Lengua Guarani

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Ára Pyahu

domingo, 29 de mayo de 2016

KURUNDU - EL DEDO MEÑIQUE DEL ANGELITO

KURUNDU – EL DEDO MEÑIQUE DEL ANGELITO
Ohai: David Galeano Olivera (*)
1.- INTRODUCCIÓN – MOÑEPYRÛ
       Kurundu es una palabra Guarani que quiere decir amuleto. Por su parte, la palabra “amuleto” proviene del latín “amuletum” y significa “elemento que blinda o protege a una persona ante un riesgo”. Uno de sus sinónimos es “talismán” (palabra de orígen árabe). Otro sinónimo es “reliquia”, que en francés o inglés es “relique” y se refiere a los “restos o remanentes” del cuerpo de una persona (o santos) o su indumentaria, a los que se atribuye poderes extraordinarios, usualmente benéficos. Concretamente un kurundu o amuleto es todo objeto al cual se atribuye alguna virtud o poder sobrenatural o mágico, que atrae la buena suerte y protege a su poseedor.
Mitâmi omanóva kuâ'i - Dedo meñique del angelito

       En toda la tierra existen un sin fin de amuletos, talismanes, reliquias o kurundu que un gran porcentaje de la población del mundo utiliza como benefactor (protector y generador de la suerte), uno de ellos es, por ejemplo, la cruz que bajo distintas formas (estampas, rosarios, etc) acompañan al ser humano sobre todo en los momentos de riesgo. Hasta en las películas de ficción, por ejemplo, una cruz asusta y hace retroceder al legendario Drácula, el hombre vampiro. Asimismo, en muchos lugares la gente guarda balas de plata bendecidas para disparar y dar la muerte definitiva al hombre lobo o luisô. En fín, hay amuletos de todos los tamaños, formas y colores, y también para todos los gustos y circunstancias...
2.- DESARROLLO – HETEPY
2.1. KURU – KURURU – KURUPA'Y – KURUPIKA'Y
       En el idioma Guarani y más que en el idioma, en la Cultura Guarani, la palabra “kuru” se relaciona con algo mágico. Por ejemplo, “kuru” está en “kurundu” (amuleto), está en la palabra “kururu” (el sapo es el mítico animal que trajo en su boca el fuego del cielo). Demás está decir que el sapo es muy respetado en las comunidades indígenas. Paraguayamente, se usa el sapo en el sentido mágico, por ejemplo, para curar la erisipela (isípula) o bien para realizar algún “paje” o acto de hechicería o, por último, como amuleto en el jardín para atraer dinero (hoy se lo puede adquirir con ese propósito, en Aregua o en otros lugares donde se comercializan piezas artesanales). Se compra la pieza y se la pone en el jardín mirando hacia la casa de quien espera recibir dinero, “por arte de magia”.
Kururu

Tembetâ

       Por otra parte, “kuru” es también la raíz de “kurupa'y” (árbol: Piptadenia macrocarpa Benth; P. communis; P. rígida. Leguminosas mimosáceas) cuyas hojas frescas son tiradas en el fuego en el momento del ñembo'e jeroky (danza ritual diaria), causando un efecto alucinógeno sobre quienes participan de dicha ceremonia. Igualmente, la raíz “kuru” también conforma la palabra “kurupika'y (árbol: Sapium longifolium), de cuya madera se hace el tembetâ (palillo con forma de escarbadientes que se incrusta en el labio inferior del varón Guarani). A ese efecto, se perfora el labio inferior del niño-joven que pasó por el ñemongarei (una especie de bautismo), ceremonia en la cual se otorga los derechos cívicos (karai) a aquellos que hasta antes de dicho ritual eran considerados niños y, por consiguiente, sin mayores responsabilidades o compromisos cívicos. Por otra parte, el legendario antropólogo paraguayo Leon Cadogan señala en su célebre obra Ayvu Rapyta que Kuarahy (sol) hizo a su hermano Jasy (luna) de una rama de Kurupika'y. Cabe destacar que en la creencia Mbya, Jasy es masculino.
2.2. MITÂMI OMANÓVA KUÂ'I – EL DEDO MEÑIQUE DEL ANGELITO
       De hecho, la tradición del kurundu (amuleto) es muy fuerte aún en la Cultura Popular Paraguaya, sobre todo rural; concretamente, en lo que se refiere al dedo meñique del angelito – mitâmi omanóva kuâ'i.
       Conviene señalar que son considerados “angelitos”, todos aquellos niños fallecidos entre los 0 a 7 años, bautizados o que por lo menos recibieron “el agua del socorro” y que por ese hecho no tienen mancha de pecado original, es decir, son seres puros, son ángeles (Tupâ mymbami).
       Al ser considerados ángeles, la gente tiene la costumbre de -durante el velatorio o velorio y en un descuido de los familiares- arrancarle el dedo meñique a los bebés o niñitos fallecidos, llamados comúnmente angelitos. En muchos casos los protagonistas de esa costumbre son los propios familiares. La otra parte de la costumbre consiste en alojar o incrustar dicho dedo meñique en alguna parte del cuerpo, preferentemente en el antebrazo. Se cree que una vez incrustado en el brazo, dicho kurundu o amuleto "blinda" y protege a la persona "contra todo mal", además de darle mucha suerte. Se dice incluso que si la persona no se quita dicho kurundu ni siquiera podrá morir. Algunos moribundos, hasta suelen rogar que se les quite el abogado para poder morir: “penohê chehegui che abogado”.
       Por otra parte, cabe mencionar que además del dedo meñique, se suele también utilizar como amuleto, la estampa de algún santo abogado que muchos tienen la costumbre de alojar entre la plantilla del zapato, por eso, algunos aluden a eso diciendo de alguien "oguereko la isapatu plantilla-pegua", es decir, tiene un kurundu o amuleto y es “invencible”.
2.3. PETEÎ KÁSO OJEHUVA'EKUE – UN CASO SUCEDIDO
       Este es el caso de don Ramón Ortíz, quien falleció hace quince años y que se había incrustado en el brazo el dedo meñique de su propio hijo, un "angelito", que murió a los 7 meses de haber nacido.
       Cuentan que cuando falleció el hijo, Ramón se encargó personalmente de sacarle el dedo meñique a su hijo y con la ayuda de un hoja de afeitar o "yilé" se practicó un corte en la parte superior del brazo alojando allí dicho dedito y luego se aplicó una tira adhesiva o curita. Pasaron los años y ya con más de 65 años y con una diabetes galopante, Ramón sufrió 10 años de hospitalización, sin poder morir. Se le amputaron ambas piernas, desarrolló cuadros gravísimos de infección y los médicos no entendían porque no podía morir, acotando que otro, en su lugar, hubiera fallecido muy rápidamente y al poco tiempo de internado; sin embargo, él sufrió 10 años. Finalmente, delirando y ya sin tener conocimiento de sus familiares ni de las cosas, se pasaba gritando "peguenohê chehegui che abogado" (quítenme a mi abogado) pero lastimosamente nadie lo entendía. Hasta se burlaban de él diciendo "quien ese abogado que al parecer tanto daño le causó?".
       Cuando la cuestión empeoró sobre manera, vino de Buenos Aires una hija, la mayor, que hacía años que fue a vivir allá y era la única que sabía del kurundu que su padre tenía en el brazo. Al llegar a Asunción, pasó de la terminal de ómnibus directamente al IPS y allí, a la tardecita, vió a su padre en la crítica situación y cuando escuchó su lamento inmediatamente se acercó a los médicos diciéndoles que su padre tenía incrustado en el antebrazo derecho, el dedito de hermano y que habría que sacarle para dejarlo morir en paz. Los médicos se burlaron de ella y la regañaron. “Qué abogado ni qué ocho cuartos”, le dijeron cuando menos.
       Una enfermera, con muchos años encima, la escuchó cuando ella mencionaba lo del kurundu y, apartándola del resto, le dijo, "andá a descansar y vení mañana a las 5:45, un rato antes del cambio de guardia médica y mientras se haga el cambio, yo le voy a sacar el dedito". “Ani rejepy'apy, che memby”, le dijo muy amablemente. Y así ocurrió. A la mañana siguiente, muy temprano la mujer y la enfermera, con la ayuda de un bisturí, le practicaron un pequeño corte en el antebrazo a Don Ramón, tras lo cual, consiguieron extraerle lo que sobraba del huesito e increiblemente -segundo después- Don Ramón falleció".
       Es por lo expuesto que hasta la actualidad en muchos lugares en los velatorios de angelitos, los familiares cuidan mucho el dedo meñique derecho del fallecido, ya que con gran facilidad y en cualquier descuido, alguien puede robarlo. De allí también la costumbre de entrelazar las manos del angelito y atarlas con una cinta azul o celeste (varones) y rojo o rosado (mujeres) para evitar el robo.

3. CONCLUSIÓN – MOHU'Â
       Desde que el ser humano habitó el mundo convivió con muchos misterios: su orígen, la vida y la muerte, por ejemplos; y como no pudo darles una respuesta cierta o probada hasta hoy, se encargó de generar y regenerar varias hipotéticas respuestas. A ese efecto, siempre estuvieron a mano las creencias y las supersticiones (exageraciones de las creencias), para de alguna manera intentar calmar las dudas y, sobre todo, los miedos. Así fue que también aparecieron los kurundu o los amuletos que, en muchos casos, fueron los “santos remedios” para solucionar algún inconveniente o dificultad.
       Obviamente, ni el Guarani, ni el Paraguayo como partes de la gran masa humana que vivió a lo largo de la historia, nunca estuvieron ajenos a los kurundu o amuletos y también crearon y recrearon los suyos, tan potentes como los que tuvieron o tienen, por ejemplo, los argentinos, brasileños, norteamericanos, europeos o asiáticos. Desde el dedo meñique de un angelito, pasando por el tembetâ, el sapo, la vela, la guadaña, el esqueleto o alguna milagrosa astilla de alguna solitaria cruz ubicada al costado del camino o en el interior de algún pequeño nicho construido por los familiares del difunto, son entre millones de otros elementos, los kurundu o amuletos que protegerán y darán suerte a su poseedor, tan creyente en los poderes ocultos, sobrenaturales o mágicos del mencionado kurundu.
       (*) Presidente (Director General) del ATENEO DE LENGUA Y CULTURA GUARANI. Doctor en Lengua y Cultura Guarani. Profesor Titular de la Universidad Nacional de Asunción. Docente universitario. Escritor bilingüe. Traductor público. Email: davidgaleanoolivera@gmail.com
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Leer EL SAPO EN LA CULTURA GUARANI Y PARAGUAYA, en (http://www.letralia.com/192/ensayo01.htm)
Leer SAN JUAN ÁRA – DÍA DE SAN JUAN, en (https://dgaleanolivera.wordpress.com/san-juan-ara-dia-de-san-juan/)
Leer EL LAGO YPAKARAI Y LA MITOLOGÍA GUARANI, en (https://dgaleanolivera.wordpress.com/el-lago-ypakarai-y-la-mitologi...)

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