SOBERANÍA CULTURAL, IDENTIDAD Y LENGUA GUARANI
Por: David Galeano Olivera
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Existen muchas lenguas o idiomas
en el mundo. Según los últimos datos son más de seis mil lenguas las
que aún se hablan en la tierra. Varias de ellas inclusive trascendieron
sus fronteras originales y mediante los innumerables procesos de
conquista y colonización a lo largo de la historia, se impusieron en
varios otros países del mundo, así por ejemplo, el inglés, el
castellano, el francés o el portugués y más antiguamente el griego y el
latín. En otras palabras, y desde un punto de vista geopolítico, dichas
lenguas son la manifestación indubitable de la hegemonía de los países
más poderosos por sobre los más pequeños, menos desarrollados,
indefensos, con menor poder hegemónico, minoritarios y minorizados. Esta
es la representación de la eterna lucha de los poderosos que ambicionan
más y los débiles que no disponen de los recursos necesarios para su
protección o defensa de los ataques despiadados a los que están
sometidos de manera inmisericorde.
II. DESARROLLO (HETEPY)
1.- Identidad cultural, lenguas y fuerzas hegemónicas
Sin ninguna duda, cada día, los
países poderosos procuran ganar terreno mediante la imposición abierta o
encubierta de cualquiera de los elementos de su identidad cultural,
así por ejemplo, a través de la difusión de sus idiomas y de sus
diversos productos (alimentos, bebidas, ropas, etc). En América,
invadida por los ingleses, españoles, portugueses y franceses, se
impusieron territorialmente los ingleses y españoles; sin embargo, el
poderío inglés hoy invadió masivamente el mundo latino mediante una
guerra de empoderamiento, silenciosa pero efectiva. Sin tener que ir muy
lejos, en el Paraguay y en el entorno hispano-hablante, asistimos a la
invasión del inglés con locuciones como: shopping, full, email,
facebook, twitter, lobby, showroom, iphone, notebook, pendrive,
blackberry, after office, coffee break, fashion, etc; y obviamente, en dicho proceso de colonización lingüística influyen tremendamente los medios masivos de comunicación que están “controlados” por los más poderosos. Estas lenguas hegemónicas al imponerse en otros territorios también posesionan al país que detenta el “poder”, violando de manera sistemática la soberanía nacional del más débil. Es más, las personas que se resisten a utilizar estas nuevas palabras prácticamente “dejan de existir - no existen”. A tanto llegó la fuerza de la dominación que hasta nos pintan estas nuevas palabras como fáciles de decir
más allá que resulten difíciles de pronunciar. Todo apunta a
presentarnos a estos idiomas hegemónicos como los más fáciles, los
exitosos, los que abren todas las puertas, los que nos comunican con el
resto del mundo, los que tienen más estatus, los que nos asocian a una
mayor y mejor formación académica y a un más elevado nivel de
inteligencia. En fín, los beneficios que nos ofrecen estos super idiomas
son innumerables y fabulosos. A no dudarlo, la idea de la globalización
está directamente asociada a los intereses de empoderamiento de las
potencias hegemónicas. La globalización
es un gran negocio, es el negocio, de estos grandes países que mueven
los hilos del mundo; por lo que podemos inferir que la globalización es a
todas luces un proceso de dominación, en el cual los más fuertes se
imponen a los más débiles. Mediante la globalización
se “unifica” el mundo en torno al idioma, a las tradiciones,
costumbres, producciones, etc de una sola potencia; o en otras palabras y
usando una añeja frase: todos los caminos conducen a Roma. La aldea
global apunta a convertir a todos en ciudadanos de un solo territorio,
hablantes mayoritarios del inglés y consumidores acérrimos de todo lo
que el gran imperio produce.
Se deduce entonces que en esa carrera de globalización
cualquier modelo cultural extraño al que se quiere imponer se convierte
en estorbo, molestia y peligro. De allí que a más de las estrategias de
difusión masiva de las lenguas hegemónicas también existe un velado proceso de discriminación, invisibilización y anulación de cualquier otra lengua emergente. Aquí es donde el más grande -por cualquier medio- intenta constantemente comerse al más chico.
2.- Soberanía, Identidad Cultural y Globalización
Jean Bodín, en 1576, en “Los seis libros de la República” (https://esepuba.files.wordpress.com/2013/10/1er-enc-bodino-jean-los-seis-libros-de-la-republica.pdf) definió a la soberanía como “el
poder absoluto, esto es supremo de los ciudadanos y súbditos, no
sometido a las leyes, salvo la de Dios y la natural. Es un poder
perpetuo (de por vida de quien tiene el poder) de una República, no
delegado, inalienable e imprescriptible. En este sentido, la soberanía no es limitada, ni en poder ni en tiempo. El soberano
no está sujeto a las leyes porque “no es posible mandarse a sí mismo”.
Es además un poder indivisible, que le da por lo tanto unidad y
establidad”. Jean Jacques Rousseau en “El contrato social” (http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/ObrasClasicas/_docs/ContratoSocial.pdf), publicado en 1762, dice que la soberanía reside en la colectivad o el pueblo; que origina el poder enajenando sus derechos como pueblo a favor de la autoridad. Para Rousseau
cada ciudadano es a la vez soberano y súbdito, ya que contribuye a
crear tanto la autoridad y a formar parte de ella; ya que por su razón
soberana o su voluntad dio origen a la mencionada autoridad y por otra
parte está sujeto a esa misma autoridad desde el momento en que se
obliga a obedecerla.
La soberanía popular implica pues que
la residencia legal y efectiva del poder de mando de un conjunto social
se encuentra y se ejerce en y por la universalidad de los ciudadanos;
es decir, el pueblo, sobre todo en los países democráticos.
Lo expuesto nos conduce sostener también que cada pueblo soberano tiene a más del territorio geográfico y la población, una identidad cultural, entendiendo por ella el patrimonio creativo colectivo acumulado a través del tiempo,
que distingue a una nación de otra y que genera el sentido de
pertenencia en sus ciudadanos. En otras palabras, un pueblo es dueño de
un patrimonio colectivo construido a los largo de su historia y que se
caracteriza esencialmente por contener modelos culturales comunes, tales
como el idioma, las costumbres, las tradiciones, las creencias, los
usos, etc. De allí es que hablamos de la cultura con sentido nacional,
así, cultura paraguaya, cultura argentina, cultura brasileña, cultura
española, cultura norteamericana, etc. Cada una de ellas posee como
parte de su identidad un idioma propio o lengua materna, comidas típicas, vestimentas tradicionales, expresiones artesanales, etc. Sin embargo, son esa soberanía y esa identidad cultural
las que de un tiempo a esta parte están siendo perturbadas,
soliviantadas, degradadas o rebasadas -en los países de mediano y
pequeño porte- por los grandes poderes hegemónicos que poseen un
planificado e implacable poder de penetración o invasión.
Por otro lado, hablar del ser
humano es hablar básicamente de sociedad, cultura, tiempo y espacio, y
por consiguiente, el ser humano implica diversidad.
Precisamente, la Antropología Cultural nos demuestra que no somos
iguales y que en muchos casos apenas nos parecemos. Es así que un
paraguayo se diferencia de un argentino, un brasileño, un
norteamericano, un alemán o un japónes por el idioma que habla, por las
costumbres, creencias, usos y tradiciones que aprende, posee, practica,
difunde y hereda; y por el espacio y el tiempo en el cual vive.
Definitivamente, más nos parecemos en las pequeñas asociaciones (núcleo
familiar) y nos parecemos menos, mucho menos, en la asociaciones más
generales o globalizadas. Obviamente esto deja al descubierto que la
globalización es apenas un pretexto, una cuestión de marketing, donde
algunas poderosas transnacionales “hacen su golpe” procurando hacernos
creer que todo apunta indefectiblemente a una fantasiosa
“supra-cultura”. Por tanto, es muy difícil que Mc Donald’s y Coca Cola puedan ser más que el Guarani, la mandioca y el terere,
o que un guiso carretero correntino o que una feijoada brasileña. En el
fondo, a todos nos gusta y nos sentimos muy orgullosos de “lo nuestro”,
de nuestra gente, de nuestro valle y de nuestra patria. En serio, para
mi es imposible imaginarme a un paraguayo sin Guarani, mandioca y
terere, es más, sin Guarani, mandioca y terere ese individuo deja de ser
paraguayo y se convierte en cualquier cosa. Lo señalado no es una mera
expresión chauvinista ni la manifestación del nacionalismo a ultranza,
es simplemente una cuestión lógica e innata a la condición humana.
Así como nosotros los
paraguayos, también los argentinos, los brasileños, los norteamericanos,
los alemanes y los japoneses tienen su manera de ser. Al igual
que nosotros también ellos se consideran especiales y -por supuesto- más
y mejores que el resto del mundo. Es más, pese a los procesos de integración regional
como por ejemplo la Unión Europea o el Mercosur, cada Estado miembro de
dichos bloques sigue haciendo lo imposible por potenciar su identidad
cultural o idiosincrasia (idiomas, artesanías, comidas típicas, fiestas
populares, etc), exponiéndola y “vendiéndola” a través de paquetes
turísticos y por los medios tecnológicos de difusión como internet
inclusive. Por consiguiente, al hablar de la idiosincrasia o de la identidad cultural hablamos de las particularidades sociales y culturales que definen una manera de ser recurrente, cotidiana y característica de los miembros de una sociedad específica; y por ende, la identidad cultural es algo “normal” en cualquier sociedad humana.
3.- La lengua Guarani y el Paraguay
En ese sentido y refiriéndonos a la situación del Paraguay
podemos decir que, al igual que los demás países, el nuestro se precia
de su soberanía como república (política) y como nación (cultural),
cuestión esta última que se evidencia a través de su identidad cultural, donde la Lengua Guarani
es su principal y más valioso componente. El Guarani no solamente es un
idioma o un idioma más, en el caso paraguayo es el incuestionable
factor de cohesión psicosocial. Es imposible pensar en el Paraguay sin
el Guarani y en el Guarani sin el Paraguay.
Hasta hoy son muchos,
paraguayos y extranjeros, que siguen preguntándose cómo es que el
Guarani se impuso al castellano. Mas llamativa resulta la cuestión
cuando que sus hablantes nativos, originarios, los Guarani, hoy apenas
constituyen el 0,7 % de los seis millones y medio de habitantes que
tiene el Paraguay; sin embargo, en un hecho increíble y sorprendente,
casi el 90 % de la población del país sigue hablando el Guarani, que
sobrevivió a las formas más terribles de represión y opresión. Los
Guarani-hablantes recibieron a lo largo de la historia todo tipo de
agresiones verbales y castigos físicos por hablar esta lengua prohibida.
Pero cosa notable, José Gaspar Rodríguez de Francia
fue uno de los primeros en usar corrientemente el Guarani en sus
alocuciones a la población; y, posteriormente, en ocasión de las dos
grandes guerras que sostuvo el Paraguay, los estrategas y líderes del
ejército paraguayo, se valieron del Guarani como herramienta de
comunicación. El Mcal. Francisco Solano López
incluso convocó, en Jataity Kora, a un mini congreso para establecer un
alfabeto o abecedario, que permitió la publicación de los periódicos de
trinchera como el “Kavichu’i”, el “Cacique Lambare”, “La estrella” y
“El centinela” que contenían prosa y verso que satirizaban al enemigo.
Así como el Mcal. López, también el Mariscal José Félix Estigarribia
dispuso el uso oficial del Guarani por parte del ejército paraguayo
para todas las comunicaciones. Ni los uruguayos, ni los argentinos ni
los brasileños en la Guerra contra la Triple Alianza; ni los bolivianos
en la Guerra del Chaco; pudieron “entender” las comunicaciones de las
tropas paraguayas por una sencilla y obvia razón: el uso de la Lengua
Guarani, la poderosa lengua de los paraguayos, el “inglés paraguayo”.
4.- El Guarani, su persecución y su reivindicación
Lo anotado precedentemente deja al descubierto que la lengua Guarani se convirtió en un arma estratégica e invencible, en el símbolo más evidente e indiscutible de la soberanía paraguaya
y por consiguiente pasó a ser un peligro para las fuerzas contrarias.
Consecuencia de ello es que culminada la Guerra Grande en 1870, una de
las primeras medidas adoptadas por las tropas de ocupación fue la
prohibición del uso de la Lengua Guarani sobre todo en las escuelas y
simultáneamente se desarrolló una campaña de degradación de la Lengua
Guarani. De esa época viene, entre otros, la palabra “guarango”, término despectivo, equivalente a ignorante, bruto, campesino,
etc. Incluso, los docentes paraguayos “formados” en la Argentina hasta
se “convencieron" de eso e iniciaron una triste y despiada campaña de
represión a los niños Guarani-hablantes que constituían la mayoría de
quienes asistían a las escuelas tanto de Asunción como del interior.
Pero por más dura, sistemática y
brutal que resultó dicha campaña, notablemente el Guarani logró
sobreponerse a la misma. En la actualidad, la Lengua Guarani
goza del aprecio de casi la totalidad de la población con excepción de unos pocos
que aún guardan el resabio amargo del tiempo en que los
Guarani-hablantes fueron perseguidos por hablarlo.
A partir de la post guerra del
Chaco, numerosas personalidades e instituciones del Paraguay iniciaron
una lenta, gradual y progresiva campaña de reivindicación del Guarani y
gracias a esa acción hoy el Avañe’ê es idioma oficial de la República,
también es lengua oficial de Bolivia, de la Provincia de Corrientes, de
varios municipios del Brasil; y sobre todo, es Idioma del Mercosur junto
al castellano y al portugués. Es la primera lengua, idioma histórico,
precolombino, hablado en la actual región del Mercosur. Hoy posee casi
nueve millones de hablantes en los cuatro países constituyentes
iniciales del bloque.
5.- El Guarani como lengua: características, incidencia y educaciónLingüísticamente hablando, para alternar ambas lenguas se requiere de un enorme esfuerzo que al paraguayito le resulta tan simple como tomar un sorbo de terere o comer mandi’o chyryry. Para apreciar mejor la dificultad señalada basta mencionar, por ejemplo, que en el castellano existen preposiciones (voy a casa) y que en el Guarani hay posposiciones (aha ógape. Traducido: “voy casa a”); o bien, que en la conjugación castellana los verbos agregan sufijos (camino, caminas, camina), en tanto que, en la conjugación Guarani los verbos anteponen prefijos (aguata, reguata, oguata). Este último es un fenómeno muy importante si consideramos que los niños -desde que nacen y por cinco años de su vida hasta entrar a la escuela- estructuran la mente en Guarani y la escuela, sin éxito hasta hoy, pretende que la criatura cambie radicalmente al código lingüístico y como por obra y gracia del Espíritu Santo aprenda el castellano en uno o dos días. Cosa de locos y obviamente imposible aquí y en cualquier otro país bilingüe. Por otra parte, cabe destacar que los adjetivos calificativos del castellano expresan género y número (señor alto, señora alta, señores altos, señoras altas), en tanto que dichos adjetivos en Guarani no indican género ni número, es decir, tienen una única forma de uso (karai yvate, kuñakarai yvate, karaikuéra yvate, kuñakaraikuéra yvate. Exagerando, en Guarani no existe yvate, yvata, yvates, yvatas). Por otra parte, en castellano lo poseído precede al poseedor (el hijo de Carlos, la hija de Carlos, la casa de Carlos, el patio de Carlos), en cambio en Guarani primero está el poseedor y luego lo poseído (Kalo ra’y, Kalo rajy, Kalo róga, Kalo korapy).
Lo expuesto y otros numerosos
ejemplos que me reservo, nos ayudan a “darnos cuenta” de la diametral
diferencia que existe entre el Guarani y el Castellano y que no es tan
fácil como parece hablar de manera espontánea el Guarani y el
Castellano; y también demuestra porqué es tan necesaria e impostergable
la aplicación de la educación bilingüe partiendo de la enseñanza en la
lengua materna; lo que de ninguna manera significa que nosotros
solamente deseamos que las personas aprendan únicamente el Guarani; muy
por el contrario, implica sí que nosotros deseamos la formación de
personas bilingües (Guarani – Castellano) y que de ser posible también
aprendan otros idiomas y que a través de ellos cualquiera pueda acceder a
todos los conocimientos posibles, a la ciencia y a la tecnología. De
hecho, el saber no ocupa lugar, y por otra parte, la persona que sabe es
libre y cuanto más sabe más libre es.
La situación expuesta (escuelas
con clases, libros y exámenes en castellano para una mayoría de
estudiantes Guarani-hablantes) solamente benefició a los
hispano-hablantes privilegiados de nuestro país, que coincidentemente
siempre detentaron el poder; y por el otro lado, perjudicó, en
mayoría, a los Guarani-hablantes que entraron a la escuela y pronto la
abandonaron por no entender las clases. Lo señalado quedó plasmado en un
ñe’ènga muy conocido que dice “oike mbo’ehaópe ha mbo’ehao ndoikéi
chupe” (entró a la escuela pero la escuela no le entró). Esta situación
sirvió única y exclusivamente para mantener en la condición de
analfabetos o semi-analfabetos a un alto porcentaje, casi un 40% de la
población paraguaya, que tienen en común el Guarani, la ignorancia, la
pobreza y la miseria; y que explica por sí porqué el paraguayo quedó
detenido en el tiempo, con una cultura sencilla, rústica, en Guarani y
con manchones de Castellano, sin tradición literaria, reducido a la
oralidad y con escaso acceso a la ciencia y a la tecnología; aclarando
que la culpa no es del Guarani sino del Estado o El Sistema que nunca
encaró la enseñanza inicial en la lengua materna mayoritaria del país,
el Guarani. Entiéndase bien que el problema de la mayoría de los
paraguayos nunca fue el Guarani, el problema siempre fue el castellano.
A ello debe sumarse que en un
intento imperialista de aniquilación de la identidad paraguaya y por
consiguiente del paraguayo, por muchos años y hasta hace poco se
prohibió el uso del Guarani, lo que se materializó con todo tipo de
medidas coercitivas que fueron desde las agresiones verbales a los
castigos físicos. En varios momentos de nuestra historia se llegó a
renegar del Guarani en Guarani cuando por ejemplo las madres o los
padres llegaban a la escuela y pedían, en Guarani, a la profesora o al
profesor que no enseñen a su hijo o a su hija en Guarani “aníke rembo’e
chupe Guaraníme, embo’éke chupe castellano-pe”, decían y aún lo siguen
diciendo algunos.
Pero qué pasa cuando el Guarani
y el castellano se mezclan en el clásico jehe’a (mal llamado jopara)?
Pues ocurre algo extraordinario y sorprendente: nos seguimos entendiendo. Cuando alguien -en el molde sintáctico del castellano- dice “qué hora pio tené hína
vo?”, cualquiera entiende que, más allá de la mezcla, en realidad
preguntan “qué hora es”; o al revés, cuando alguien -en el molde
sintáctico del Guarani- dice “nde arriero rekorei lapi de color
morotî”, cualquiera sabe que en realidad eso equivale a “tú, hombre
haragán (inútil) parecido al lápiz de color blanco” y en Guarani “nde,
kuimba’e rekorei haiha isa’y morotîva”. Les puedo asegurar que los
ejemplos mencionados son muy complicados o difíciles de comprender para
un extranjero o para un castellano-hablante pero notablemente ambos
casos resultan expresiones comunes y fáciles de entender (“pan comido”)
para el paraguayo. Notablemente y en el afán de anular al Guarani, de a
poco se metió en la cabeza de mucha gente que en el Paraguay solamente
hablamos Castellano y Jopará porque el Guarani es muy difícil luego; sin embargo, cuando escuchamos el castellano
de la gente podemos percibir que también se trata un simple y llano
Jopara del Castellano; en otra palabras, la gente cree que habla en
Castellano cuando dice “venína”, “decíleke”, “de gua’u nomáko te dije”, “te vía llevar en tu casa”, “vopa le llevaste”, “yo nio no sabía lóo”, “vo taén pio
te vas a ir” y otras varias perlitas y perlotas más. Queda claro que
así como existe el Guarani Jopara también existe el Castellano Jopara. A
ley pareja nadie se queja. Esto también ayuda a entender porqué los
paraguayos somos individuos con un marcado conflicto lingüístico. En
síntesis, hablamos mal nuestros dos idiomas porque nunca se nos enseñó
bien o correctamente ninguna de las dos y por esa razón llegamos a la
mezcla o jehe’a. Esta es también la razón por la cual el Estado debe
promover la correcta enseñanza de nuestros dos idiomas oficiales.
III. CONCLUSIÓN (MOHU’Â)
El Guarani es una necesidad, es nuestra esencia vital.
El Guarani sobrevivió a las agresiones. Pese a todo, en la actualidad
quien no habla Guarani está prácticamente perdido (gobernante, abogado,
médico, ingeniero, agricultor, comerciante, periodista, sindicalista,
policía, etc). Por ejemplo, los políticos -incluidos aquellos que hasta
hace poco tiempo renegaban del Guarani- hoy se ven obligados a hablar el Avañe’ê, a fin de evitar el fracaso o el descrédito político. El número de contreras del Guarani, comparado a veinte años atrás, se redujo notablemente.
El Guarani es la lengua materna del paraguayo; de ahí es que la cosmovisión anterior y actual del paraguayo nace, crece, se reproduce y expande, en Guarani. El castellano al decir del paraguayo común es casi una molestia, por eso se suele decir “Katellano ha ytaku ndahi’aréi che jurúpe”.
En la experiencia de vida del hombre Paraguayo, el Guarani siempre fue el amigo más servicial en los casos difíciles y desesperados; siempre fue el más próximo, el más solidario y el de más fácil y espontáneo uso.
El Avañe’ë forma parte del
paraguayo. Con el tiempo, probablemente se convirtió en uno más de sus
órganos vitales, o talvés en uno de sus huesos más duros y resistentes; o
podría -por qué no- formar parte integrante y vivificante de su fluido
sanguíneo. Asimismo, podría decir -sin exagerar- que hasta el aire que
respiramos contiene partículas de Guarani.
La Independencia del Paraguay no
depende de las armas de las Fuerzas Militares; tampoco depende del
dinero prestado del Banco Mundial. Por eso, ni perdiendo una guerra ni
si el Banco Mundial nos expropiara el territorio, dejaremos de ser
paraguayos. Nuestra nacionalidad está dada por la presencia -en cada uno
de nosotros- de esa esencia vital que se llama Idioma Guarani y que, absolutamente, es nuestra razón de ser. En Paraguay, nada se entiende sin el Guarani; así como también, nada se puede construir sin él. El día que dejemos de hablar Guarani, ese día dejaremos de ser paraguayos.
Por todo lo expuesto, definitivamente, la Lengua Guarani marca a fuego la identidad y la soberanía del Paraguay.
Repito, esto imposibilita pensar en el Paraguay sin el Guarani y en el
Guarani sin el Paraguay. En el Guarani radica la soberanía del Paraguay.
ooo000ooo
Ver sobre David Galeano Olivera en (http://lenguaguarani.blogspot.com/2012/05/curriculum-vitae-de-david...)
2 comentarios:
Excelente publicación Mbo'ehára David!
Interesante información Doctor David.
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