Lengua Guarani

Lengua Guarani
Ára Pyahu

martes, 24 de febrero de 2009

EL FUTURO DEL IDIOMA GUARANI, POR GIRALA YAMPEY (CORRIENTES, ARGENTINA)

REPÚBLICA DEL PARAGUAY
ATENEO DE LENGUA Y CULTURA GUARANI
GUARANI, MERCOSUR ÑE’Ê TEETE

MENSAJE DEL MAESTRO GIRALA YAMPEY
Recibimos en el ATENEO DE LENGUA Y CULTURA GUARANI un valioso mensaje de parte de una figura legendaria del Guarani, el Maestro Girala Yampey. El mensaje traía el siguiente encabezado “Espero que lo lea el batallador David Galeano Olivera. Saludos. Girala Yampey” y seguidamente el desarrollo del ensayo.
Vale la pena insistir que Girala Yampey es una gran estudioso de la Lengua y Cultura Guarani, residente en Corrientes (Argentina). Rudi Torga nos solía decir “Girala Yampey niko peteî karai arandu hína”, al tiempo de mostrarnos varios materiales producidos por este gran cultor de nuestra lengua nativa. Por considerarlo de GRAN INTERÉS compartimos el material elaborado por esta voz autorizada del Guarani.
La presencia del Maestro Girala Yampey en el actual escenario de la Lengua Guarani es la fiel demostración de que las fuerzas de la Región Guaranítica se están robusteciendo cada vez más. Lo expuesto por él es otro singularísimo aporte a la necesidad de declarar al Guarani, de una vez por todas, idioma OFICIAL del Mercosur, y de que los Estados que conforman la Región Guaranítica deben asumir su rol protagónico en salvaguarda del más preciado factor de identidad de esta parte del continente americano.

Maitei horyvéva opavavépe

David Galeano Olivera (ATENEO Motenondehára)
ateneoguarani@tigo.com.py

EL FUTURO DEL IDIOMA GUARANÍ
Por: Girala Yampey. – girayam@yahoo.com.ar
Ernesto Veragua, periodista y amigo, nos comentó sobre la visita de un profesor de idiomas (griego, latín y otras), que venía de Formosa, en viaje a Posadas donde también dicta clases. El mismo, le manifestó: “El idioma guaraní no tiene futuro”, poniendo de argumento que ocupa el puesto 103, entre las lenguas más habladas en el mundo.
Ernesto pidió mi opinión. Considero extemporánea la apreciación, pues llega a una conclusión rotunda sobre el futuro de un idioma que tiene, justamente ahora, las mejores posibilidades de crecer. En estos momentos, el guaraní atraviesa por tiempos de bonanzas. Al ser estatizado, rompió el histórico vallado que sujetaba su desarrollo. Además, adoptó y adaptó la ya acomodada grafía castellana, facilitando su ascenso al nivel de las demás lenguas. Está en condiciones de lograr, muy en breve, la normalización de su uso. El actual escenario de su enseñanza posibilita una rápida recuperación. Los riesgos enfrentados, por las crisis sobrellevadas durante mucho tiempo, ya tienen sellos de olvido. Estos datos me llevan a una opinión opuesta al del profesor. Es desatinado ceñir un epitafio donde reverdece la vida. El guaraní resurge hoy desde una injusta chatura donde fue confinado por la irresponsabilidad de propios y extraños. Los dirigentes políticos lo usaron, casi siempre, con demagogia, en beneficio de sus intereses. Son pocos los que brindaron graciosas concesiones. Nunca lo ayudaron seriamente para un desarrollo en igualdad de condiciones con los demás idiomas.
Para refutar esa predicción, de nada sirve alabar la belleza del idioma, ponderar su vigor y precisión, ni celebrar sus expresiones poéticas. No es ocasión para destacar sus virtudes sino exponer las razones por las cuales el guaraní tiene un promisorio porvenir y puede alcanzar escalas que parecen imposibles.
En estos tiempos, por su propia fortaleza, por el singular hecho de estar enraizado en la mente de más de diez millones de hablantes en la gran Región Guaranítica, está rehaciéndose en admirable recuperación, en condiciones de unir su destino al de los demás idiomas. Crecerá y alcanzará el nivel que le corresponde, a pesar de las falencias que aún soporta. Andando, hará lo que fuere necesario, como lo han hecho todas las lenguas del mundo. Las dificultades serán resueltas por su propio arraigo, sus valores idiomáticos y la constancia de sus hablantes. Las condiciones logradas, servirán para recuperar los años perdidos. En poco tiempo incluyó en su haber nuevos vocablos, cosechados de sus genuinas raíces y salvó de la herrumbre algunos arcaicos. Quien conozca el guaraní, no puede descreer de su capacidad para equipararse, con cualquier otro idioma. Bien sabemos que ningún idioma del mundo es puro y que el gran caldo universal sigue en permanente ebullición, aderezando los avances de la humanidad. El guaraní seguirá madurándose en esa olla, para beneficio de su comunidad y el mundo.
En cuanto a la estadística que mencionó, me pregunto: ¿Cuántos son los idiomas que se hablan en el mundo? Si fueran muchos más que los citados, la conclusión sería que el guaraní está bien posesionado, lejos de su desaparición. Me alegrará saber que las lenguas vigentes son muy numerosas. Sería una señal de que la humanidad obtendrá buen provecho de la riqueza que deparan los intercambios. El tesoro cultural del mundo estaría asegurado. Es sabido que cuando muere un idioma, desaparece una cultura, y si se achica la diversidad cultural, todos estaremos perdiendo.
Uno de los medios usados por los españoles para colonizarnos, fue la imposición de su lengua. Fuimos castellanizados, y estamos complacidos con tal herencia. Además, damos la bienvenida a todos los demás idiomas. Recuperar el guaraní, no significa rechazar a ninguno. Es solo defender un elemento esencial en la conformación de las raíces plurales de nuestra Identidad cultural.
Los pisoteos e imposiciones, han ocurrido y siguen ocurriendo. Aún persiste en nuestros días. Muchas protestas de los naturales se han convertido en conflictos que duraron centurias. Nunca fueron acalladas. Lo destacable es que, a partir de la prohibición del uso del guaraní por el Rey de España, siempre el Estado ha estado ausente en la defensa del idioma y, desde aquel tiempo viene siendo tildado como lengua del indio, del pobre y del ignorante. A pesar de ello, el guaraní sigue adelante. Nunca pudo ser arrancado de la garganta ni del mestizo ni del criollo ni del agrado de los posteriores inmigrantes. Es una realidad que debemos entender y asumir.
Ahora, se encuentra en excelentes condiciones de emerger al par de los demás. Cuenta con la fuerza que le brindan quienes lo hablan, sus singularidades idiomáticas y una gran firmeza en la marcha de su normalización. Avanza con la ley que lo redimió de su exilio. ¿Es ahora, justamente ahora, cuando aparece el funesto pronóstico? Hasta parece insólito. Pero, no se trataría de nada nuevo. Conocemos los viejos y anticuados cuentos, como aquellos: El guaraní embrutece, Dificulta aprender el castellano, No tiene acceso a la ciencia, y otros, repetidos cada vez que camina el guaraní. Es un caso más. No ven la realidad, aunque puede ser palpada. Confunden sus visiones.
Días después de estas consideraciones, en homenaje a la sensatez y la moderación, reflexioné de nuevo sobre el razonamiento apocalíptico del profesor. Ahora pienso que, sin dudas, él posee los conocimientos y cualidades que distinguen al educador. Entonces, trato de comprender dónde se encuentran nuestras diferencias. Creo que, seguramente, no se trata de una sentencia, más bien sería un llamado de atención. Recapacito sobre la cuestión y leo desde otro ángulo. Convencido de que él conoce el guaraní, llego a la conclusión de que tal frase es solo una parte del discurso que culmina en esa expresión decepcionada, referida en especial a la falta de asistencia del Estado. Esa es la clave. Los avances conseguidos, hasta hoy, son resultados del esfuerzo privado. Los Organismos Estatales, siguen dando las espaldas y mientras no cumplan con sus obligaciones, el futuro del idioma guaraní será incierto. Sin el empuje de la economía, nuestra lengua arrastrará otros quinientos años de atrasos. Ni el aporte entusiasta de hablantes, ni el sacrificio particular de muchos, serán suficientes para crear la estructura que permita salir al concierto mundial. El profesor está advirtiendo la falta de voluntad política y llama la atención a los responsables. El Estado es el que debe cumplir con la ley. Sus palabras se proyectan como el sapukái que nos llega desde hace cientos de años, reclamando por la marginación. Es un reproche angustiado, dirigido a los gobernantes que otorgan algunas concesiones y luego quedan a la pasiva, enervados. Son ellos los que obstaculizan, por omisión, ignorancia o preconceptos, el desarrollo de la enseñanza.
Gracias profesor por el aguijón. ¡Qué bueno es hablar de estas cosas!
Corrientes, febrero de 2009.

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