ORGULLOSO
DE SER PARAGUAYO
Por:
David Galeano Olivera
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Después
de varios días de pandemia hoy miro al Paraguay y me enorgullece ver
a mis compatriotas haciendo un tremendo esfuerzo por sobrellevar esta
inédita y terrible pandemia. Y también miré al resto del mundo y
ví como países del primer mundo, poderosos, con mucho dinero y muy
buen pasar fueron atacados sin piedad alguna por el maldito virus
pasando -pese a todo el poder que tienen- momentos terribles y sin
solución. Y toda su riqueza, esta vez, de nada les sirvió. Qué
doloroso es ver a tanta gente sufrir y luego morir.
Y
allí volví a mirar a nuestra heróica nación, que sin grandes
fortunas y mucha pobreza, al pedido de “japytáke ñande rógape”
se atrincheró en sus viviendas. La prohibición de salir y la
necesidad de alimentarse se conjugaron y ante esa situación,
paulatinamente el pueblo empezó a sacar y a hacer relucir una
antigua y valiosa virtud: la solidaridad. Porque en el Paraguay nunca
nadie deja de ver, sentir y ayudar al necesitado... Entonces el
campesino arrancó sus frutos y extendió al vecino, los sectores
pobres sacaron sus ollas y sin egoísmos cada uno trajo lo que pudo y
tiene, arroz, fideos, verduras y aquella enorme olla, que pasó a
llamarse olla popular, produjo comida para diez, cien y mil y a un
“pejúke, pejúke jakaru” la gente ordenada en filas se acercó a
comer y otros salieron como reyes magos, casa por casa y rancho por
rancho a entregar comida. También el gobierno, con su burocracia,
llegó a unos cuantos. La minga no es nueva, es tradicional, es la
expresión más plena y genuina de humanidad.
Pero
esa actitud paraguaya acaso nació con esta pandemia?. Nooo, eso
forma parte del ser paraguayo, viene de la historia, de los Guarani y
de dos grandes guerras, es casi genética, es nuestro rekove sâ.
Comer todos y juntos eso es Guarani, dar al semejante como aún lo
hacemos cuando al vecino un plato entregamos de nuestra comida y él,
siguiendo el ritual centenario, nos entrega el suyo; o cuando
organizamos una rifa o asado para a algún enfermo pasar nuestra mano
diciendo entre todos un “gracias a Dios” y aquel que recibe nos
bendice a todos con un no menos digno, “Dio se lo pague”. Eso es
Paraguay.
El
ser solidarios no nació ahora, está en nuestra sangre y en momentos
duros sale a relucir y a la vez retempla nuestro ser fraternal.
Durante las guerras nadie abandonaba a sus camaradas, aún mal
heridos, se los transportaba y alimentaba. En esos momentos, surgió
y ya reinaba la otra virtud, la gran fortaleza que une y refuerza
nuestra gran cadena espiritual. Es así, no hay dudas, el paraguayito
no sabe perder y es por eso que nunca se da por vencido, aunque sea
experiencia gana porque bien sabemos que el que guevi, poti; ha amo
hapópe, somos herederos de una gran estirpe de heroicas mujeres y
hombres valientes que con sudor y sangre construyeron palmo a palmo
nuestra hermosa nación.
La
solidaridad, la fortaleza y la bravura hasta el heroísmo, en tiempos
de crisis, son las virtudes que mejor describen al paraguayito por
eso tenemos fuerza y convicción, armas formidables, que de las
adversidades nos sacaron airosos y que de seguro ahora, en esta
pandemia, no será la excepción. Animados por esas virtudes,
actualmente y en primera línea, están los guapos e incansables
médicos, enfermeras, trabajadores de hospitales, policías,
militares, bomberos, conductores pero me permito destacar el coraje
decidido de nuestro valiente pueblo paraguayo, de ese que está
conformado por los más humildes trabajadores, por los vecinos de los
barrios y villas marginales, por los sacrificados campesinos y por
los estoicos pueblos indígenas. Si señor!, ellos son los héroes
que no se entregan ni al Covid 19 ni a la pobreza. La victoria será
nuestra, porque tenemos grabado en nuestros corazones la poderosa
frase: vencer o morir, que hoy la cambiamos por una más desafiante:
vencer o vencer, entendiendo que la historia solamente se acuerda de
los valientes, de los decididos, de los que pese a todo, supieron
vencer...
En
lo profundo de nuestro ser sabemos que no podemos ser menos y que no
podemos defraudar a nuestros ancestros que pelearon contra la Triple
Alianza, a las Residentas, a la mujer paraguaya, la más gloriosa de
América o a los bravos leones que combatieron con alma y vida en la
Guerra del Chaco. Hoy los duros versos de Emiliano R. Fernández en
13 TujutÎ cambiaron sus letras porque hay nuevos tamoñarekuéra que
libramos memorables batallas en los hospitales, en las calles y en
las casas y que juntos venceremos a este maldito virus para que
nuestros hijos y nietos sigan sintiéndose orgullosos de ser
paraguayos. Por algo se dice que la sangre no es agua...
Y
ese maldito virus que tumbó a grandes potencias, llegó al Paraguay
pero lejos de encontrar a un enemigo fácil, encontró, al decir de
Emiliano, una muralla viva y el Covid 19 convertido en un gringo tuja
výro, Paraguay rokêre ojoso itî. Efectivamente, el Covid 19 nos
encontró a todos de pié, unidos, con la frente en alto, py'aguasúre
y con nuestra roja, blanca y azul gloriosa ondeando en los cielos.
Hoy estamos luchando desde nuestros hogares, cuidándonos entre
todos, con un solo lema: Epyta nde rógape Paraguay y mediante esa
disciplina estamos sobrellevando de manera ejemplar la lucha contra
este maldito virus.
Al
Paraguay le decían corazón de América pero hoy nuestro orgullo nos
permite decir que somos el corazón del mundo porque aquí hay
solidaridad a diestra y siniestra y la solidaridad en esencia es el
amor y el amor lo puede todo y es el espíritu de Dios. La mejor
manera de combatir al Covid 19 es con la solidaridad manifestada en
nuestro afecto al semejante sirviéndole en sus necesidades y a la
vez cuidándonos a nosotros y nuestros familiares permaneciendo en
nuestras casas.
Me
resta repetir algo que escribí en una de mis poesías... Paraguay:
tierra Guarani, de
hombres valientes y heroicas mujeres, de gloriosa historia, nación
inmortal, solar de alegría y fraternidad, nación soberana y
trabajadora, de guaranias, polcas y danzas alegres, del chipa, el
tajy y el terere, de
noches hermosas y radiante sol, de
sin par cultura, nación inmortal.
Por
todo eso y por mucho más, me siento orgulloso de ser paraguayo,
Porque nacer en el Paraguay, corazón del mundo, no es casualidad...
Es un honor, es un privilegio. Si hoy Dios me preguntara donde me
hubiera gustado nacer si no hubiera sido en el Paraguay, con orgullo
le diría -una y mil veces- en el PARAGUAY, mi gran país, che retâ
rohayhuetéva...
ooo000ooo
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