el Tambo, y luego el río
Ene se llega al río Apurimac, que más arriba recoge las aguas del
río Mántaro (antes conocido como río Jauja).
En la confluencia del río Ene y el
Perené tiene lugar Puerto Pardo, y más abajo en la confluencia del
Tambo con el Urubamba tiene nacimiento formal el río Ucayali y se
alcanza Puerto Atalaya (10.243
h.), capital del distrito Alto Ucayali, y
en la parte más inferior de la cuenca la ciudad de Pucallpa (204.772
h.),
capital del departamento de
Ucayali, reino de los mototaxis, y sede en la Laguna de Yarinacocha
del Instituto Lingüístico de Verano (ILV), fundado por Guillermo
Townsend en 1945. Bajando por el Ucayali (que
comienza a capturar ríos de menor caudal
como el río
Aguaytía), tropezamos por izquierda con la boca
del segundo gran afluente, el río Marañón. Este río
nace entre las cordilleras occidental y central donde tuvo su sede
originaria la cultura Chavín de Huántar que fue bisagra con el
mundo amazónico tal como el arqueólogo peruano Julio Tello lo probó
mediante la iconografía zoomórfica (monos, jaguares y serpientes).
El Marañón atraviesa luego dos cordilleras cortando camino por
varios pongos muy difíciles de navegar.
En
la confluencia del Ucayali con el Marañón damos con el pueblo de
Nauta (28.681 h.) y con los
Shipibo-Konibo de la familia lingüística Pano (enemigos de los
Piro, para la vida e historia de los Shipibo-Conibo,
ver Tournon, 2002).
Remontando ahora el Marañón damos con el puerto de Saramiriza
(2.000 h.)
, sumando en toda la cuenca del Marañón y el Ucayali 235.453 h.; y luego damos con la boca del río Huallagas (nace entre las cordilleras central y oriental, en el departamento de Loreto), afluente del citado Marañón. Mientras la población de la ribera de los ríos Marañón y Ucayali es de 235.453 h., la población en el departamento del Ucayali es de 205.000 h.. Sin contar su capital Pucallpa, la población es mayor en apenas unos 30.000 h. Esta diferencia tiene su explicación pues el departamento comprende también las poblaciones de Puerto Atalaya con más de 10 000 habitantes, y Contamana con 17 000 h., y grupos étnicos como el Kulina, a orillas del Alto Purús, de 865 h. (para reflexionar sobre los grupos amazónicos del Perú desde una perspectiva de ecología humana, ver Follér, 1999)
, sumando en toda la cuenca del Marañón y el Ucayali 235.453 h.; y luego damos con la boca del río Huallagas (nace entre las cordilleras central y oriental, en el departamento de Loreto), afluente del citado Marañón. Mientras la población de la ribera de los ríos Marañón y Ucayali es de 235.453 h., la población en el departamento del Ucayali es de 205.000 h.. Sin contar su capital Pucallpa, la población es mayor en apenas unos 30.000 h. Esta diferencia tiene su explicación pues el departamento comprende también las poblaciones de Puerto Atalaya con más de 10 000 habitantes, y Contamana con 17 000 h., y grupos étnicos como el Kulina, a orillas del Alto Purús, de 865 h. (para reflexionar sobre los grupos amazónicos del Perú desde una perspectiva de ecología humana, ver Follér, 1999)
Remontando
ahora el río Huallagas, navegable solo en balsas y en canoas con
motor fuera de borda, primero en la confluencia de los ríos Huallaga
y Paranapura llegamos a Yurimaguas (45.348 h.), la Perla del
Huallagas, fundada en 1710, donde tienen su asiento los Amuesha o
yanesha, de la familia lingüística arawak (sus recursos madereros
son el tornillo, el turupay,
el caimitillo, la quinilla,
el
pashaco, la cachimba, el copaiba, la marupa, y el tachu); en la confluencia de los rios Caynarachi (afluente del Huallagas) y Yanayaku, llegamos a Barranquita y luego a Quillacaca y Chazuta, donde desagua el río Mayo (territorio de los antiguos Chankas), y luego los ríos Corrientes, Tigre y Pastaza (ríos de aguas blancas). Entre los ríos Pastaza y Tigre, a orillas del río Chambira (provincia de Loreto, departamento de Loreto), se registra la presencia del grupo étnico Urarina, célebre por las formas locales de su práctica chamánica. El grupo étnico Urarina es también conocido por su identidad lingüística del mismo nombre, con dialectos regionales diferenciados en materia fonológica, sintáctica y léxica. La lengua urarina es vecina a otras lenguas como el Candoshi, shapra o murato, el Cocama (de la familia Tupí), el Yameo (de familia Peba–Yagua) y el cuasi-extinto Jébero (ver Morales Chocano, 2004; Walker, 2009). Y siguiendo el río Huallagas hacia arriba damos con Picota (7.941 h.), Bella Vista (22.116 h.), capital de la provincia de Bella Vista; Juanjuí, cuna histórica del Gran Pajatén (legado arqueológico de la cultura Chachapoyas) a orillas del río Abiseo (ver Bonavía Berber, 1968); Puerto Pizana (distrito de Pólvora, provincia de Tocache); Tocache (23.611 h.), capital de la provincia de Tocache; y se llega luego a Tingo María (50.000 h.), capital de la provincia Leoncio Prado, departamento de Huánuco, conocida como la «Puerta de la Amazonia» o la Ciudad de la Bella Durmiente (por una cadena montañosa que parece una mujer recostada), donde tiene su sede la Misión Evangélica de la Amazonia Peruana (MEAP). Y remontando ahora el río Shilcayo, afluente del Mayo, alcanzamos Santa Cruz de los Motilones de Tarapoto o Tarapoto (108.142 h.), donde suman en toda la cuenca 153.490 h. Tarapoto, fundada en 1782, es sede de congresos internacionales sobre medicinas tradicionales convocados por una comunidad terapéutica para recuperar adictos a las drogas denominada Takiwasi, verdadera puerta de entrada al chamanismo amazónico o turismo ayahuasca (sobre chamanismo y ciencia en la Alta Amazonía Peruana, ver Labaté, 2009; para la etnobotánica de la Amazonía Peruana, ver Vega Orcacitas, 2001; y para el turismo ayahuasca en el Huallagas, ver Homan, 2011).
pashaco, la cachimba, el copaiba, la marupa, y el tachu); en la confluencia de los rios Caynarachi (afluente del Huallagas) y Yanayaku, llegamos a Barranquita y luego a Quillacaca y Chazuta, donde desagua el río Mayo (territorio de los antiguos Chankas), y luego los ríos Corrientes, Tigre y Pastaza (ríos de aguas blancas). Entre los ríos Pastaza y Tigre, a orillas del río Chambira (provincia de Loreto, departamento de Loreto), se registra la presencia del grupo étnico Urarina, célebre por las formas locales de su práctica chamánica. El grupo étnico Urarina es también conocido por su identidad lingüística del mismo nombre, con dialectos regionales diferenciados en materia fonológica, sintáctica y léxica. La lengua urarina es vecina a otras lenguas como el Candoshi, shapra o murato, el Cocama (de la familia Tupí), el Yameo (de familia Peba–Yagua) y el cuasi-extinto Jébero (ver Morales Chocano, 2004; Walker, 2009). Y siguiendo el río Huallagas hacia arriba damos con Picota (7.941 h.), Bella Vista (22.116 h.), capital de la provincia de Bella Vista; Juanjuí, cuna histórica del Gran Pajatén (legado arqueológico de la cultura Chachapoyas) a orillas del río Abiseo (ver Bonavía Berber, 1968); Puerto Pizana (distrito de Pólvora, provincia de Tocache); Tocache (23.611 h.), capital de la provincia de Tocache; y se llega luego a Tingo María (50.000 h.), capital de la provincia Leoncio Prado, departamento de Huánuco, conocida como la «Puerta de la Amazonia» o la Ciudad de la Bella Durmiente (por una cadena montañosa que parece una mujer recostada), donde tiene su sede la Misión Evangélica de la Amazonia Peruana (MEAP). Y remontando ahora el río Shilcayo, afluente del Mayo, alcanzamos Santa Cruz de los Motilones de Tarapoto o Tarapoto (108.142 h.), donde suman en toda la cuenca 153.490 h. Tarapoto, fundada en 1782, es sede de congresos internacionales sobre medicinas tradicionales convocados por una comunidad terapéutica para recuperar adictos a las drogas denominada Takiwasi, verdadera puerta de entrada al chamanismo amazónico o turismo ayahuasca (sobre chamanismo y ciencia en la Alta Amazonía Peruana, ver Labaté, 2009; para la etnobotánica de la Amazonía Peruana, ver Vega Orcacitas, 2001; y para el turismo ayahuasca en el Huallagas, ver Homan, 2011).
En
este caso del río Huallagas, afluente del Marañón, las diferencias
estadísticas de sus cuencas y sub-cuencas fueron también muy
marcadas. Mientras la población residente en la ribera del río
Huallagas es de 153.490 h., la población en el departamento de
Loreto (Perú) descontando la de su capital Iquitos, es casi cuatro
veces mayor, de un total de 540.732 h. Esta
diferencia obedece a que no hemos computado las poblaciones de
las provincias de Maynas (550.031
h.) que incluye a la capital Iquitos
y una gran población mestiza, a la provincia de Loreto (62.165
h.),
que incluye los distritos de Parinari
(donde
habita una etnia
Tupi-Guaraní
con 324 h.);
Tigre
con capital en Intuto, y a Trompeteros
con capital en Villa Trompeteros.
La provincia de Alto Amazonas (104.667
h.) del departamento de Loreto, incluye
como su capital la ciudad de Yurimaguas, que concentra
la
mitad de la población provincial, y otros seis poblados urbanos:
Santa
Cruz,
Lagunas,
Balsapuerto,
Shucushyacu,
Jeberos
y Pampa
Hermosa
(donde habita la comunidad
achuar, en el río Corrientes),
y
107 comunidades
correspondientes a grupos étnico-lingüísticos de las familias
Pano (shipibos
del Ucayali), Arawaco (piros, campas), Tucano (orejones), y Cahuapana
(cashivos), a orillas de los ríos Huallagas, Morona y Pastaza (para
los cashivos, ver Descola, 2012, 339-41).
En
cuanto a la provincia de Datem del Marañon (49.571
h.), departamento de Loreto, con
capital en San Lorenzo (6.532 h.), donde se encuentra una Escuela de
Acuicultura de la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana
(UNAP). Esta provincia comprende seis (6) distritos, que son Barranca
(554 h.),
Cahuapanas
a orillas del río Cahuapanas afluente
del Marañón;
Manseriche
(con
población de la etnia Aguaruna o Awajun, cultora en el pasado de la
práctica jíbara de reducir cabezas, y hoy vecina de ricos
yacimientos petrolíferos),
Morona
(habita
la etnia Cahuapana
grupo
que incluye las lenguas Chayahuita
y
Jebero, a orillas del Paranapura con 13.700 h.), Pastaza
(habita
en forma impuesta la etnia Quechua, grupo Quechua del río Pastaza),
y Andoas
(con capital en el pueblo de Alianza Cristiana, con 471 h.,
Nuevo Andoas, Vista Alegre y Sauki, de los pueblos achuar, kichwa,
wampes y sharpa).
La provincia de Mariscal Ramón Castilla (54.829
h.)
que comprende cuatro (4) distritos, Ramón
Castilla (habitan
etnias del grupo conocido como Ticuna Oriental), Pebas
(tiene 56 comunidades), San
Pablo,
y Yavarí
(habita la etnia ticuna).
Y la
provincia de Requena (65.692
hab.), departamento de Loreto,
comprende once (11) distritos que son Alto
Tapiche,
Capelo,
Emilio
San Martín,
Maquía
(habita
una etnia Tupi-Guaraní), Puinahua,
Saquena,
Soplin,
Tapiche,
Jenaro
Herrera,
y Yaquerana
(habita
una etnia Pano grupo Mayoruna o Matzés).
Descendiendo
aún más por el Ucayali se alcanza la
ciudad de Iquitos (370.962 h.), a
orillas del ahora río Amazonas, verdadera confluencia de los ríos
Ucayali y Marañón. Iquitos es la sede capital del departamento de
Loreto, donde funcionó la célebre Fiscalía de Iquitos, que a fines
del siglo XIX procesó judicialmente a los caucheros esclavistas
(sobre Roger Casement y El
Sueño del Celta
de Vargas Llosa, ver Lesmes
Guerrero, 2012).
Descendiendo entonces por el Amazonas, en su margen o vertiente
derecha topamos con la boca del río Yavarí, provincia
Mariscal Ramón Castilla del
Departamento de Loreto, donde nos encontramos con la Isla de Santa
Rosa (2.500 h.), frente a las ciudades de Tabatinga y Leticia.
Remontando el Yavarí damos con la
localidad de Santa Fe
Islandia
(2.310 h.), que suma
en el lado peruano un total de 5.000 h. (el lado brasileño del
Yavari lo estudiamos cuando tratamos el primer afluente del sexto
tramo o corredor brasilero), y entre ellos el grupo étnico yagua de
la familia lingüística
peba. Finalmente, para el cuarto tramo alcanzamos
una totalidad de 600.000 h.
Bajando
por el Amazonas damos entonces con el tercer afluente, el río Napo,
un río de llanura, cuya naciente se encuentra en los Andes
Ecuatorianos, y cuya boca fuera copada por el Perú desde Iquitos (en
un mecanismo muy semejante al que Brasil practicara desde Manaos con
el Putumayo). Remontándolo alcanzamos río arriba el Ecuador
amazónico, y damos con El Coca o puerto de Francisco de Orellana
(2.131 h.), muy poblado por grupos étnicos, entre los cuales se
destacan los Huaorani o Waorani, llamados
peyorativamente "aucas”, y los Taromenane
(ver Rival, 1998; y Doughty, 2010); y
multitud de etnías de origen preincaico,
como por ejemplo los omaguas-yetes, záparos, encabellados, abjiras,
payaguas, ciecoyas, icahuates, guaciguagues, ciguagues y masamaes
(para las exploraciones de las regiones
ecuatoriales a lo largo
del Napo, ver Osculati, 2003; para la complejidad social en las estribaciones andinas orientales durante el período pre-incaico tardío, ver Lara, 2010; y para la relación entre parentesco y lenguaje en el Alto Napo, ver Uzendoski, 2006). Y remontando el Napo, abordamos la boca de varios afluentes, el río Payamino y, justo al lado, el río Coca o Papallacta, y más adelante el Aguarico.
del Napo, ver Osculati, 2003; para la complejidad social en las estribaciones andinas orientales durante el período pre-incaico tardío, ver Lara, 2010; y para la relación entre parentesco y lenguaje en el Alto Napo, ver Uzendoski, 2006). Y remontando el Napo, abordamos la boca de varios afluentes, el río Payamino y, justo al lado, el río Coca o Papallacta, y más adelante el Aguarico.
Y
descendiendo una vez más por el Amazonas, habiendo dejado el Perú,
se alcanza el corredor amazónico colombiano, las regiones menos
urbanizadas de la Amazonía poblada por numerosas etnías indígenas,
y duramente diezmadas durante la Fiebre del Caucho (pero que
posteriormente se recuperó, pues los puertos actuales revelan una
población sostenida).
XI-e.-
Quinto
tramo o corredor colombiano exogámico y multilingüe
Dejaríamos
entonces los ríos de montaña, los que se transformarían ahora en
ríos de llanura selvática, alcanzando el quinto tramo del circuito
amazónico-platino y la Colombia amazónica. Esta inmensa región se
caracteriza por la combinación de tres (3) grandes afluentes y redes
de drenaje (Putumayo, Caquetá y Negro), localizadas en el largo y
extenso arco o curva continua que da el Amazonas entre la
desembocadura del Napo y la boca del río Negro. Para su descripción,
debemos ordenar los ríos en cinco (5) variantes, de oeste a este,
desde las márgenes o vertientes izquierdas de los ríos de llanura
a las márgenes derechas de los mismos, desde la desembocadura hasta
sus propias nacientes, en su direccionamiento ya sea río arriba o
río abajo, y en la distinción ecológica y étnico-demográfica
del hábitat, se trate de “tierra firme” (no inundable, poblada
por las etnías ticunas, yaguas y mayorunas o matsés) o de “zona
de várzea” (ribereña, poblada por las etnías omaguas,
yurimaguas, e ibanomas) con grupos étnicos diferenciados y rivales
entre sí (Zárate
Botía, 2001, 235).
En
ese detallado orden geográfico, cartográfico y ecológico con sus
derivaciones chamánicas, farmacológicas y etnobotánicas alcanzamos
las bocas de los ríos Vaupés/Putumayo, Caquetá/Japurá, y
Guainia/Negro, cuyas nacientes y sus cabeceras administrativas se
encontraban en las muy lejanas faldas de la cordillera oriental
colombiana (Mocoa, Florencia). Sin duda esta lejanía fue la
principal dificultad de las autoridades neogranadinas y colombianas,
incluidas las autoridades de la orden capuchina, que por ese motivo
fueron incapaces de generar en los siglos XIX y XX un interés
regional intenso como el que se dieron los peruanos en Iquitos (Perú)
y los brasileros en Manaos (Brasil). Sus largos y oblícuos drenajes
en la curvatura del Amazonas, se asemejan en la representación
cartográfica a una bayoneta calada.
Este circuito del Amazonas, entre la boca del Napo y la del Negro
estuvo siempre desde el siglo XVII disputado política y
militarmente por la potencia lusitana, pues primero en 1743 alcanzó
a controlar la desembocadura del Negro, poco después la boca del
Japurá/Caquetá, luego con la Paz de Paris, en 1762, la boca del
Putumayo, y la del Yavarí con la retención de Tabatinga, pese a
lo dispuesto por el Tratado de Madrid de 1750 (Zárate
Botía, 2001, 254).
Más
abajo de la desembocadura del Napo, a orillas del Amazonas, en su
margen izquierda, llegamos primero a la boca del
río Loretoyacu, a cuyas orillas se halla Puerto
Nariño (6.983 h.), antiguo Puerto Espejo, el “pesebre del
Amazonas”, y luego más abajo del Amazonas la ciudad de Leticia
(37.832 h.), fundada por los peruanos pero transferida a Colombia por
el presidente Augusto Leguía conjuntamente con el territorio que
comprende el Trapecio Amazónico, a cambio de la región del
Sucumbíos (frontera con Ecuador), por
virtud del Tratado
Salomón-Lozano (1927). Leticia estaba
ubicada frente a la ciudad brasilera de Tabatinga (fundada en el
siglo XVII, la cual había sido reforzada militarmente por Pedro II
en 1867 de manera tal de capturar la boca del Putumayo). El río
Putumayo atraviesa el departamento o comisaría colombiana del
Amazonas, al norte de Leticia, y cambia de nombre al penetrar en
Brasil, llamándose entonces Içà
(para la conservación de la
diversidad biológica, botánica, zoológica y
cultural en el piedemonte amazónico
colombiano y la herencia del
botánico Richard Evans Schultes, ver Zuluaga
Ramírez, 2005). En materia
zoológica, en la amazonia colombiana, existen desde tiempos
inmemoriales tres (3) especies de quelonios (tortugas) de agua dulce
que integran la dieta humana: la taricaya, el cupiso y la charapa,
que es la más grande.
Los
pobladores de esta región pertenecen a grupos étnicos de la familia
makuna (con malocas rectangulares), y de la
familia tucano oriental (tanimuca,
letuama,
cabiyari,
yuhup,
yauna,
con malocas circulares), y estuvieron al comienzo bajo
la jurisdicción Popayaneja de San Juan de Pasto y más recientemente
bajo la ciudad de Florencia (fundada en 1902), la capital del
departamento del Caquetá y puerta de entrada a la Amazonía
colombiana (también estuvo bajo esa jurisdicción la familia
Tucano Occidental de los coreguajes y los siona). De
todas las amazonías, la colombiana fue la más vulnerable a la
penetración lusitana, por la circunstancia de haber controlado
Portugal/Brasil desde el Tratado de Madrid (1750) --pero más
fuertemente desde que Pedro II reforzó Tabatinga--la boca de los
tres ríos que vienen de Colombia, primero lo fue el Negro, luego el
Caquetá, y más arriba el Putumayo. Pretendió también Portugal
controlar la boca del río Napo pero fracasó en el intento (Zárate
Botía, 2001, 246), y Brasil pretendió infructuosamente asignar esos
territorios a Ecuador.
Fue
esta región el escenario del boom de la quina (1830-1880), y luego
de la fiebre cauchera (1880-1912), en la década del 70 de la fiebre
petrolera y también de la pugna pseudo-religiosa entre el Instituto
Lingüístico de Verano (ILV), de filiación religiosa evangelista, y
los Javerianos de Yarumal (católicos conservadores del
Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal),
y recientemente del paramilitarismo anti-guerrillero de Rodríguez
Gacha (ver Stoll, 1985). La fiebre cauchera había intensificado las
migraciones internas a través de los ríos de la cuenca, ocasionó
un genocidio practicado por la peruana Casa Arana, sus socios
británicos y sus capataces negros de la Isla Barbados de
nacionalidad británica (Gr.Br.), y un desplazamiento forzado vía
fluvial, al sur del Putumayo, de miles de familias uitotos, boras y
ocaínas, tragedia que dejó su secuela indeleble hasta la propia
actualidad (Pineda, 2000; Stanfield,
2009; y Polanco Ochoa, 2013).
Llegando a la boca del primer afluente, el río Putumayo (el más
navegable pero a diferencia del Caquetá carece de afluentes
significativos), y remontando la margen izquierda del mismo se
alcanzan primero el destacamento militar brasilero de Ipiranga, y
luego cruzando la despoblada frontera con Colombia se llega a
Tarapacá (3.950 h.),
y más arriba primero al puerto de Leguízamo
(46.602 h.), y luego a los puertos de Ospina
(1.250 h.), y Asís (55.759 h.), y a los rastros donde antaño
estuvieron las colonias penales de La Tagua y Caucayá, que suman en
toda la cuenca del Putumayo 103.611 h. (para
una construcción histórica del territorio de
Leguízamo, ver Polanco Ochoa, 2013; y para el
desplazamiento forzado de los grupos étnicos, ver Soledad
Suescún y Egea Jiménez, 2008).
Más
luego, llegando río abajo en el Amazonas a la boca del segundo
afluente, el río Caquetá/Japurá, que en
Colombia separa sus departamentos de Amazonas y Caquetá (es un río
de aguas blancas), y en Brasil desagua en varios brazos, en forma de
delta, y desemboca frente a la ciudad brasilera de Tracuatuva
de Tefé o Tefé (para
la construcción del territorio amazónico
colombiano del Caquetá, ver Llanos
y Pineda, 1982; y Arcila
Niño, et.al., 2000).
Remontando el Japurá/Caquetá
se arriba primero al destacamento militar brasilero de Vila
Bittencourt (600 h.), y
más arriba cruzando la frontera con Colombia se llega al célebre
pueblo mestizo de La Pedrera (200 h.), citado en las narraciones
del escritor colombiano Germán Castro Caicedo (Perdido
en el Amazonas y Mi alma se la dejo al diablo),
y
río arriba en el Bajo
Caquetá se llega a la boca del río Apaporis,
frontera entre los departamentos del Guaviare y del Caquetá,
donde cerca de su estuario se había radicado a principios del siglo
XX la Casa cauchera Calderón luego desplazada por la Casa Arana
(Hildebrand y Reichel, 1987). Remontando
su curso se llega a la población de Ocaso, y también a Buenos
Aires de Lérida y al río Patá,
donde recibe por el norte al Pirá-Paraná,
un río con aguas “color de té bien macerado que fluye en un lecho
de arena blanca” (para el conocimiento de los
chamanes de Yurupari, en el Pirá-Paraná, ver Cayon, 2002; y
Rodríguez Pérez, 2015). Como afluente izquierdo del Apaporis el río
Jotaveyá con la población Makú de la familia lingüística
Puinave, como afluentes derechos los ríos Yapiyá, Popeyacá e
Icapuyá con las poblaciones de los Tanimuka, los Letuama y los
Yáuna, de la familia lingüística Tukano oriental; y como afluente
derecho el Cananarí con la población de los Kavillarí.
Y
luego, más arriba en el Caquetá, se llega a la boca del
Mirití-Paraná donde se había instalado la Casa cauchera de
Oliverio Cabrera (también adquirida por la Casa Arana) y más tarde
el ILV, y más arriba aún los caseríos de Puerto Caimán, y Bocas
de Cahuinari. Remontando su afluente el río
Mirití-Paraná se
llega a las etnias Yukuna
y Matapí, de la familia lingüística arawak (que viven de la
subienda de los peces que desovan en los cananguchales), y en su
afluente el río Komeñaca gran parte de la población Tanimuka,
llamados también Ufaina o
"gente ceniza", más
arriba se llega al chorro o salto del Tequendama, y más arriba aún
en las cabeceras del río Mirití, vivían los Yukuna, desde donde
bajaron impulsados por la oferta de trabajo siringuero (para
el chamanismo nocturno de los Yukuna, ver Fontaine,
2014).
Y mucho más arriba en el Caquetá se llega a la boca de los ríos
Yari, Caguán y Orteguaza, y en la desembocadura de este último la
población mestiza de Solano (23.000 h.).
En
este quinto tramo o corredor colombiano, mientras la población
residente en las riberas del río Putumayo (Colombia, en Brasil se
lo conoce como río Icá) es de 103.611 h., la del departamento
Amazonas en Colombia, es casi nueve veces mayor, pues cuenta con un
total de 892.392 h. Esta abrumadora diferencia obedecería a que no
hemos computado las poblaciones ribereñas de los ríos Apaporis, y
Caquetá (en Brasil se lo conoce como Japurá). En
el caso del río Apaporis, los numerosos grupos étnico-lingüísticos
de
la familia
Tucano Oriental
(makuna,
tanimuca,
letuama,
cabiyari,
yuhup
y yauna),
están escasamente receptivos con la civilización moderna debido a
su tenaz aislamiento (sobre
el aislamiento de los tucano, ver Landaburu, 2004-2005;
sobre porque migran los tucano, ver Brandhuber,
1999; sobre la lengua, la cultura y la sociedad entre los yuhup, ver
Ospina
Bozzi, 2008).
Más
abajo aún del río Amazonas, por su margen izquierda, se arriba a la
boca del tercer afluente, el río Negro, donde con motivo del Tratado
de Madrid de 1750 los portugueses habían desplazado cantidad de
grupos étnicos para llevarlos como esclavos al Pará (Zárate Botía,
2001, 251). Ascendiendo el río Negro se atraviesan primero las
localidades brasileras de São Joaquim (grupos
étnicos Kuripaco de
la cosmogonía Yekuana o Makiritare, y
Baniwa, ver Wright, 1998),
Açai Paraná,
Tuluca, y Paraná Juca, y más luego las localidades de Puraquê,
Ponta Cuiubi y Iauaretê, en el estado de Amazonas, donde deja de
ser territorio brasilero y cruza a Colombia. Remontando
ahora el río Negro en territorio colombiano (o
río Guainía en Colombia, de
intenso color oscuro y bajo contenido de
nutrientes), se arriba a su afluente el
río Vaupés, el mismo
territorio recorrido en el siglo XIX
por el naturalista inglés
Alfred Russel Wallace, y su compatriota el botánico Richard
Spruce,
el etnólogo alemán
Theodor Koch-Grünberg, y
últimamente el escenario de una producción cinematográfica
premiada en el Festival de Cannes, titulada
"El abrazo de la serpiente" del cineasta colombiano Ciro
Guerra, donde se retratan las epopeyas científicas de Koch-Grünberg
y de Schultes. En este
circuito se alcanza la localidad de
Santa Isabel de Río Negro
(18.506 h.),
y Barcelos (27.273
h.), y mucho más arriba la
población de São Gabriel da Cachoeira (42.342
h.), totalizando unos 100.000 h., donde
se encuentra el corregimiento departamental Miriti-Paraná habitado
por indígenas cubeos, desanos, y guananos, del grupo lingüístico
tukano, y donde amén
del portugués y el tukano se han oficializado las lenguas ñeengatú
(tupí amazónico),
y baniwa (arawak).
En materia fonológica,
Gómez-Imbert (2011) pudo pasar --gracias al sistema matrimonial
exogámico del pueblo tukano y al consiguiente multilingüismo que
produce-- del tatuyo al barasano “sin la intervención del español
y lograr así la comprensión de ciertas características como los
tonos que habría sido imposible de otra manera”.
Por
todos estos motivos, algunos autores concluyen en que ha cundido en
la Amazonia noroccidental una suerte de multilingüismo (ver
Stenzel, 2005;
para los indígenas
del Mirití-
Paraná, ver Hildebrand y Reichel, 1987; para los misioneros y antropólogos en el Miriti-Parana, ver Oostra, 1991; y para el rol del dinero aguas arriba en el Mirití-Paraná, ver Rosas Riaño, 2007).
Paraná, ver Hildebrand y Reichel, 1987; para los misioneros y antropólogos en el Miriti-Parana, ver Oostra, 1991; y para el rol del dinero aguas arriba en el Mirití-Paraná, ver Rosas Riaño, 2007).
En
este encuentro de ríos, no hemos computado las
poblaciones de Santa Rosa y Puerto
Limón,
ni tampoco los grupos étnicos de la
familia Arawak como los curripaco o kuripaco en
portugués (ver Ortiz Gómez, 2011),
vinculados a los bare y guarekennes del río Negro, los talianas del
río Vaupés, y los wenaiwika, enaguas o piapoco
de los ríos Meta y Guaviare (sobre etnobotánica
de Palmas en la Amazonia colombiana, ver Mesa Castellanos, 2011).
Tampoco hemos computado a los
huitoto o bora-witoto, el más exogámico de toda la cuenca, merced a
lo cual fue capaz de resistir la adversidad y sobrevivir la
explotación cauchera (para "Los Curripacos del río Isana, ver
Journet, 1980). Esta región se caracteriza por la existencia de dos
momentos históricos trascendentales, el del mesiánico chamán
baniwa Venancio Cristo enfrentado a los caucheros en 1857; y el de la
misionera evangélica Sophie Müller que a fines de 1940 innovó con
sus juegos de dramatización de personajes bíblicos y con su sistema
de iglesias dirigidas por pastores indígenas y consejos de ancianos
(para la controvertida carrera de Sofía Müller, ver Rausch, 2013).
Luego,
remontando aún más el Alto río Negro, en la frontera brasilera con
Venezuela, se alcanzan las localidades de Cuarinuma,
Brujas, Tabaquén, Tonina, y Puerto Inírida (40
mil h.). Más
abajo de Sao Gabriel da
Cachoeira, el río
Negro confluye con la desembocadura perpendicular del rio Branco, que
procede de los ríos que fluyen del macizo guyanés, donde remontando
su margen derecho se alcanza la capital
del estado brasileño de Roraima, Bandeira de Boa Vista (284.313
h.), y las
localidades de Forte de São José de
Marabitanas, Aru, e Içana
, próximas a la Guayana Británica, territorios recorridos por el taxidermista inglés Charles Waterton, el mismo que inspirara a Darwin (para un análisis del estado de Roraima, limítrofe con Venezuela y la Guyana Británica, y la política de la geopolítica, ver Foresta, 1992). En la desembocadura con el Amazonas, el río Negro da lugar a la ciudad y puerto de Manaos. Y más abajo de Manaos, en dirección al estado de Amapá, en el margen septentrional del Amazonas, desembocan perpendicular y sucesivamente, procedentes del macizo Guayanés, los ríos Uatumá, Nhamundá, Trombetas, y Jarí. En este quinto tramo se alcanza en sus puertos una totalidad de medio millón de habitantes.
, próximas a la Guayana Británica, territorios recorridos por el taxidermista inglés Charles Waterton, el mismo que inspirara a Darwin (para un análisis del estado de Roraima, limítrofe con Venezuela y la Guyana Británica, y la política de la geopolítica, ver Foresta, 1992). En la desembocadura con el Amazonas, el río Negro da lugar a la ciudad y puerto de Manaos. Y más abajo de Manaos, en dirección al estado de Amapá, en el margen septentrional del Amazonas, desembocan perpendicular y sucesivamente, procedentes del macizo Guayanés, los ríos Uatumá, Nhamundá, Trombetas, y Jarí. En este quinto tramo se alcanza en sus puertos una totalidad de medio millón de habitantes.
XI-f.-
Sexto
tramo o corredor septentrional brasilero y caboclo
Dejando el margen (o
vertiente) izquierdo o septentrional del Río Amazonas, encaramos
ahora el sexto y último tramo del circuito amazónico-platino,
consistente en la margen derecha o meridional del Amazonas,
caracterizada por la combinación de siete (7) grandes afluentes de
llanura procedentes de los macizos charqueño y platino (son ríos
largos, lentos, meándricos y sembrados de saltos y corredeiras), de
los cuales cuatro son hidrovías. A diferencia de la vertiente
septentrional, estos ríos desembocan en el Amazonas en forma
cuasi-perpendicular, y en una red de drenajes paralelos (que en
épocas de crecida puede llegar a cambiar su curso; ver
Dourojeanni, 2010).
Estos siete (7) ríos los numeramos y ordenamos de occidente a
oriente, donde el
Amazonas al bajar hacia el Atlántico viene cortando el relieve
que separa cada uno de dichos afluentes,
el del Javary (Yavarí en Perú), el Juruá, el Purús, el Madeira,
el Tapajós, el Xingú, y finalmente el Tocantins, casi en la
desembocadura del Amazonas, donde el tráfico de los tres primeros
son los que tendrán más interés en navegar río arriba del
Madeira.
En
este sexto tramo del circuito amazónico-platino, la población está
muy mestizada y las ciudades están jerárquicamente clasificadas por
los sociólogos en macro-polos, meso-polos, y micro-polos (Guedes,
Costa y Brondizo, 2009). Entre esos destinos portuarios, primero
fue Tabatinga (40.000 h.), en la triple frontera con Perú y Colombia
y estado brasilero de Amazonas, a la margen izquierda del río
Amazonas, y a una distancia con
Manaos de tres (3) días de navegación río abajo y de siete (7)
días rio arriba. El
primer afluente, bajando por el Amazonas, es el río Javary, en la
frontera con Perú, estado de Amazonas, donde se alcanza
las localidades de Atalaia
do Norte
(13.682 h.), y Benjamin Constant (26.191 h.), frente a Tabatinga,
donde suma un total de 40.000 h.,
y entre ellos el grupo étnico yagua de la familia
lingüística peba (ver
Chaumeil, 1983; Chuecas
Cabrera, 1996). El
segundo afluente, bajando por el Amazonas, es el
río Juruá (río de color blanco), donde
en las tierras bajas se alcanza primero los puertos de
Carauarí (27.645 h.),
Ipixuna
(22.867 h.), Guajará
(14.037 h.) , y más arriba Eirunepé, antigua Vila
de São
Felipe (33.580 h.),
sumando en esta cuenca
del estado de Amazonas la totalidad de 106.478 h. Remontando
el Juruá llegamos a las ciudades de Manacapuru
(100.656 h.), y Parintins
(108.250 h.), poblaciones
predominantemente caboclas, pero en su origen estuvo poblado por
indios muras, verdaderos gitanos acuáticos (ver Parker, 1985;
y Amoroso, 1992), sumando en
la cuenca un total de 370.000 h..
Como
decíamos antes, la población de este sexto tramo amazónico, con
excepción de la correspondiente a los ríos Xingú y Tapajós, está
intensamente mestizada. Como los siringueiros nordestinos que
poblaron esta cuenca venían solteros se casaban con mujeres
indígenas de la tribu Kulinaã, con lo que se producían conflictos
de todo tipo. Más arriba en el Alto
Juruá se alcanza Cruzeiro do Sul (79.819
h.), Marechal
Thaumaturgo (13.061
h.), Rodrigues
Alves (12.428 h.) y
Porto
Walter (8.170 h.),
estado de Acre, donde suma un total de 113.478
h. En el territorio del Alto
Juruá, en la frontera con Perú, se encuentran las denominadas
“reservas extractivas”, fundadas por Chico Mendes, el asesinado
líder ambientalista víctima de los
traficantes de tierras o
grileiros (ver Jiménez, 2008). Y entre su población se encuentran los grupos étnicos Yawanawa en el Alto Río Gregorio cuyos chamanes practicaban ritos de iniciación y poseían poderes terapéuticos (ver Pérez-Gil, 2001), los Katukina (del río Biá, afluente del río Jutaí, y éste del Amazonas), los Yaminahua tenidos por algunos como “salvajes” (ver Townsley, 1993; Calavia Sáez, 1995), los Kashinahua de la familia lingüística pano (para los Pano, ver Keifenheim, 1992), los Manchineri de lengua piro (ver Gray, 1997), y los Asháninka de la familia lingüística arawak (ver Rojas Zolezzi, 2014; y Adelaar, 2000).
grileiros (ver Jiménez, 2008). Y entre su población se encuentran los grupos étnicos Yawanawa en el Alto Río Gregorio cuyos chamanes practicaban ritos de iniciación y poseían poderes terapéuticos (ver Pérez-Gil, 2001), los Katukina (del río Biá, afluente del río Jutaí, y éste del Amazonas), los Yaminahua tenidos por algunos como “salvajes” (ver Townsley, 1993; Calavia Sáez, 1995), los Kashinahua de la familia lingüística pano (para los Pano, ver Keifenheim, 1992), los Manchineri de lengua piro (ver Gray, 1997), y los Asháninka de la familia lingüística arawak (ver Rojas Zolezzi, 2014; y Adelaar, 2000).
Luego
más abajo en el Amazonas se encuentra la ciudad Tracatuva de Tefé
(62.662 h.), frente a la desembocadura del Caquetá/Japurá, y luego
la ciudad de Coarí (82 209
h.). Más abajo del río Amazonas, damos con el
tercer afluente, el río Purús
(río de agua blanca), que había sido explorado por el geógrafo
inglés William Chandless (quien dejó un
fascinante informe publicado por la Royal
Society, ver Gow, 2006), donde
se llega a Santa Rosa
do Purús (3.948 h.), Manoel
Urbano (7.843
h.), Canutama (14 944
h.), Lábrea (42 439
h.), y Boca de Acre en
el estado de Amazonas
(sobre los procesos de nacionalización y
tribalización en la amazonía sud-occidental y el rol de las
canciones purús, ver el muy sugestivo trabajo de
Gow, 2006). Más luego en la
confluencia con el río Negro tropezamos en la margen izquierda con
la ciudad de Manaos (1.982.179
h.), totalizando en el tercer
afluente la suma de 2.154.000 h..
Más abajo aún en el Amazonas, el cuarto
afluente es la cuenca del río
Madeira, la más despoblada de todas las cuencas meridionales,
donde confrontamos con la ciudad de Itacoatiara (100.890
h.), y remontando el Madeira
llegamos primero a Santa Maria dos
Marmelos, y luego a la
localidad de Humaitá (50 230
h.), ubicada a tres
días de navegación de Manaos, y más arriba por el Madeira se llega
a Porto Velho, la capital de Rondonia, totalizando en el cuarto
afluente la suma de 150.000 h..
Aún más abajo del
río Amazonas, el quinto
afluente es
el río
Tapajós (río de color verde azulado, que
lleva un mayor contenido de nutrientes)
que hace de frontera natural entre los estados de Amazonas y Pará,
explorado en 1830 por el
barón ruso Georg
Heinrich von Langsdorff
(que enloqueció en el intento),
en 1913 por el inglés Arnold
Savage-Landor, y en la década del sesenta fue el célebre escenario
de las investigaciones del belga Claude Levi-Strauss y registrado en
su obra Tristes
Trópicos.
Se
alcanza primero la
Barraca
de Alfredo Lopes y de Paraiso, en el estado de Amazonas, y luego en
el estado de Pará, en la confluencia con el río Amazonas la ciudad
de Santarém
(274.012 h.), y remontando el Tapajós las localidades de
Jacareacanga
(41.487
h.),
Sao Luis do Tapajós (usina hidroeléctrica), Itaituba
(124.865 h.), Pedreiras, Belterra (16.808
h.),
y finalmente Aveiro (15.000 h.),
el
área
que Henry Ford pobló y donde construyó en 1927 la utópica y
fracasada ciudad de Fordlandia (para
el auge y caída de la olvidada ciudad selvática de Henry Ford,
ver Grandin,
2009),
totalizando en el quinto afluente la suma de 470.000 h..
Y
aún más abajo del Amazonas el sexto afluente
es el río Xingú, en el estado de Pará
(apodado 'el río de aguas
claras'), en sus tierras bajas, o corredor Xinguara, se llega río
arriba a las ciudades de Altamira
(106.768 h.),
Senador José Porfirio (12.998 h.),
Porto de Moz (28.091
h.), Vitória do Xingú
(13.480 h.),
y Sao Félix do Xingú (99.905 h.,
mayoritariamente caboclos (ver Parker, 1985).
Donde hoy está la ciudad de Altamira estuvo el grupo étnico Kuruaya
conjuntamente con los Juruna, evangelizados por el P. Roque
Hunderfund S.J. en 1750 quien ahí creó la Misión Tavaquara. Un
siglo más tarde, la misma región fue visitada por el Príncipe
Adalbert de Prusia (hijo primogénito del Kaiser Guillermo II). A
orillas del río Castanhal,
se alcanza la ciudad de
Castanhal
(186.895
h.), y a
orillas del Rio Maratauíra
la ciudad de Abaetetuba
(350.000h.).
Y más arriba, en la cuenca alta del río Xingú, estado
de Mato Grosso, poblado con políticas de frontera corporativa
(Browder & Godfrey, 1997) se alcanza
la localidad de Sao José do Xingú (6.356
h.), la ciudad de Novo Acordo
(3.323 h.),
estado de Tocantins, y numerosas reservas de grupos
étnico-lingüísticos
(Apnajé;
Xambioá; Xerente; Kráô; Kraô-canela; Karajá; Javaé; Pankararu; Avá-Canoeiro), sumando en la totalidad del Xingú o sexto afluente 269.717 h.
Xambioá; Xerente; Kráô; Kraô-canela; Karajá; Javaé; Pankararu; Avá-Canoeiro), sumando en la totalidad del Xingú o sexto afluente 269.717 h.
En
estos grupos étnicos, por estar lejos de la frontera con Colombia,
Perú o Bolivia su identidad étnica es más fuerte que la identidad
nacional. Por el contrario, cerca de las fronteras de Perú, Colombia
o Bolivia la identidad étnica es más débil que la identidad
nacional (para las nuevas posibilidades
de cooperativas indígenas en el Xingú, ver
Burke, 2012; y para
el shamanismo en Parakanã,
Sao Félix do Xingú, ver
Fausto, 2015). De las
numerosas reservas mencionadas, el etnólogo alemán Karl von den
Steinen expedicionó en dos oportunidades, en 1884 y 1887, y Hermann
Meyer durante 1895-1897, y de nuevo en 1899. A
comienzos del siglo XX el Coronel Percy Fawcett encontró en el
Xingú la muerte, y a mediados del siglo XX establecieron en él
su territorio filantrópico los hermanos Villas Boas, a partir
primero de la expedición Roncador-Xingú y luego de la expedición
Xingú-Tapajós (Shkrada Resk, 2010).
Estas reservas tienen 3.600 h.
de catorce (14) grupos
étnico-lingüísticos
diferentes, entre las cuales se destacan los grupos étnicos pertenecientes a los siguientes tres troncos lingüísticos, el Tupí-Guaraní (Kamaiurá, Juruna, ver Carod-Artal, y Vázquez-Cabrera, 2001; el Arauak (Suya), y el Karib (Kalapalo, ver Mackey, 1993).
diferentes, entre las cuales se destacan los grupos étnicos pertenecientes a los siguientes tres troncos lingüísticos, el Tupí-Guaraní (Kamaiurá, Juruna, ver Carod-Artal, y Vázquez-Cabrera, 2001; el Arauak (Suya), y el Karib (Kalapalo, ver Mackey, 1993).
Y
bajando el río Amazonas hasta su boca, en
el estado de Pará (7.588.078
h.),
el
séptimo afluente es el
río Tocantins, donde en su confluencia con el río Itacaiúnas se
alcanza la ciudad de Marabá
(233.462
h.),
próxima al grupo étnico Kayapó-Xikrin
(para las
investigaciones etnobiológicas de Darrell Posey entre
los
Kayapó, ver
López Garcés, y de Robert,
2001),
y
muy cerca de la localidad de Eldorado
dos Carajás (célebre por los conflictos entre los carajás y los
xavantes y por la matanza de los Sin
tierra).
A orillas del río Tocantins, que es el séptimo y último afluente
de la vertiente meridional del Amazonas, en el estado de Tocantins,
las principales
ciudades son Araguaína
(153
350 h.),
Gurupi
(75.287
h.),
la capital Palmas
(208.165
h.),
Paraíso
do Tocantins
(45
669
h.),
Porto
Nacional
(49.143
h.),
y Taquarussu
do Porto (4.739
h.), totalizando en el séptimo afluente 787.000 h..
No obstante la intensidad de la migración y el mestizaje internos, los conflictos por la tenencia rural se acentuaron, en especial en la región Araguaia-Tocantins (ver Kotscho, 1981; y Walker, 2011). En ese sentido, la migración interna estaba garantizada por la existencia de ferias y mercados que comercializaban plantas medicinales como en Sao Luis (1.039.610 h.) y otras ciudades: Imperatriz (232.560 h.), Timon (163.342 h.), Caxias (155.129 h.), Açailândia (101.130 h.), Codó (118.072 h.), Santa Inês (82.680 h.), Bacabal (101.738 h.), y Balsas (89.126 h.) (ver Linhares, 2014). En la boca del Amazonas se alcanza la ciudad de Belém (2.146.000 h.). Y en la confluencia del río Araguari con la boca del Amazonas, pero en su margen izquierda o septentrional, se alcanza el estado de Amapá (698.602 h.), su capital Macapá (366.484 h.), la ciudad de Santana y el grupo étnico Wajapi (101.864 h.), cuyos ríos y afluentes proceden del macizo Guayanés.
En
el caso del sexto tramo o corredor brasilero septentrional, las
diferencias estadísticas son abrumadoras. Mientras
en la ribera del río Guaporé, en el segundo tramo o corredor
brasilero meridional, la población es de 138.825 h., la del estado
de Rondonia lo decuplica, pues es de un total de 1.560.500 h. Esta
diferencia obedecería a que no hemos computado ciudades como Cacoal
(90,556 h.), Jarú
(52.005 h.), Vilhena
(68.405 h.)
y Presidente Medici
(22 783 h.).
Mientras en el
lado brasilero de la cuenca del
río Javarí, en el sexto corredor del circuito amazónico-platino,
la población es de 400.000 h., el total
de población del estado de Amazonas descontado Manaos es de
1.500.000 h., o cuatro veces superior. Y
mientras en la ribera del río
Acre (afluente del Purús) la población
es de 42.200 h., la del estado de Acre (Brasil), sin contar la de su
capital Rio Branco (363.928
h.) donde
existe un afamado Museo del Caucho
--no confundir con el río del estado de Roraima que procede del
macizo Guayanés- es ocho veces superior, de un
total de 368.865 h. Esta diferencia
obedecería a que no se computaron otras ciudades muy pobladas como
Tarauacá
(30.711 h.), Sena
Madureira
(33.614 h.) y Brasiléia
(18.056 h.)..
Por
último, en
este sexto tramo, mientras la totalidad de las ciudades a orillas de
ríos da una suma de 3.400.000 h., la población del estado de Pará
la duplica (7.600.000 h.). Y en el estado de Mato Grosso, mientras
en la ribera del río Xingú, la población es de 269.717 h., y
la del río Ji-Paraná
es de 103.256 h., la del
estado la quintuplica, pues es de un total de 2.000.000 de h. La
ostensible diferencia obedece a que estos estados se hallan
sumamente urbanizados pues poseen numerosas localidades situadas en
serranías dispersas y alejadas de los ríos (para
la jerarquía de las áreas urbanas en la amazonía brasilera, ver
Sathler, et. al., 2010; y Guedes,
Costa y Brondízio,
2009)
Sumando
la población de la totalidad de los seis (6) tramos o corredores
correspondientes a los ocho (8) países del circuito
amazónico-platino (Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Brasil,
Paraguay, Argentina, Uruguay), nos da un monto total aproximado a más
de veinticinco millones de habitantes, muy superior a la población
de sus puertos interiores que totalizan sólo una quinta parte, unos
cinco millones.
XI.-
Obras hidráulicas y comparaciones históricas mundiales
Las
propuestas de todos los autores mencionados serían comparables con
las de otros mega-emprendimientos hidráulicos del mundo tales como
el Gran Canal de la China Imperial, los canales Rusos de tiempos de
Pedro el Grande, la Hidrovía Rhin-Danubio que conecta el Mar del
Norte con el Mar Negro, y el nuevo canal entre el Atlántico y el
Pacífico programado por los chinos en Nicaragua.
Los
canales rusos vinculan por un lado el río Volga con el Mar Báltico,
y por otro el río Volga con el río Don, para desembocar el Don en
el mar Negro (Azov) y el Volga en el Caspio. Fueron iniciados por los
despotismos orientales del Sultanato Otomano y del Zarismo ruso e
inaugurados recién siglos más tarde por un régimen socialista de
estado que según la tesis determinista de Wittfogel habría servido
para camuflar a un absolutismo hidráulico genocida, el de Stalin en
1952 (Wittfogel).
La
Hidrovía Rhin-Danubio, que abarató el costo del flete fluvial,
conecta el Mar del Norte con el Mar Negro y la costa meridional del
Cáucaso (Georgia), fue comenzada durante el imperio feudal de
Carlomagno a fines del siglo VIII y concluida recién hace un cuarto
de siglo, en 1992, por la Alemania unificada (en proceso de integrar
la Unidad Europea).
El
gran canal central en Rusia fue programado para unir el Mar Báltico
con el Mar Negro por medio de los ríos Dnieper y Dvina. El
programado Canal de Eurasia, entre los mares Negro y Caspio, que
tiene 700 kilómetros y una capacidad de 75 millones de toneladas
anuales, está siendo impulsado por la Rusia de Putin a un valor
estimado de seis mil millones de dólares.
Y la programación de una nueva hidrovía interior que va a partir
del Danubio, cruzar la Moravia, y atravesar los Balcanes, hasta
alcanzar el Egeo, está siendo impulsada por la Unidad Europea y por
la Alemania de Merkel.
En
cuanto al canal de doce (12) km de largo, a construir entre los ríos
Alegre y Aguapey,
vienen
a cuento algunos ejemplos de la historia hidráulica mundial. El
canal ruso que une el Río Don con el Volga, inaugurado por Stalin
en la década del 50, tiene una extensión diez veces mayor, de un
centenar de kilómetros; el Gran Canal chino que une los ríos
Amarillo y Yang-Tsé tiene 160 kilómetros; el Canal de Suez que une
los mares Mediterráneo y Rojo, entre Puerto Said y Suez, tiene 163
km.; y el canal alemán que une el afluente del Rhin y el río Meno
(Meinz) con el río Danubio, terminado en 1992, tiene 172 kilómetros,
detentando cada uno de los tres canales una extensión quince veces
mayor. Y el Canal de Eurasia programado en la Rusia de Putin entre
los mares Negro y Caspio tiene una extensión setenta veces mayor, de
700 kilómetros, y una capacidad de 75 millones de toneladas anuales.
El
viejo canal que conecta el Don con el Volga, construido con los
prisioneros del Gulag, tiene nueve esclusas,
que salvan los 88 metros del desnivel ascendente del río Volga; y
cuatro esclusas que salvan los 44 metros del desnivel descendente
del río Don, y que permiten el paso de embarcaciones de más de
cinco mil toneladas de carga y una capacidad anual de 11 millones de
toneladas.
XII.-
Esterilidad de la pugna entre Argentina y Brasil, malversaciones del
BID-
Banco
Mundial, y caracterización de las hidrovías de AméricaLatina
Todo
un arduo y complejo trabajo de alta ingeniería, cabotaje fluvial e
integración etno-lingüística, generaría un enorme hinterland o
espacio interior a escala continental, que daría vida intensa a una
inmensa región por siglos postergada y aislada; emularía las
proezas ingenieriles que históricamente se dieron en China,
Egipto, Panamá, Rusia, Alemania y Canadá; y estimularía la
programación de hidrovías interiores semejantes en América
Central, tal como la de los ríos La Pasión, Salinas y Usumacinta,
que atraviesan los territorios de Honduras y Guatemala y recalan en
la frontera con México.
Llama
entonces la atención la fatal malversación del BID-Banco Mundial en
sus planes de infraestructura, los desatinos de los planes imperiales
chinos, la negligencia de nuestros dirigentes en la caracterización
de las hidrovías interiores de América Latina, y de la
complicidad en esa indiferencia y malversación por parte de los
cancilleres del Pacto Andino (bolivianos, peruanos, ecuatorianos,
colombianos y chilenos) así como por los de la Cuenca del Plata
(paraguayos, uruguayos, brasileros y argentinos). En las seis (6)
sucesivas Reuniones
Extraordinarias de sus Cancilleres, celebradas a lo largo de tres
décadas, entre 1969 y 2001, la internacionalización de las
hidrovías no fue considerada. Los
cancilleres paraguayos (Sapena Pastor, Benitez, Rachid, Loizaga),
uruguayos (Blanco
Estradé,Maeso,
Iglesias, Gros
Espiell, Abreu Bonilla, Ramos Trigo, Opertti Badán, Gargano,
Almagro),
brasileños (Magalhães
Pinto,
Gibson
Barbosa, Saraiva Guerreiro, Sodré,
Rezek, Lampreia, Lafer, Amorim, Patriota, Figueiredo, Vieira) y
argentinos (Remorino, Cárcano, Zavala Ortiz, De Pablo Pardo, Mujica,
Costa Méndez, Caputo, Di Tella, Ruckauf, Bielsa, Taiana, Timerman)
ignoraron la prédica hidroviaria de Gallart, Del Mazo y Belaúnde
Terry, y no han adoptado como paradigma a emular las experiencias
de unificación hidropolítica que se dieron en la historia de
Europa (Rhin-Danubio) y del mundo. Si bien el Perú ha iniciado en
los departamentos amazónicos un programa hidroviario, tampoco los
geógrafos y la disciplina geográfica latinoamericana --incluida la
del Pacto Andino-- han reconocido la relevancia política y
diplomática de los hallazgos de Gallart, Del Mazo y Belaúnde Terry,
quedando estos últimos sepultados en la indiferencia y el olvido.
En
el caso de la China Imperial, la unidad entre su parte
septentrional (Beijing) con la meridional (Shanghai) fue cimentada
uniendo los ríos Amarillo y Yang-Tsé. En el caso del Egipto
moderno, mancomunar el Alto Nilo con el Bajo Nilo y vincular el Mar
Rojo con el Mediterráneo fue posible mediante el Canal de Suez
(1869).En el caso de los Estados Unidos de América, consolidar su
armonía geográfico-política y unir sus costas del Atlántico con
las del Pacífico sólo fue posible por medio del Canal de Panamá
y no por el Ferrocarril ni por super-carreteras (1914). En el caso
de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), reforzar
su unidad incluyendo a Ucrania y Bielorusia, sólo fue factible a
través de un canal que uniera los ríos Don y Volga (1952). Y en el
caso de Alemania, afianzar la Unidad Europea vinculando los Mares del
Norte y Negro sólo era posible mediante un canal que enlazara los
ríos Rhin y Danubio a través del Meinz (1992).
Sin
embargo, el esfuerzo económico y político hecho por la humanidad
para construir en el siglo XIX los canales de Suez y Panamá, que
beneficiaron esencialmente a las potencias occidentales, no han sido
reciprocados en África y América Latina con obras semejantes que
favorezcan su desarrollo integrado. Los lagos de África esperan ser
interconectados así como también las cuencas fluviales de América
Latina.
La
integración de las cuencas hidrográficas, la globalización del
mercado interior, la integración etno-lingüística, la
internacionalización de las hidrovías interiores y la
construcción de obras hidráulicas en istmos o varaderos --cruciales
para la navegación fluvial--cumpliría entonces los sueños de
Raposo Tabares, Fritz, Humboldt, Pedro II, Sarmiento, Moraes,
Courteville, Gallart, Del Mazo y Belaúnde Terry, de un mar interior
surcado por múltiples, entrelazadas y competitivas hidrovías,
que incrementaría el potencial económico, demográfico,
lingüístico, y turístico de todo un sub-continente y que les
otorgaría a sus pueblos una motivación política y una política
exterior que excedería intereses meramente nacionales o regionales.
En
la práctica concreta de los pueblos transfronterizos de la Amazonía,
la prolongada convivencia cotidiana ha venido erosionando las
identidades nacionales, las antiguas identidades étnicas y
religiosas, y las tradicionales prácticas endogámicas, estimulando
una nueva identidad socio-regional amazónica con sus propias
instituciones colegiadas (Coordinadora de Organizaciones Indígenas
de la Cuenca Amazónica, la Red Jurídica Amazónica, la Red
Amazónica de Información Socio-ambiental Geo-referenciada, la
Comunidad Terapéutica Takiwasi,
y
la Articulación
Regional Amazónica)
e incluso nuevas identidades étnicas, lingüísticas (portuñol,
tupí-portugués, español y kichwa amazónicos), culinarias,
farmacológicas (ver Museo de plantas sagradas y medicinales del
Cuzco), simbólico-rituales (chamanismo amazónico y
limpieza espiritual),
habitacionales y artísticas (canto, danza, música y pintura), y
nuevos modos de pensamiento, de tradiciones y de entender la vida.
Una elocuente muestra de este cambio cultural está representada por
la cumbia El
Indio Amazonense,
entonada por el recitador
leticiano Pablo Parménides Martínez y compuesta por Luis García
Cruz, (a) Luchín. Este verdadero himno a la vida denuncia
la deforestación, la contaminación y el narcotráfico, que viene
sufriendo la amazonía, y la enriquecedora identidad común que
prevalece en la triple frontera entre Colombia, Perú y Brasil, la
más exuberante y contagiosa de todo el espacio amazónico, donde
abundan múltiples fronteras y numerosas reservas indígenas, que
esperan ser respetados en su identidad y en su afán de acercarse
legítimamente a una modernidad integradora..
Este
mar interior poblado e intensamente comunicado con hidrovías
internacionalizadas sacaría de la insularidad forzada a países como
Paraguay (hidrovía del Alto Paraguay) y Bolivia (hidrovías del
Guaporé, del Madeira, del Ichilo-Mamoré, del Madre de Dios); del
encapsulamiento de las etnías originarias; y del enclaustramiento a
regiones como las del Perú amazónico (hidrovías del Ucayali, del
Marañón, del Huallaga, ver Dourojeanni,
2010),
del Ecuador amazónico (hidrovía del Napo), de la Colombia
amazónica (hidrovías del Putumayo y el Caquetá), y del Brasil
amazónico (hidrovías del Purús, Tapajós, y Tocantins-Araguaia),
conectaría los ríos de la cuenca platina (Uruguay, Paraná, Iguazú,
Bermejo y Pilcomayo) con los de las cuencas amazónica y orinoqueña;
e incorporaría naciones como Argentina y Uruguay a los mundos
amazónico, chaqueño y orinoqueño a través de canales en el Alto
Paraguay-Guaporé, y en el Madre de Dios-Ucayali, y estados como
Venezuela y las tres Guayanas a través del Casiquiare.
Por
último, este mar interior transformaría la estructura de poder de
Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guayanas y Brasil,
dando relevancia estratégica a sus departamentos y provincias
amazónicas y una concepción integradora del continente haciendo más
factible la conectividad con las Antillas menores, vecinas de la boca
del Orinoco; y en los casos de Paraguay y Argentina incorporaría
sus regiones chaqueñas y litoraleñas (Mesopotamia y litoral del río
Uruguay) al mundo amazónico; y sustentaría con mayor fuerza una
mística unificadora y un destino manifiesto común para toda la
América Latina.
Eduardo
R. Saguier, Ph.D.
Museo
Roca-CONICET
Con
copia a la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca
Amazónica (COICA);
la Red Jurídica Amazónica
(RAMA);
la Red
Amazónica de Información Socio-ambiental Geo-referenciada (RAISG);
la Articulación
Regional Amazónica
(ARA); la Iniciativa Amazonía Viva/WWF; la
Central de Comunidades Nativas de la Selva Central (CECONSEC); el
Instituto
para el Eco-desarrollo Regional Amazónico, la Asociación
Regional de Pueblos
Indígenas de Selva Central (CAAAP); la Asociación Inter-étnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep); la Comunidad Terapéutica Takiwasi (Tarapoto, Perú), la Associação de Universidades Amazônicas (UNAMAZ); la Associação de Redução de Danos do Amazonas (ARDAM); la Association of Amazonian Universities (Brazil); la Associação para o Desenvolvimento Coesivo da Amazônia (ADCAM); y la Federación de Comunidades Nativas de Ucayali (FECONAU).
Indígenas de Selva Central (CAAAP); la Asociación Inter-étnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep); la Comunidad Terapéutica Takiwasi (Tarapoto, Perú), la Associação de Universidades Amazônicas (UNAMAZ); la Associação de Redução de Danos do Amazonas (ARDAM); la Association of Amazonian Universities (Brazil); la Associação para o Desenvolvimento Coesivo da Amazônia (ADCAM); y la Federación de Comunidades Nativas de Ucayali (FECONAU).
(*)
Este artículo es una versión muy mejorada de trabajos previos
publicados electrónicamente que llevaron por título primero
“Hidropolítica
y combate contra
la Ferrovía extractivista y la
desintegración
Latinoamericana”, publicado en Agulha Revista de Cultura (Fortaleza, São Paulo), Fase II , Número 11 , Junho de 2015;
Latinoamericana”, publicado en Agulha Revista de Cultura (Fortaleza, São Paulo), Fase II , Número 11 , Junho de 2015;
más
luego “Fragmentación del espacio amazónico y
criminal negligencia de nuestros
dirigentes en la caracterización de las hidrovías de América Latina”, publicado en InComunidade (Porto, Portugal);
dirigentes en la caracterización de las hidrovías de América Latina”, publicado en InComunidade (Porto, Portugal);
y
por último Globalización y cabotaje interior del circuito
amazónico-platino: operación “Fitzcarraldo”, publicado en
Salta21.
Los
títulos de este trabajo –fiel reflejo del contenido-- fueron
cambiando de tenor a medida que el estudio fue avanzando en
profundidad y en nuevas líneas de investigación.
Cabe
consignar que este trabajo no hubiera sido posible sin el apoyo moral
e intelectual de mi esposa María Cristina Mendilaharzu.
XIII.-
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