Lengua Guarani

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Ára Pyahu

lunes, 3 de diciembre de 2012

KA'A MOMBE'UPY - LEYENDA DE LA YERBA MATE

KA'A MOMBE’UPY – LEYENDA DE LA YERBA MATE
Ohai Guaraníme: David Galeano Olivera

            Peteî áraje Ñande Ru ou tujamíramo oguatávo yvy ape ári ha ikane'ômarô oheka peteî ogami opytu'u haĝua.

           Ohohápe, mavave ndoipe'ái chupe hóga rokê. Maymáva oñembotavypa chugui.



           Ipahápe oĝuahê peteî tujami rógape. Upéva ombohasa chupe hógape, ome'ê chupe y ha tembi'u ha okemi haĝua avei ome'ê chupe. Upe tujami oikóje itajýra ndive ha mokôive oñangareko porâ Ñande Ru rehe.

            Ohecharamógui tujami ha tajýra reko marangatu, Ñande Ru ojevývo yvágape omoheñóije yvy ári tujami róga korapýpe peteî ka'avo pyahu.

           Upéi oĝuahêkuri tujami rendápe Ñande Ru remimbou; ombo'eva'ekue tujami ha tajýrape mba'éichapa oipuru'arâ ka'avo pyahu, ombohérava ka'a, opytáva mokôivéva poguýpe.

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YERBA MATE – KA’A
Por Dionisio González Torres – Diario ABC Color: 6-10-2009
       Señala el prestigioso investigador y maestro paraguayo Dr. Dionisio González Torres, en su libro Catálogo de plantas medicinales usadas en Paraguay, “Ka’a es la yerba por antonomasia. La yerba mate o té del Paraguay: Illex paraguayensis St. Aquifoliáceas. Arbusto que crece naturalmente en la Región Oriental de nuestro país y del que hay cultivo artificial extenso en Paraguay, Argentina y Brasil”.

       Sobre las dificultades del cultivo, he realizado algunos trabajos de cultivo en Caacupé, buscando la diferencia de producción entre plantas dentro del monte o solas, en hileras. Controlando bien los momentos de cosecha y haciéndola con la misma técnica de corte, no encontré diferencia significativa entre un cultivo y otro. Hicimos prácticas artesanales de sapecado y secado, demostrando que el pequeño productor con 5 plantas de más de 4 años puede tener una provisión de yerba mate para todo el año, si deja una parte del follaje para la pronta recuperación de la planta.

       La yerba mate debe ser considerada un alimento por las propiedades que tiene, ya que en los análisis realizados se ha demostrado que, además de la mateína, que hace a la yerba un tónico estimulante que combate la fatiga y favorece el trabajo intelectual, contiene saponinas que actúan como antioxidantes. Además, suministra vitaminas liposolubles e hidrosolubles, algunos aminoácidos y minerales, como el calcio, magnesio, hierro y potasio, entre otros nutrientes identificados en diferentes laboratorios.

       En cualquiera de las formas que se quiera utilizar, la yerba mate tiene beneficios que hacen que la planta tenga más uso en el mundo.

       El sabor y las propiedades de la yerba pueden complementarse con el ka’a he’ê o Stevia rebaudiana bertoni, tanto en el cultivo como el uso. El clima de nuestro país es propicio para las dos especies.

       El ka’a he’ê, además de complementar las propiedades nutricionales de la yerba, incorpora nuevos elementos que permiten aumentar el consumo de la misma. Se puede usar la planta en forma integral, y el extracto o zumo en el agua, ya sea en tereré, mate, cocido o té. El ka’a he’ê tiene propiedades que ayudan a neutralizar la acidez estomacal, cuando es usada la hoja solamente tanto fresca como seca.

       La yerba mate, en cualquiera de las formas que se consuma, puede ser endulzada con ka’a he’ê. Personalmente, uso la hoja molida, que es conocida como azúcar verde, para obtener todos los beneficios de la planta. Puede usarse el cristal diluido, el azúcar moreno o el concentrado. Cada uno tiene un gusto distinto y también propiedades diferentes, pero todas complementarias a las buenas cualidades de la yerba mate.

       En el caso de las personas que gustan del mate dulce y no quieren engordar o tienen problemas de diabetes, el ka’a he’ê es el complemento ideal.

       Cuando se prepara el desayuno de mate cocido con leche, se puede endulzar con ka’a he’ê. Recomiendo usar el azúcar verde con la yerba, mezcladas de acuerdo a la técnica habitual. Esta preparación hace que los beneficios energéticos se prolonguen por más tiempo, gracias al estímulo pancreático.

       La yerba mate y el ka’a he’ê son cultivos complementarios para el pequeño productor. Si bien los dos tienen técnicas de trabajo diferentes, ambos ayudan a reducir el costo de la canasta familiar y permiten aumentar las ganancias de producción en la diversificación.

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KA’A (YERBA MATE) EN EL BRASIL
       También queremos compartir esta otra version cuyo texto nos pasó el querido amigo Heitor Karai Awá-Ruvitxá, el 4 de abril de 2011 y que en su mensaje nos decía:

       “Acá en Brazil se cuenta una otra Leyenda de la Yerba - Ka’a. Dicen que cuando los pueblos Guarani aún eran nómades, un viejo viudo que vivia con su hija Jarýi ya no podria acompañar a su táva en los desplazamientos porque ya no podía caminar. Se sentia muy débil y dijo al Ruvicha que se quedaria alli con su hija hasta su muerte y que después la muchachita iria a alcanzarlos.

       Asi, los miembros de la táva se marcharon. El dia siguiente, por la mañana, Jarýi fue a cortar leña para hacer el almuerzo y se encontró con un hombre vestido de ropa blanca. El le dijo: No temas muchacha. No te hará mal alguno. Yo sé que tú estás muy triste por no haber continuado el viaje con tus amigas. Mira, allá, después de aquel árbol grande hay una planta. Prepara un té de sus hojas, dále a beber a tu padre y verás que prontamente se curará; sólo que tienes que arrancar las hojas con las ramas y pasarlas sobre el fuego, tostándolas, sin quemarse. Después que las hojas se hayan secado bien, prepárale el té con agua bien caliente. Usa un porongo (ka’yua) y una bombilla para sorber el te.

       Tras lo cual el hombre de blanco desapareció. Y así fue, el viejo tomaba todos los dias el té. Se curó y se fortaleció y prontamente marcharon al encuentro de su táva.

       En homenaje a Jarýi la yerba (ka’a) pasó a tener su nombre en algunas partes donde viven los Guaranies”.


Sarunas Simkus, editor de Vikipetâ (Wikipedia Guarani), tomando mate en Lituania

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LEYENDA DE LA YERBA MATE
Publicado por Mi Ventana al Mundo
       Se dice que antes de que Jasy bajara, los hombres estaban tan ocupados en sus propios quehaceres que apenas se miraban o conversaban un poco. Jasy era inmensa, refulgente, poderosa. Era magia y luz. Porque Jasy era la luna, y plantada sobre el firmamento, alumbraba cada noche las copas de los árboles y los caminos, pintaba de color plata el curso de los ríos y revelaba los sonidos, que sigilosos y aterrorizantes, se escondían en la penumbra de la selva.

       Una mañana Jasy bajó a la tierra, acompañada por la nube Arai. Convertidas en muchachas, caminaron por los senderos apartados de la aldea, entre el laberinto de sauces, lapachos, cedros y palmeras. Y entonces, de improviso, se presentó un jaguarete. La mirada tranquila y desafiante.

       El paso lento y decidido. Las zarpas listas para ser clavadas y las fauces dispuestas a atacar. Pero una flecha atravesó como la luz el corazón de la bestia. Jasy y Arai no acababan de entender lo sucedido cuando vieron a un viejo cazador que desde el otro extremo de la selva las saludaba con un gesto amistoso. El hombre dio media vuelta y se retiró en silencio.

       Aquella noche, mientras dormía en su hamaca bajo la luz de la luna, el viejo cazador tuvo un sueño revelador. Volvió a ver el jaguarete agazapado y la fragilidad de las dos jóveness que había salvado aquella tarde, que esta vez le hablaron: -Somos Jasy y Arai, y queremos recompensarte por lo que has hecho. Mañana cuando despiertes encontrarás en la puerta de tu casa una planta nueva. Su nombre es Ka’a, y tiene la propiedad de acercar los corazones de los hombres. Para ello, debes tostar y moler sus hojas. Prepara una infusión y compártela con tu gente: es el premio por la amistad que demostraste esta tarde a dos desconocidas.

       En efecto, a la mañana siguiente el hombre halló la planta y siguió las instrucciones que en sueños se le habían dado. Colocó la infusión en una calabaza hueca y con una caña fina probó la bebida. Y la compartió. Aquel día los hombres, entre mate y mate, conocieron las horas compartidas y nunca más quisieron volver a estar solos.





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