Lengua Guarani

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Ára Pyahu

viernes, 31 de marzo de 2017

SOBRE EL IDIOMA GUARANI - J. NATALICIO GONZÁLEZ

SOBRE EL IDIOMA GUARANÍ - EL IDIOMA DE LOS GUARANÍES

por: J. NATALICIO GONZÁLEZ

Publicado por SubDivX



El idioma de los guaraníes, aglutinante y en gran parte de origen onomatopéyico, es de precisión matemática sin carecer de vuelo poético. Se trata de un instrumento de expresión que
obliga al pensamiento a presentarse en riguroso orden lógico. La característica
de su genio es la síntesis y la claridad no admite las divagaciones indecisas y
brumosas. Cada palabra es una matáfora concentrada una densa fusión de vocablos
sincopados y apocopados. El indio cultivó con grande esmero su lengua amada y
la hizo singularmente rica, flexible, llena de dulzura para traducir la emoción
amorosa, cáustica para la sátira, precisa y transparente en la argumentación.
Es explicable esta afición al buen decir. La oratoria era uno de los recursos
de que se valía el guerrero para conquistar la jefatura del ejército en las
asambleas que precedían toda acción bélica Los ancianos, a su vez, transmitían
de generación en generación las grandes tradiciones de la raza y esta función
de cronista oral cumplían usando todos los recursos del idioma. Crearon
igualmente picantes fábulas morales, de un sentido irónico profundo y de un
contenido humano muy grande, en las que actúan y hablan animales, plantas,
hombres, piedras, y cuanto la naturaleza ofrece de animado o inanimado. El
conocimiento profundo que tuvo el guaraní de las cualidades de las plantas y de
las costumbres de los animales contribuyó considerablemente a hacer de ellas
pequeñas joyas literarias.La fantasía aparece en las fábulas como la proyección
de la realidad en el mundo del ensueño.



La aparición de las primeras creaciones literarias en la Cultura guaranítica completa el proceso de la idealización de los valores. La tribu no sólo produce los enseres del hogar,
los implementos para su industria, las armas de la caza y de la guerra, sino
que objetiva su genio en la incipiente obra de arte, abriendo nuevos horizontes
al destino de la raza. La expresión artística es rudimentaria, pero representa
un papel social de primer orden. La crónica de las tradiciones, junto con la
música y la danza, adquiere cada vez mayor importancia como factor en el
constitución del cuerpo político de las naciones guaraníes. A través de estas
artes se aclara la conciencia de la unidad racial. Esta afirmación puede ser
verificada hasta en las tribus que, ya en plena decadencia, se conservan en
algunas regiones del continente. Durante la guerra del Chaco, cuando las tropas
paraguayas llegaron al Parapití, los guaraníes que moran en sus márgenes las
recibieron con alegría, como a hermanos en la raza. Decían que una vieja
tradición les había enseñado que del oriente, de las márgenes de un gran río,
arribarían alguna vez gentes de sus misma estirpe para liberarlos de la
explotación de las razas enemigas. Y consideraban cumplido el vaticinio de los
ancianos.

La música y la danza de los guaraníes no pasan de ser manifestaciones rudimentarias de un arte que estaba en su infancia. Fué notoria la singular afición filarmónica de estos indios.
Entre los princiaples instrumentos musicales de que se sirvieron pueden citarse
el mimby chué, especie de flauta muy parecida a la quena peruana el congoera,
flauta más grande hecha de hueso el uatapú, bocina a la cual atribuían los
indios la virtud de atraer a los peces el mimby tarará, gruesa bocina de guerra
el turú, trompeta de tacuara. Entre los instrumentos de percusión, los más
populares eran el curugú, de grandes dimensiones y de son horrible y lúgubre y
el mbaracá, especie de guitarra rústica hecha de grandes calabazas, y al que
las tribus atribuyeron un sentido religioso. En la danza guaranítica puede
encontrarse los gérmenes de un arte dramático que no tuvo tiempo de
desenvolverse. Servía para evocar ante las multitudes, escenas guerreras, los
hechos de armas que honran a la tribu Había también danzas de carácter semi
religioso. Ambos géneros tenían algo de ballet, pero con un contenido social
considerablemente mayor.

En esta etapa del proceso de su cultura, es natural que se haya presentado al indio, aunque en forma más instintiva que racional, el problema de la concepción del mundo. El idioma es una guía eficaz
y seguro para acercarnos a su interpretación abstracta del universo. El cielo,
en la mente guaraní, estaba constituído de una materia quebradiza que se raja
en las tormentas y produce el rayo (ara tirí), despidiendo un gran fulgor, el
relámpago (ara verá), y haciendo resonar los truenos (ara sunú), como un sordo
tambor guerrero. Las nubes son sarnas (ara aí o araí) que empañan el cristal
etéreo, y el viento (ibytú) que las arrastra y las deshace,es el cósmico
aliento de la tierra. El sol, fuente de la luz (cuarajhy), es una gran fogata
celeste que gira en torno a la tierra, provocando la sucesión del día y de la
noche y la luna, madre de la raza (yacy), pasa al propio tiempo por la genitora
de las estrellas y por eso es más grande que ellas. En la poética dicción del
indio, los astros del cielo son fuegos de la luna (yacy tatá), chispas desprendidas
de esta hoguera mayor que recorre como una pálida antorcha los caminos del
cielo nocturno, y Venus, la de los ojos llameantes (tesá yayá), es nominada
yacy tatá guazú, que literalmente traducida dice fuego grande de la luna. La
vía lactea (mboreví rapé) marca la huella de un tapir celeste, y las estrellas
errantes son fuegos voladores de la luna (yacy tatá vevé). El indio conocía
gran número de constelaciones y la posición de las mismas o la época de
florescencia de ciertos árboles característicos, les servían de base para
determinar los meses del año.

El indio no daba nombre a los días ni dividió el tiempo en semanas. Pero tenía palabras para designar el día que estaba transcurriendo, como para nombrar a los cuatro inmediatamente pasados y
a los cuatro venideros. El año (aragüy yé) tenía dos estaciones: el verano
(cuarajhy ara o tiempo de sol) y el invierno (ro-y ara o tiempo de frío). El
mes (yacy), sinónimo del satélite terrestre, comprende el ciclo lunar y cada
uno de ellos era distinguido con nombres de poética belleza, algunos de
extracción silvana. Ara puajhú,tiempo nuevo, correspondía más o menos al abril
de nuestro calendario, y tayig poty o flor de lapacho, a agosto.

Estas nociones rudimentarias del mundo, que contienen más belleza que verdad, no eran sin embargo tan absurdas y pueden sostener un parangón victorioso con las creencias populares que en la
materia imperaban en la Europa del siglo XV.

Su importancia reside en el hecho de aportarnos este testimonio invalorable: el pensamiento del indio apuntaba ya a los misterios del universo, tímidamente, pero con cierta lógica. Sabía ya
coordinar los hechos suministrados por la experiencia y deducir consecuencias
abstractas del conjunto de ellos. Una grávida y esperanzada promesa se cierne
sobre su incógnito destino. Es este un momento apasionante en la vida de una
raza.


Fuente(x) Del libro "Proceso y Formación de la Cultura Paraguaya (1948) reeditado -Edición
Homenaje- por Editorial Cuadernos Republicanos (Asunción, Paraguay), en 1988
(5ta.edición). Director: Dr. Leandro Prieto Yegros


J. NATALICIO GONZÁLEZ

Publicado por Gua’i.com


Hijo de Pablo González y Benita Paredes, nació en Villarrica el 8 de septiembre de 1897, en donde inició sus estudios; en el Colegio Nacional fue compañeros de M.
Ortiz Guerrero, L. Ramos Giménez, Facundo Recalde. Ya en la capital, se
incorporó al periodismo, también hizo poesía; en realidad había nacido poeta,
escribió O´Leary, poeta notable, hondo, poeta nuevo, formado en la escuela de
los novísimos maestros de la poesía castellana.

Su obra poética está resumida en unos titulos calificados: Baladas Guaraníes, Tamoí, EL Pollino que murió en el Chaco, Como los Pájaros Músicos, Las Elegías de
Tenochtitlan.
Uno de sus aportes más trascendentes fue la revista Guarania; de las más
calificadas publicaciones paraguayas de todos los tiempos. A través de ella fue
dando a conocer sus propias producciones, y la de otras figuras gravitantes:
O'Leary, López, Decoud, BM Garay, Victor Morinigo, G. Enciso Velloso, entre
otros. De ella derivó la Editorial Guarania, que editó además de sus propias
obras: la Raíz Errante, Motivos de la Tierra Escarlata; Cuentos y Parábolas;
Vida, Pasión y Muerte de Kygua-Vera, Epinicios, y otros.

Como ensayista Natalicio produjo obras igualmente importantes: Proceso y Formación de la Cultura Paraguaya, El Estado Servidor del Hombre Libre, El Paraguayo y la
Lucha por su expresión, Ideología Guaraní, El Milagro Americano, Vida Y Pasión
de una Ideología, El Paraguay Eterno, Geografía del Paraguay, trabajo úniico en
su genero.

Falleció el 6 de diciembre de 1966, siendo embajador de México; casado con Lidia Frutos, sin descendencia.

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